Chips bajo la piel: ¿identificación práctica o invasiva?
Chips bajo la piel: ¿identificación práctica o invasiva?
Redacción EC

Hubo diferentes reacciones cuando se anunció la medida de implantar un bajo la piel para acceder al estadio del Club Atlético Tigre. Algunos, ante la curiosa modalidad, preguntaron sobre el funcionamiento del sistema, mientras que otras miradas fueron más escépticas y desconfiadas.

Eso sí, el sistema, denominado Ticket Pasión, no pasó inadvertido para el público en general. "Queríamos ser los primeros en el mundo en implementar este sistema. Es lo mismo que llevar el carnet del club, y está en una etapa experimental", dijo Ezequiel Rocino, secretario general del Club Atlético Tigre, y la cara visible de esta particular iniciativa.

No brindó detalles sobre el origen, marca y precio de los componentes utilizados, aunque aclaró que fueron importados de Estados Unidos, y que en esta primera instancia fueron los mismos integrantes del club quienes pusieron a prueba el sistema de chip (Radio frecuency identification, identificación por radiofrecuencia), del tamaño de un grano de arroz, encapsulado en un pequeño contenedor de vidrio, que se comunica de forma inalámbrica con el receptor.

De esta forma, los datos almacenados en el implante pueden llegar a un sistema informático para procesar dicha información: en este caso es la identificación del socio del club, aunque sus usos prácticos comenzaron hace más de una década en el sector médico.


Por el momento, la modalidad de ingreso propuesta por el Club Atlético Tigre se limita a un anuncio que busca generar un impacto de marketing, más que en el posible uso práctico en el corto plazo, ya que requiere la autorización de autoridades sanitarias para el implante subcutáneo y asegurar tanto la seguridad como la correcta gestión de los datos personales, entre muchos puntos que no fueron aclarados en esta etapa experimental.

Los antecedentes

No es una iniciativa nueva, ya que este tipo de implantes se remonta a 2004, cuando la firma VeriChip logró la autorización de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) para comercializar este sistema para usos médicos. Mediante este sistema la compañía planeaba confirmar la identidad de una persona, el tipo de sangre y hasta el historial médico de un paciente inconciente.

Sin embargo, su uso práctico se extendió a otros segmentos, tanto para el seguimiento de personas por cuestiones de seguridad e incluso para registrar e identificar a clientes de un club nocturno en Barcelona.

De forma previa, el uso de chips RFID estaba limitado a la identificación de ganado y de mascotas. Cuando se intentó extender su aplicación a los humanos, por lo general se encontró con el rechazo y las críticas por ser un sistema invasivo a la privacidad de las personas. En 2006 una empresa de seguridad y videovigilancia Citywatcher.com implementó este sistema en un grupo de empleados voluntarios para facilitar el acceso a determinadas áreas de la compañía. Ante las críticas recibidas por organizaciones defensoras de los derechos digitales, la firma dijo que el programa era voluntario, y nadie estaba obligado a registrarse.

VeriChip terminó por transformarse en una compañía nueva, llamada PositiveID, y tuvo algunos intentos por reconvertir esta tecnología al sector financiero.

Sí tuvo una gran adopción dentro de la comunidad de entusiastas del biohacking, que buscan promover este tipo de tecnología para automatizar tareas cotidianas, tales como desbloquear un teléfono móvil, ingresar a una computadora, una casa o a un auto. Desde 2005 Amal Graafstra es una de las personas que, de forma voluntaria, decidió implantarse varios chips RFID en sus manos para mostrar las bondades de este sistema.

Los chips RFID tal vez pueden ser efectivos para gestionar el inventario de ganado, o para tener una identificación adecuada ante mascotas extraviadas. Más allá del entusiasmo que tengan los defensores de este tipo de sistemas, las compañías apuntan a desarrollar modalidades de identificación y monitoreo que no resulten tan invasivas como los implantes bajo la piel.

Motorola experimentó en 2013 con tatuajes y píldoras electrónicas para identificar a las personas y, de esta forma, evitar el uso de contraseñas en los sistemas informáticos. Luego, Google desarrolló, junto a la compañía farmacéutica Novartis, unas lentes de contacto inteligentes, que miden el nivel de glucosa con un sistema que evita el pinchazo y la lectura de la gota de sangre en una tira de papel con un reactivo.

Fuente: Guillermo Tomoyose, de La Nación (Argentina) / GDA 

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