El 11 de mayo de 1967 el entonces príncipe Akihito, con 33 años, realiza una visita oficial junto a su esposa Michiko a Lima, con quien inaugura la sede del Centro Cultural Peruano-Japonés.
El 11 de mayo de 1967 el entonces príncipe Akihito, con 33 años, realiza una visita oficial junto a su esposa Michiko a Lima, con quien inaugura la sede del Centro Cultural Peruano-Japonés.
Nora Sugobono

El Perú fue el territorio que más títulos nobiliarios ostentó, solo seguido de España. Hubo más de un centenar; casi todos otorgados entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, fundamentalmente por méritos vinculados a hazañas militares. Fueron abolidos sin excepción tras la Independencia pero, a mediados del siglo XX, algunos peruanos iniciaron un proceso de recuperación con miras a conservar una parte de su pasado.

Actualmente, son nueve los títulos que se encuentran rehabilitados. Entre ellos, el de conde de San Juan de Lurigancho y el de marqués de Casa Boza, por ejemplo. Existen también –aunque pocos– los títulos obtenidos a través del matrimonio. Ese no solo vendría a ser el caso de la propia , sino también el de personajes como la historiadora María Rostworowski, cuyo primer esposo fue un conde polaco. 

es el único peruano en llevar dos distinciones, también rehabilitadas. El ex ministro de Relaciones Exteriores es 4º marqués de Torrebermeja y 6º conde de las Lagunas. Su ancestro José Juan Vázquez de Velasco y Ontañón –4º conde de las Lagunas– fue uno de los firmantes del Acta de la Independencia. Sus dos títulos serán heredados a sus hijos.

“Se trata de una obligación a continuar con un legado. No se goza de nada”, explica. “Efectivamente, el título es un recuerdo. Pero un recuerdo que te impulsa, que te empuja a hacer algo que esté a la altura del ancestro que lo recibió”, añade.

El de De Trazegnies es un caso peculiar: su linaje se rastrea hasta los incas. “Por el lado de los Vásquez Velasco –familia de mi abuela– yo tengo una línea bien directa”, cuenta el abogado.  “En un determinado momento hubo una mezcla entre las aristocracias de ambos lados. Casos de nobles españoles que se casaban con mujeres pertenecientes a la nobleza incaica”, sostiene. En efecto, “no hubo mayor integración con la nobleza española, salvo en las uniones iniciales de ‘princesas’ incaicas (llamadas ñustas, pallas e incluso coyas o reinas) con conquistadores de primera y segunda hornada, tales como Francisco de Ampuero con Inés Huaylas Ñusta”, añade el historiador Paul Rizo Patrón. 

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