Si la piel de los peruanos pudiera, en unos años, contar la historia de los sucesos más importantes del país, no cabe duda de que la de estos tres hinchas sería testimonio vivo. Quizá no lleven en ella las angustias propias de quienes viven en una tierra golpeada por el covid, la crisis económica o la constante inestabilidad política, pero sí tendrán dibujadas las huellas de un proceso que, en siete años, llevó al Perú a un mundial, lo convirtió en subcampeón de América y nos dio las alegrías que tanto necesitamos y que poco recibimos. La pasión puede erizar y colorear la piel por igual.

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