Patrick llevará el balón hasta el centro del campo antes del Perú-Australia del próximo 26. (Foto: Omar Lucas)
Patrick llevará el balón hasta el centro del campo antes del Perú-Australia del próximo 26. (Foto: Omar Lucas)
Miguel Villegas

Patrick tiene 10 años, estudia en quinto de primaria y no había ganado ningún sorteo nunca en su colegio de La Victoria. Ni el bingo ni la canasta del Día de la Madre ni la rifa de la promo. Ni una Leyenda en el álbum Panini. Pero Patrick es futbolista, o quiere serlo algún día, y querer serlo en el país de las canchas de tierra y los clubes quebrados es, digamos, una forma de no perder las esperanzas.  

El cielo es posible cuando se tiene una pelota. Mírennos a todos los días que juega la selección; es la prueba. 

Hoy, mientras vuela rumbo a Rusia para ser el niño embajador peruano de la firma Kia en el Mundial; es decir, el adolescente que lleve el balón en el partido clave de la selección peruana ante Australia, puede confirmarlo con una sonrisa. 

Dice que la llamada ganadora lo sorprendió: “Pucha, señor, estoy feliz. Estoy soñando”. Que cuando participó en el programa de TV Sueños de barrio, que conduce Jean Ferrari –un reality que cuenta la historia de jóvenes promesas del fútbol peruano y les presenta una prueba en un club grande de Lima–, no creyó que podía ganar el premio: viajar al Mundial de Rusia para llevar el balón hasta el centro del campo antes del Perú-Australia del próximo 26. Dice que Angélica Quispe, su mamá, saltó e hizo coreografía cuando se enteró de la noticia. Dice que ni siquiera tenía maleta de viaje porque nunca viajó. Dice que llevará su camiseta de Alianza y la ‘9’ de Paolo Guerrero como equipaje y que espera tomarse una foto con él. Dice que su sueño es ser futbolista profesional, que le gustan las matemáticas y que, por eso mismo, ya sabe cuánto le costará la inversión de su primer sueldo, el día en que sea el nuevo delantero de su equipo favorito: una casa de dos pisos para Angélica, su mamá. Su amor. 

“Sueño todos los días con eso para ella, para hacerla muy feliz”. 

Mientras tanto, Patrick Meza Quispe pregunta cuántas horas toma salir de Lima y llegar a Moscú. Y cuando se entera, dice que eso no es nada: que cuando uno quiere cumplir un sueño las horas son minutos. Se pasan volando. 

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