El hombre que puede pagar su propia Estación Espacial Internacional para vigilar extraterrestres, esta vez ha mirado su propia vitrina.
El lunes último, Florentino Pérez, el millonario presidente del Real Madrid, firmó un comunicado que confirmó la noticia, un adelanto de Navidad para la ciudad: Zinedine Zidane regresa al club solo 284 días después de su salida, cuando agarró sus cosas y se fue a la China a descansar. El anuncio fue compartido en redes sociales miles de veces y en todos los idiomas solo para confirmar dos cosas: 1) El Real Madrid influye en el mundo casi tanto como los tuits de Donald Trump. 2) Si ya es importante fichar una figura, es fundamental contratar al entrenador que lo haga más crack aún. Si no hay un Cristiano en el mercado, la única forma de suplirlo es convenciendo a un Zidane.
Como futbolista desfilaba, más que corría. Usaba lo ancho del campo para colonizar, pues le daba importancia a los medios que lo acompañaban y al ‘9’ que le definía. Encima, era derecho, podía ser zurdo y tenía gol. Estética más efectividad. Lo que Cruyff llamaba “jugar al fútbol con el cerebro” y lo que la RAE llama “revolución”. Como entrenador no ha olvidado la pasarela: asistió a la presentación en el Bernabéu con unas zapatillas de diseñador y unos jeans con agujeros, outfit que transmite que no solo los técnicos están a la moda: la imponen.
La huella de Zidane en el Madrid justifica este revuelo intercontinental: en su primera etapa como técnico ganó 1 Liga, 2 Supercopas de Europa, 1 Supercopa de España, 2 mundiales de clubes y 3 Champions League, todo a partir de un demoledor ataque que lideraba CR7. Su presencia en la península completó las cuatro patas de una mesa sobre la que se ha sostenido una Liga –la española– como la mejor del planeta, lejos, en los últimos 20 años. Guardiola, Mourinho, Simeone y él. Todo el diccionario en cuatro apellidos.
La eterna discusión sobre Messi o Cristiano ha cedido terreno a la polémica por descubrir cuál es el entrenador de mejor receta. Los ránkings –el del sitio web Football World, con Marcelo Gallardo peleando el podio con Ernesto Valverde–, discusión abierta. Y las escuelas, una forma más didáctica de entender un juego infinito. “Los escudos –dice Valdano– solo quieren ganar. La pelota, en cambio, necesita jugar”. Ese balón con el que Zidane sabe hacer más que millones de inofensivas pataditas. //