El bombardeo de asteroides registrado en la Luna hace 3.900 millones de años tiene su origen en un proceso de impactos continuado que quedaron de la fase principal de formación de la Tierra.
Los planetólogos de la Universidad de Münster (Alemania) se han decantado por esta hipótesis para explicar el Fuerte bombardeo tardío de la Luna o LHB, en detrimento de la que plantea que inestabilidades en las órbitas de los planetas gigantes gaseosos provocaron un aumento repentino y brusco de los impactos de asteroides y cometas del sistema solar exterior.
La investigación se ha basado en mediciones isotópicas muy precisas de rocas lunares formadas durante el bombardeo hace 3.900 millones de años, o unos 500 millones de años después de la formación de la Luna. Los resultados se publican en el número actual de la revista “Science Advances”.
Estas rocas contienen diminutos glóbulos de metal que consisten en material de los asteroides impactadores. Al estudiar la composición isotópica de estos glóbulos metálicos, los investigadores pueden determinar en qué parte del sistema solar se originaron estos cuerpos.
Se centraron en los elementos rutenio y molibdeno porque estos elementos muestran cambios sistemáticos en su composición isotópica dependiendo de dónde se formaron en el sistema solar.
“Nuestra investigación muestra que el bombardeo de la Luna fue por los mismos cuerpos que formaron la Tierra y la Luna”, explica la planetóloga y autora principal del estudio, la doctora Emily Worsham.
Los cráteres de impacto en la Luna, por lo tanto, se deben a un bombardeo continuo de asteroides sobrantes de la fase principal de formación de la Tierra. Esto también permite a los científicos descartar un aumento repentino en la tasa de impacto debido al bombardeo con cuerpos del sistema solar exterior. Pero entonces, ¿de dónde vino la agrupación de edades de 3.900 millones de años?
“Se ha sugerido anteriormente que las rocas lunares estudiadas hasta ahora están compuestas principalmente de material de una sola cuenca de impacto: el Mare Imbrium en el lado norte-central de la Luna que mira hacia la Tierra”, explica Emily Worsham.
Se sabe a partir de cálculos teóricos que las órbitas de los gigantes gaseosos cambiaron en algún momento de la historia temprana del sistema solar, dispersando una gran cantidad de cuerpos del sistema solar exterior hacia el interior, que colisionaron con la Tierra y la Luna, entre otros.
“Este evento debe haber tenido lugar antes de lo que se pensaba, porque no encontramos evidencia de impactos de asteroides o cometas de los confines del sistema solar en las rocas lunares”, explica el profesor Thorsten Kleine. Por lo tanto, el cambio en las órbitas de los planetas gigantes gaseosos probablemente tuvo lugar durante la fase de formación principal de los planetas similares a la Tierra, es decir, en los primeros aproximadamente 100 millones de años del sistema solar, lo que a su vez concuerda bien con los modelos dinámicos recientes.
“Nuestro estudio, por lo tanto, también muestra que los planetas similares a la Tierra incorporaron cuerpos ricos en agua del sistema solar exterior relativamente temprano, durante su formación, creando así las condiciones para el surgimiento de la vida”, agrega Thorsten Kleine.
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