La imagen de dos pequeñas hermanas que terminan peleando después de que una de ellas soplara la vela de una torta antes de que la cumpleañera lo hiciera se volvió viral esta semana en cuestión de horas.
Los hechos ocurridos en una fiesta infantil en Brasil generaron las risas de miles de personas y dieron paso a que surgieran cientos de memes haciendo referencia a la anécdota de las dos menores.
La grabación se popularizó rápidamente en internet después de que una de las familiares de las niñas publicara el video en su cuenta de Instagram.
Pero más allá de lo cómico que puede parecer para muchos este video, lo cierto es que plantea los riesgos del llamado sharenting, que es la sobreexposición que muchos adultos, principalmente padres, hacen de menores en sus redes sociales, a través de fotos y videos.
Esta práctica, que pasa desapercibida entre muchos, plantea varios peligros entre los que están el ciberbullying, la creación de perfiles falsos y el uso de fotografías en páginas de explotación sexual infantil.
A esto se suma que a muchos menores la publicación que hacen sus padres sobre ellos les resulta incómoda, así lo revela un estudio de Microsoft del 2019 sobre este tema, en donde se tuvo en cuenta la opinión de adolescentes de 25 países, entre esos Colombia.
El 42 por ciento de los menores encuestados tienen un problema con las publicaciones que han hecho sus padres sobre ellos en las redes. Así mismo, el 66 por ciento indicó que ha sido víctima de algún riesgo en línea.
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En este contexto hay que entender que al hacer publicaciones de los menores se le está ofreciendo a extraños información puntual sobre ellos, así lo indica Carolina Botero, experta en derechos digitales y directora de la Fundación Karisma.
"En estas imágenes muchas veces se comparte cuándo es el cumpleaños del menor, el nombre de sus padres, dónde viven y estudian, con detalles como fotos del uniforme o al lado de la puerta de la casa, donde se ve el número de la vivienda. Esta información puede ser usada para hacer ingeniería social y ser víctima de delitos de fraudes y suplantación de identidad”, precisa Botero.
A esto también se suma, señala Luis Lubeck, especialista en seguridad informática de Eset, el ser víctima de secuestros virtuales, en donde el delincuente utiliza la información que tiene sobre la familia o el menor para engañar y sacar provecho económico de esto.
Así mismo, imágenes que para muchos tienen un contexto normal pueden terminar en manos de “redes de pedofilia, sin conocimiento de los padres”, agrega el experto.
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Exposición
En este asunto hay que entender los alcances que tiene internet y que una vez se hace la publicación de algo “perdemos el control de ella”.
“Al subir algo no sabemos cuál va a ser su destino final, ni el tiempo que va a permanecer, menos en manos de quién va a caer”, explica Roberto Martínez, analista sénior de seguridad en Kaspersky.
Los padres deben tener en cuenta que con estas publicaciones se está exponiendo a otra persona, que en la mayoría de los casos no ha dado la aprobación. Y en esto juega algo importante, indica Botero, y es que “internet no olvida”.
“Lo que nos parece la foto linda del niño asoleándose desnudo puede convertirse para él en un dolor de cabeza en un par de años, cuando el contexto sea diferente. Incluso, lo convierte en un blanco fácil para burlas”, agrega Botero.
Sobre esto, Martínez precisa que en contextos distintos, en donde el menor ya se convierta en un adulto, puede generar una “imagen distorsionada de la persona”. Como en el caso de las menores en el video de Brasil, que pueden ser juzgadas a futuro por un comportamiento ocurrido en su infancia.
Por esto, los expertos señalan que cada vez que se haga una publicación se deben hacer ciertas preguntas, entre las que están si estoy dando datos personales, si con el paso del tiempo esta foto o video le va a agradar al menor y a qué personas les estoy dando acceso a esta información.
“Las redes sociales tienen mecanismos de limitación de alcance, en donde puedo escoger el grupo familiar o de amigos a los que les doy acceso a mis publicaciones, que son parte de mi privacidad”, asegura Botero.
Así mismo, se deben llegar a acuerdos entre los padres sobre cuál es el tipo de imágenes o datos que se van a compartir de los menores y en el caso de que los niños ya sean un poco más grandes consultarles si están de acuerdo con la publicación.
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