Japón busca ser neutral en carbono para 2050: es decir, lograr que su economía se abastezca de electricidad que no contamina. Tiene múltiples estrategias en funcionamiento, y una de ellas apela a los paneles solares, capaces de capturar la luz del sol y transformarla en electricidad. Pero no son sólo los rayos del sol los que impactan contra el vidrio de los paneles: también lo hacen piedras que tiran los cuervos que habitan la isla, y que se están transformando en un problema que requirió soluciones creativas para resolverlas.
El primer indicio llegó en 2019, cuando en Karatsu, en la prefectura de Saga, operarios de una granja de paneles solares se encontraron con varias celdas rotas, pero de una forma que no tenía sentido con un vandalismo clásico perpetrado por humanos (los paneles dañados estaban en ubicaciones muy poco accesibles, cuando hubiera sido más fácil romper otros más cercanos, por ejemplo).
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Los daños se sucedieron durante 2 años, mientras que los trabajadores investigaban el caso. Finalmente dieron con los culpables, como reporta el sitio nipón Asahi Shimbun: cuervos de la zona, que usualmente dejan caer algunos objetos en vuelo, como nueces, para romperlas y comer su interior, pero que también, por alguna razón, tiran objetos más contundentes, como piedras.
Finalmente, en 2019 una firma de la zona dio con una solución: poner un parlante que emite el sonido de un cuervo siendo atacado, al que alterna con el de águilas y halcones, lo que rápidamente espantó a los cuervos.
No es la única solución: según relata la cuenta WrathOfGnon, otras compañías apelan directamente a los predadores de los cuervos, como halcones, para mantener alejados a los cuervos de los paneles solares, sobre todo cuando se trata de Cuervos picudos (Corvus macrorhynchos), más grandes que el cuervo normal.
Pueden hacer hasta 60 vuelos al día sobre granjas de unos 100.000 paneles solares, evitando que los cuervos dejen las piedras sobre ellos, haciendo que se recalienten e impidiendo su correcto funcionamiento.
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El daño a los paneles solares es ciertamente una molestia, pero al menos sucede en una zona no habitada: peor, para la gente, es lo que sucede en Sunnyvale, California, una ciudad en la que la población de cuervos de la zona creció exponencialmente durante la pandemia, al punto de que el intendente local comenzará una prueba con punteros láser para iluminar, molestar y alejar a los pájaros de los restaurantes y lugares al aire libre, a los que sobrevuelan en el anochecer, para consternación de los residentes, que temen ser alcanzados por la caca de estos pájaros. Como ilustró un habitante de la ciudad ante la CNN: sólo se puede cenar al aire libre si se hace bajo una sombrilla.
GDA / La Nación / Argentina
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