Probablemente todos tenemos un olor favorito: quizás uno que te trae algún recuerdo particular o que te recuerda a una persona, o te permite saber si un platillo está en camino.
Gabriella Sanders nunca ha podido usar uno de sus cinco sentidos, el del olfato, y las consecuencias de esto van mucho más allá de su nariz.
"No sé a qué sabe la comida. No puedo saborear bebidas calientes ni nada dulce o picante", le dice a la BBC la joven de 22 años.
Esto no es algo que muchas personas puedan entender. Sólo 5% de la población sufre algún trastorno del olfato.
Pero no poder oler tiene distintos tipos de impactos -tanto prácticos como emocionales- en la vida de la persona, dice un nuevo estudio de la Universidad de East Anglia (UEA), en Inglaterra.
Esto incluye desde preocupaciones diarias sobre higiene personal hasta la pérdida de intimidad sexual o la sensación de fracaso cuando no eres capaz de decir si tu bebé necesita un cambio de pañal.
“Nunca he sido capaz de oler algo. Es raro porque nadie en mi familia lo ha sufrido, sólo mi hermana y yo, así que debe ser algo genético”, dice Gabriella.
¿Cómo descubres que no puedes oler?
Gabriella recuerda sentirse "realmente excluida" durante un proyecto escolar en particular cuando era más joven.
"Se trataba de los sentidos y todos estaban hablando sobre oler las cosas".
"Allí fue cuando me di cuenta de que no podía oler. Todos estaban dando ejemplos pero yo no tenía ni idea de lo que estaba pasando".
Esto le causó a Gabriella problemas en la infancia que de otra forma no habría tenido.
"Desarrollé una enorme fobia al fuego. Tenía esta gran ansiedad de que no iba a poder despertar si la casa se estaba incendiando porque no sería capaz de olerlo", le dice al programa Newsbeat de la BBC.
"Esto definitivamente me afectó cuando era más joven, pero ya lo superé".
Problemas prácticos
Ese miedo de Gabriella tenía serias razones: no ser capaz de oler el gas o el fuego es “realmente un gran problema”, que resulta “para algunas personas en casi un accidente”, dice el profesor Carl Philpott, uno de los investigadores del estudio de la UEA.
Garbiella sabe lo que es eso.
"Recuerdo una vez cuando estaba cocinando en la casa. Mi mamá llegó y dijo que toda la casa olía a gas. Así que eso fue realmente preocupante".
"El miedo que tenía a ese tipo de cosas lo he superado de alguna forma. Pero soy mucho más cautelosa y tomo precauciones".
No sólo es útil poder detectar los olores del mundo externo. El estudio de la UEA encontró que la higiene personal "era un enorme motivo de ansiedad y vergüenza", porque los participantes no podían olerse a sí mismos.
Pero cuando era adolescente, Gabriella ideó una solución.
"Mis padres y yo creamos palabras en código", cuenta.
“Así que si un día yo llegaba a la casa con un amigo y yo olía realmente mal, ellos me lo decían y yo rápidamente me escapaba y lo solucionaba”.
Ahora Gabriella es bailarina contemporánea, lo cual obviamente implica un estilo de vida bastante activo.
"En términos de perfumes y esas cosas, nunca realmente he tenido nada eso. Las flores bonitas o incluso las bombas de baño nunca me han interesado".
"Pero uso desodorante porque bailo todos los días, a pesar de que no me gusta".
“Ser abierto con la gente”
Aunque podría ser incómodo hablar sobre este trastorno, Gabriella dice que no hay nada de qué avergonzarse por el hecho de no poder oler.
"Creo que ser abierto con tus amigos y con la gente que te rodea es importante. Decirle a la gente que tenga confianza y te diga que hueles mal".
"Siempre me he asegurado de que la gente que me rodea esté enterada de que no puedo oler. Así que les digo: 'por favor dime, no me ofenderé'".
"Prefiero saberlo que crear una situación desagradable para todos".
¿Desearía poder oler?
"No es algo que necesito porque nunca lo he tenido, así que no sé lo que me estoy perdiendo", dice.
“Pero me encantaría experimentarlo y tener esa sensación de saborear las cosas”.