En la comunidad shipibo-konibo de San Francisco de Yarinacocha, el fútbol ya no será visto jamás como asunto de hombres. Y es que estas chicas en edad escolar llevaron a la llamada capital shipiba, a cuarenta minutos de Pucallpa, el trofeo futbolístico más importante que alguien aquí tenga memoria.
Ellas son las campeonas del torneo de pueblos originarios de los Juegos Escolares Deportivos y Paradeportivos 2022, realizados hace poco en Lima, luego de ganar por 2–0 al equipo quechua collao de Chumbivilcas, Cusco.
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A pesar de los nervios de volar en avión por primera vez, ellas no se dejaron meter ni un solo gol durante el campeonato. La capitana, Wendy Muñoz (aquí haciendo unas cabecitas), fue la goleadora de los Juegos y, según su DT, Rony del Águila, un par de clubes limeños están interesados en ella. Su siguiente meta es traer el trofeo del campeonato de comunidades nativas que se realizará en Brasil.
La pasión por el fútbol en un rincón de la selva
Donde Advíncula se hizo grande
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Chincha, cuna de campeones, reza el dicho. Y esto es particularmente cierto en San Regis, uno de los sectores del distrito chinchano de El Carmen, la comunidad afroperuana más grande de Ica. En este caserío, donde escasea el apoyo al deporte pero donde todos dominan su pelota, crecieron jugadores mundialistas como Luis Advíncula. De hecho, la zona es una cantera de nuevos talentos, como Klisman Advíncula o Samir Uculmana, el personaje de la fotografía, que hoy es un joven que juega en el club San Regis, con la esperanza de escalar a clubes más grandes. Cuando visitamos el lugar, hace siete años, notamos que había un poste o asta clavado en medio de la loza deportiva, un penoso descuido edil que, sin embargo, no lograba desalentar a los niños del campo, quienes aprendieron a jugar con el balón evadiendo ese constante obstáculo. Era solo un anticipo de otros obstáculos y zancadillas que habrán tenido que driblear en pos de una digna carrera deportiva.
Dominaditas en el Callao
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Un padre y su hija practicando la ciencia del dominio del balón no es una escena digamos normal en el Callao, donde los hijos varones son los depositarios predeterminados de las técnicas paternas. Pero Vicente Yataco, encargado de limpieza en penales del INPE, es uno de los padres más orgullosos del barrio de Puerto Nuevo. Su hija, Miranda Yataco Retuerto, es una de las futbolistas que viajó a Qatar para representar al Perú en el mundial de fútbol Street Child United, un campeonato dirigido a jóvenes de barrios en situación de riesgo. Este gran logro se concretó gracias a la asociación Los Pioneritos, que consiguió llevar a un equipo de chicas chalacas al país del Mundial. Allá, las peruanas derrotaron a cuatro rivales y solo cayeron en cuartos de final ante Filipinas, por la mínima diferencia. Una historia apasionante que desarrollaremos en una próxima edición de Somos.
Un partido... hasta la próxima crecida
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En Iquitos puede llover a mares, pero el fútbol debe seguir. Estos niños se organizan para jugar un refrescante partido bajo la lluvia en un terreno convertido en fugaz cancha de fútbol. Este sector es visible desde un extremo del malecón de la ciudad, aunque los niños saben que tras las lluvias vendrá la crecida del río Itaya y se quedarán sin cancha y sin fútbol por algunos meses. Por eso se reparten en equipos, despejan la cancha y no ven la hora de empezar un juego, que solo acabará cuando el balón se convierta en flotador.
La cancha de los doce ángulos
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La cumbre del cerro de El Agustino es el mirador menos visitado de Lima. Este es dominio de uno de los ex asaltantes que más tiempo estuvo en prisión, Tito Uscuvilca, hoy convertido en un pacifista convencido de que la educación y el deporte salvarán y darán oportunidades a los jóvenes de este gigantesco cerro-favela. El grupo de chicos que vemos al centro de la fotografía parece haberse tomado muy en serio las prédicas del ex “destructor”. Hace un tiempo convirtieron la irregular azotea de la casa paterna en poliédrica cancha de fulbito, donde las reglas del deporte de Pelé se reinventan según las circunstancias. Pueden jugar dos contra uno, por ejemplo. La idea es vencer las dificultades y, sobre todo, divertirse hasta que (a veces sucede) la bola ruede calles abajo.
El aliento en toda tribuna
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El chico de la foto es un hincha más del equipo de fútbol femenino de Shambo Porvenir, la comunidad shipibo-konibo dedicada al cultivo de palma aceitera que saltó a la fama hace poco en Ucayali por haber llegado a la gran final de la Copa Ocho Sur. Dicho encuentro se realizó hace tres semanas en el estadio de Nueva Requena, localidad a una hora de Pucallpa. La delegación indígena acudió con una portátil que causaba admiración, por sus rostros pintados como guerreros. Sin embargo, el combinado de jóvenes y veteranas del pequeño pueblo de Bajo Rayal supo hacer frente a las imparables shipibas y llevarse la victoria con un premio de veinte mil soles.
Locura y media
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Este Mundialito no está auspiciado por ninguna marca de zapatillas ni chimpunes. Es que aquí ese calzado no sirve para nada. La práctica del fútbol a pata calata en Villa El Salvador se ha convertido en la mejor respuesta para jugar sobre la materia que más abunda en la zona: la arena. La mayoría de jugadores prefiere usar medias blancas, para evitar torceduras de dedos meñiques o molestos pedruscos, pero los más veteranos lucen (sobre todo en los tiros de penal) los callos y tobillos al aire libre, como mudos testigos de pasadas victorias, y para sentir mejor el esférico. Quien triunfa aquí ya puede triunfar en cualquier cancha. Se enfrentan barrios en verdaderas peleas a muerte y se invita a viejas glorias del fútbol. La final es una fiesta que congrega a un millar de vecinos. En la foto, Cristian Nima, del equipo Junior 3-21, deja atrás a sus rivales. Su equipo fue campeón del Mundialito 2022.
La copa del Inpe
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El Mundial Inter Penales del INPE cobra mayor importancia cada cuatro años, cuando en el mundo libre se juega la Copa Mundial FIFA. Pero eso no evita que cada año los futbolistas de los penales de Lima, Callao y provincias lleven un duro plan de entrenamientos, con miras a alzar la copa del INPE. La sede casi siempre es el penal de Lurigancho, debido a su cancha cuidada y porque tiene carceletas libres para acoger equipos invitados. Por eso, los jugadores de provincias y del Callao viven una fiesta aparte cuando, esposados y encadenados, deben abordar las unidades blindadas para acudir a las citas deportivas. Es la única oportunidad que tienen de ver a Lima a través de las estrechísimas mirillas del transporte. Algunos ven la ciudad después de tres o cinco años. Los equipos ganadores no reciben reducción de pena. El único placer es el grito de victoria tras las rejas. Una de las finales más recientes se jugó en el estadio Monumental de Ate, con un enorme anillo de policías custodiando los movimientos de los muchachos.
La guerreras de shambo porvenir
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El equipo femenino de fútbol de Shambo Porvenir fue una de las estrellas de este año en la primera Copa Ocho Sur, que se realizó en Ucayali. El evento deportivo convocó a 23 selecciones e involucró a 15 comunidades. Aquí practican estrategias de ataque para derribar defensas rivales y alcanzar el arco. No solo entrenaron ellas bajo los 33 grados del sol de Ucayali, sino que adoptaron el fútbol como un nuevo estilo de vida, más sano. Incluso, madres con hijos de pecho se apuntaron a las primeras convocatorias, hasta que se conformaron dos equipos, uno de jóvenes y otro de veteranas. Haber llegado a la final y ganado un importante premio económico para la comunidad ha sido muy alentador para un grupo de mujeres que no ve las horas de que llegue ya la segunda edición del citado campeonato. El jefe de la comunidad palmicultora, Bruno Tangoa, quiere que su pueblo sea famoso por su desarrollo agrícola y sus mujeres guerreras.
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