Al momento de escribir estas líneas, hacía recién 160 días del anuncio del brote de una rara enfermedad en la ciudad china de Wuhan. El reporte hablaba de 41 casos, siete en condición grave y un fallecimiento.
En este período, el brote se convirtió en una epidemia en China, y luego en una pandemia, de la cual el planeta no tiene aún visos de salir.
Entre las muchas cosas que se han aprendido, está el modo de contagio del virus. Se ha establecido que ocurre a través de la vía respiratoria, y se considera también que se transmite al tocar objetos contaminados y llevarse las manos a los ojos, la nariz y la boca. A pesar de que se lo ha encontrado en las heces y el semen de los pacientes, no se ha demostrado que este nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) llegue al organismo por la vía oral o las relaciones sexuales.
En relación con el contagio por la vía respiratoria, se acepta que ocurre cuando las gotitas de saliva o de secreción nasal expulsadas al hablar, gritar, toser o estornudar pasan de las vías respiratorias de una persona infectada a las de una sana.
Saber eso nos puede hacer creer simplistamente que el contagio solo ocurre cuando esas gotas de secreciones son grandes, es decir, visibles. Lamentablemente, pensar así ignora el concepto de lo que es un aerosol, el cual se define como el sistema coloidal en el que partículas sólidas o líquidas se suspenden en un gas, generalmente invisible.
La gran pregunta es entonces: ¿puede el nuevo coronavirus ser transmitido de persona a persona a través de un aerosol? Muchos expertos piensan que eso es así, y que ese método de contagio es muy importante para explicar el modo tan eficiente de transmisión que tiene el virus.
Uno de los especialistas en este tema es el doctor Joseph Allen, director del programa Edificios Saludables de la Escuela de Salud Pública Harvard T.H. Chan. Él escribió recientemente un artículo de opinión en “The Washington Post”, y comienza criticando a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a los Centros de Prevención y Control de Enfermedades de EE.UU. (CDC) por su lentitud en reconocer que los aerosoles de secreciones respiratorias podrían ser un medio importante de contagio –especialmente en espacios cerrados– del nuevo coronavirus.
En una prepublicación enviada el 7 de mayo, el Dr. Allen y su colega, la Dra. Linsey Marr, hacen una revisión del tema, estableciendo que –al igual que el virus de la gripe– el nuevo coronavirus puede estar activo en aerosoles de 2,5 micrones en el aire de una habitación cerrada durante una o dos horas. Dicen también que el ARN viral del SARS-CoV-2 se ha detectado en el aire de las habitaciones de hospitales de pacientes, a más de dos metros de distancia de sus camas.
Las partículas virales han sido también registradas en el aire exterior de áreas abarrotadas cercanas a un hospital y en el aire de una tienda por departamentos. Del mismo modo, el ARN viral ha sido encontrado en las superficies internas de los tubos de salida de escape y ventiladores de las casas, lugares donde la transferencia directa de una persona infectada no podría ocurrir.
Concluyen los expertos que si se supone que el SARS-CoV-2 sobrevive en gotas grandes de moco o saliva, no hay razón para pensar que el virus no pueda sobrevivir también en aerosoles.
Según los autores, la propagación del virus por aerosoles sería muy importante en el contagio que hacen las personas asintomáticas, las cuales pueden contagiar solo con hablar o gritar. Terminan diciendo que en diversas simulaciones basadas en la física, la mayor parte de la exposición a las secreciones de una persona que tose o estornuda es causada por la expulsión de pequeñas gotitas que se dispersan en el aire, y no por la expulsión de grandes gotas de moco o saliva, a menos que las personas estén a 30 centímetros de distancia o menos.
–Eventos de contagio explosivo–
El contagio del nuevo coronavirus por aerosoles explicaría la observación de aquellos eventos en espacios cerrados en los que se ha producido una masiva transmisión a partir de una sola persona. El más famoso de ellos es el ensayo de un coro en el estado de Washington, donde una sola persona –a través del canto– contagió a 52 de los 61 miembros del coro, lo que causó dos muertes. La investigación reveló que, además de la transmisión por gotitas de saliva, hubo contagio por aerosol. Al respecto, se ha demostrado que el cantar o gritar pueden despedir aerosoles de secreciones similares a los producidos durante una tos, los cuales, además, avanzan a gran distancia.
El Dr. Allen cita también el caso del masivo contagio producido en el crucero Diamond Princess. Esto no hubiera ocurrido si el virus no se expandiera también a través de aerosoles.
–Corolario–
El saber que el nuevo coronavirus puede contagiarse a través de aerosoles en espacios cerrados, e incluso en espacios abiertos con aglomeración, tiene dos aplicaciones.
A escala individual, nos hace entender que el uso de mascarillas y el distanciamiento a más de dos metros de distancia son fundamentales. En el ámbito de la sociedad, permite que las autoridades vigilen y regulen los eventos de contagio explosivo, como los ocurridos en mercados, bodegas, vehículos de transporte público y colas en bancos u otros establecimientos.