En El Comercio continuamos con nuestra serie de entrevistas a personajes relevantes de la ciencia peruana. El extracto presentado a continuación forma parte de la nueva serie de podcast “Mentes Peruanas”, en donde buscaremos conocer lo que hay detrás de los científicos locales.
Pese a su larga trayectoria como antropólogo y ser considerado uno de los pioneros en el estudio de los procesos migratorios andinos dentro y fuera del país, el doctor Teófilo Altamirano sigue investigando. Ahora, a sus estudios que ya incluían el cambio climático y la gastronomía, les suma un nuevo componente: la pandemia. En ese contexto, conversa con El Comercio para analizar desde otro punto de vista estos tiempos de emergencia sanitaria.
— ¿Cómo evalúa la reacción de la ciencia peruana durante esta pandemia?
Somos un país dependiente en ciencia, tecnología e innovación, siempre esperando lo que venga de afuera. Tenemos poca capacidad de generar ciencia y tecnología, porque históricamente el gobierno siempre ha tenido muy pocos fondos para asignar a la investigación. Pese a ello, muchos investigadores nos hemos dedicado a seguir los procesos coyunturales y estructurales que ha tenido el Perú en los últimos cincuenta años. En mi caso, me he dedicado a estudiar sobre cómo el Perú se transforma a partir de las migraciones dentro y fuera del país. Ahí he tocado el tema de la fuga de talentos, del capital humano, que creo que es una de las razones por las que no tenemos mucho desarrollo en ciencia y tecnología, sobre todo en lo referido al cambio climático, seguridad alimentaria, salud, entre otros. A pesar de todas esas limitaciones, somos un grupo pequeño de personas las que hemos estado tratando de afianzar la investigación científica. En mi caso, desde las ciencias sociales, en particular desde la antropología.
“Se están dando pasos muy lentos para traer de vuelta al talento. Otros países lo privilegian y son más atractivos”.
— ¿Cómo se podría solucionar la fuga de los buenos talentos del país?
Las estadísticas muestran que el 80% de las investigaciones sobre ciencia, tecnología, investigación y desarrollo hechas por peruanos se hacen desde fuera del país, desde universidades en EE.UU. y Europa. Egresan de universidades peruanas, especialmente particulares, y al ver que no hay una base educativa para hacer un buen doctorado –pese a que existen muchos en el país– prefieren salir. Así pueden desarrollar sus habilidades, pero con base en préstamos o becas que otros países otorgan a los investigadores. Muchos de esos investigadores peruanos se quedan fuera y no retornan. Desde hace algunos años se está estimulando para que esos talentos regresen al Perú, para que nuestro país pueda tener un perfil propio en la investigación de ciencia y tecnología, pero es un proceso muy lento. El Estado y las universidades tienen la responsabilidad de repatriar a esos talentos.
— Eso es lo que ha estado haciendo Concytec…
El Concytec no es suficiente porque tiene siempre fondos muy reducidos. Además, tiene un sesgo porque privilegia a la ciencia básica, a la ciencia exacta, dejando de lado a las ciencias sociales y humanidades. Creo que también debemos trabajar en cambiar esa idea de que ciencia y tecnología solo tienen que ver con la física, la química, la ingeniería, etc. Por eso las ciencias sociales también han estado un poco relegadas. Pero, volviendo a la pregunta anterior, aún se están dando pasos muy lentos para traer de vuelta al talento peruano que está en el extranjero. Los otros países lo privilegian y son atractivos. En el Perú, estamos formando las buenas semillas, pero no las cultivamos. No les damos el valor que deberían recibir.
— Junto con su hijo, que es chef, ha escrito un nuevo libro sobre la pandemia y la gastronomía peruana...
Mi hijo Eric es chef, pero trabaja en el Reino Unido. Con él escribimos un libro antes de la pandemia: “La nueva cocina peruana: en la era del cambio climático, la contaminación ambiental, las migraciones y la masculinización”. Lo presentamos en enero y llegó la pandemia. Él se tuvo que quedar y empezamos a escribir un nuevo libro sobre cómo es que está afectando esta emergencia global al Perú como destino culinario.
“Tenemos poca capacidad de generar ciencia y tecnología porque históricamente siempre se les han dedicado pocos fondos”.
— ¿Y cuáles fueron los hallazgos que encontraron?
Planteamos que la cocina peruana ya había llegado a su clímax, sobre todo por la cantidad de restaurantes peruanos en el exterior: se abrían estos locales, apropiándose el prestigio de la comida generado en el Perú. Pero todos estos negocios, tanto afuera como aquí, tuvieron que parar, sufriendo las consecuencias de la pandemia. Muchos se están reconvirtiendo, otros han cerrado. En el libro, contemplamos tres escenarios hacia el futuro: uno, el de una renovación tras la pandemia, reconociendo que la alta cocina peruana era elitista, porque incluso hoy muchos de los que han podido abrir son los que cobran más caro por plato y creen que todo regresará a ser como antes. El segundo escenario es que tanto nos ha cambiado la pandemia que es necesario diseñar un nuevo tipo de cocina peruana, más sostenible, con impacto social, y que, además de ser un orgullo nacional, sea realmente accesible para todos. Y el tercero, que se tome la tradición de la comida peruana, pero adecuada a los nuevos patrones de consumo, es decir, la cocina hecha en casa. Algo que se ha hecho mucho más evidente durante estos meses de pandemia.
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