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Independencia
Dante Trujillo

De una sola pieza de madera de cachimbo salieron los 1.600 tablones que recubren la fragata Presidente. Tablones de miniatura, valga el oxímoron. Valgan todos: construir una réplica perfecta pero 50 veces menor de un barco del pasado tiene de contradictorio, de empresa romántica y delirante.

El artista dedicó ocho meses a fabricar con sus dedos lo que requirió una cuadrilla de obreros gallegos hace más de 200 años: talló la quilla, montó en ella las 17 cuadernas –dando forma a la espina del barco–, instaló baos, paredes, la cubierta empleando unos 2.300 microclavos de madera y metal, pues tampoco usa pegamento. A esto sumó el velamen, los 40 cañones del original, las molduras y decorados, la bandera peruana de 1822. Para traer de vuelta la primera nave de la Marina de Guerra nacional, absolutamente todo fue cortado, clavado, prensado, fresado, lijado, pintado y teñido a mano. Esto porque Guevara –un arequipeño de 61 años muy bien llevados– no usa ningún programa de computación. Puede, claro, pero no quiere.

Lo que empezó como una vieja obsesión ya viene cobrando la forma de cuatro buques emblemáticos del siglo XIX peruano. La idea es reflotar la escuadra completa.

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