caballo santiago
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La casa republicana de los ‘Yuyas’ ha despertado efervescente. Se anuncia la llegada de la obra Santiago, a todo galope, y todavía hay muchísimo por hacer. Los actores Ana Correa, Augusto Casafranca y Amiel Cayo repasan letra, secuencias y acciones escénicas con ahínco. Piezas del vestuario se airean en el jardín, mientras los responsables de utilería desempolvan elementos litúrgicos. Urna, bancas, candelabros, el Santo llega con iglesia propia.

La historia da cuenta de tres habitantes de un pueblo fantasmal de los Andes, que deciden sacar en andas la efigie del apóstol Santiago, buscando revivir una celebración abandonada quince años atrás. Una madre que ha perdido dos hijos, un comerciante enriquecido y el guardián de la iglesia confluyen en la escena cargados de devoción y misterio.

“Estoy pensando, estoy recordando” es la traducción al castellano de Yuyachkani, palabra de origen quechua. Miguel Rubio es el director de ese grupo de teatro desde su fundación, en 1971, y es quien nos pone al día sobre los entretelones del proceso creativo de Santiago. “Nuestras obras parten de una idea o un tema, no necesariamente de un texto previo. Partimos de escribir en el espacio a través del cuerpo”, explica. Dueños de una profunda mirada crítica, el grupo se mantiene en permanente relectura a la historia del Perú.

Historia de un caballo
“A Santiago Matamoros convertido en Santiago Mataindios lo vimos por primera vez en la ciudad del Cusco durante la fiesta del Corpus Christi. Fue impactante. Una fervorosa multitud cargaba un caballo blanco con las patas delanteras alzadas. Habíamos comenzado el proceso, pero aún no éramos conscientes de ello. Una de las primeras cosas que hicimos, entonces, fue encargar la construcción de un caballo blanco similar a escala real y empezamos a explorar”, cuenta Rubio.

En ese proceso, una noche, durante un evento, los ‘Yuyas’ irrumpieron con el caballo en el atrio de la iglesia de San Francisco. La segunda intervención fue en una procesión en la plaza San Martín. “Al ver al caballo, muchos transeúntes se santiguaban. Santiago es, en realidad, una obra que comenzó en las plazas. Durante los ensayos, las acciones fueron apareciendo. Estrenamos en octubre del 2000. Curiosamente, el espacio donde se levanta nuestra sala teatral fue antiguamente una caballeriza”, comenta el respetado director.

El trajinar del caballo siguió. Pronto llegaron los viajes en los que iba embalado con plástico de burbujas de la cabeza a los pies. Así, el equino partiría en camiones de carga rumbo a escenarios de Sicuani, Puno, Huancavelica y Ayacucho. Posteriormente, a los Estados Unidos y España. Cuando recibieron la invitación para el Festival de Cádiz, a los ‘Yuyas’ les dijeron: “No se preocupen por traer el caballo, aquí hacemos uno”. Grande fue la sorpresa de los actores al llegar: el caballo que los esperaba tenía el tamaño de un cánido. En Lima, claro, el audaz caballo también ha hecho recorridos independientes, destacando su participación en marchas y carnavales.

“La potencia del mensaje de Santiago cautiva al público y logra que este se conecte, a pesar de no entender el idioma –la mitad de la obra transcurre en quechua–. Crecemos gracias al aporte del escritor Peter Elmore, quien llega para poner la palabra justa”, reconoce Rubio. La experiencia podrá ser vivida nuevamente el 27 y 28 de marzo en el Gran Teatro Nacional. //

PARA LA AGENDA:
Creación Colectiva de Yuyachkani y Peter Elmore
EN ESCENA: Ana Correa, Amiel Cayo y Augusto Casafranca
DIRECCIÓN: Miguel Santiago Rubio Zapata
FECHAS: Miércoles 27 y jueves 28 de marzo
ENTRADAS: En Teleticket y en la boletería del Gran Teatro Nacional
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