En 1910, las aguas del Sena se elevaron por encima de los 8,6 metros, cuatro veces su nivel habitual, y obligaron a los parisinos a desplazarse en barca o a cruzar las calles sobre plataformas improvisadas.
En 2016, ante la posibilidad de que una crecida similar inunde las calles, la alcaldía de París, capital de Francia, ha realizado un simulacro virtual de una eventual "inundación del siglo", que podría afectar de forma directa a 300.000 personas y provocar daños de hasta 30.000 millones de euros (más de 33.000 millones de dólares).
"No es ciencia ficción. El riesgo de que pase es real. Es uno de los principales retos y de los más preocupantes para la ciudad y la región", explica Camille Lastennet, responsable de las situaciones de crisis en la dirección de Prevención y Protección del Ayuntamiento.
Científicamente hay una posibilidad sobre cien cada año de que el escenario se repita, pero la ciudad ha movilizado desde el pasado día 7 y hasta el 18 a más de 900 profesionales de salvamento, 150 policías, 20 vehículos pesados o 4 helicópteros en un ejercicio, bautizado como "Sequana 2016".
El año pasado se efectuó uno similar, pero este es el primero que contempla cómo actuar tanto ante la subida como ante la posterior bajada de las aguas, y que cuenta con la participación de 87 organismos y empresas, frente a los 14 anteriores.
A estos se suma la colaboración de España, Italia, la República Checa y Bélgica a través del mecanismo europeo de protección civil.
La hipótesis de las autoridades locales imagina que la llegada de un frente frío sobre el norte de Francia desencadenaría un periodo de bajas temperaturas que congelaría progresivamente las capas superiores del suelo.
A eso le seguirían de forma inmediata precipitaciones acentuadas que harían crecer al Sena y sus afluentes a un ritmo de 50 centímetros al día al principio y de hasta un metro después, que el terreno no podría absorber debido a su congelación.
"Es importante tener en cuenta el efecto dominó más allá de la zona inundada", explica Lastennet. Cerca de millón y medio de personas se verían afectadas por los cortes de electricidad y algunas carreteras quedarían inservibles, así como 140 de los 322 kilómetros de la red de metro y cercanías.
Las recomendaciones de la alcaldía animan a los ciudadanos a no salir de casa en este supuesto, a preparar un kit de emergencia con agua o alimentos no perecederos, a no dejar en los sótanos material delicado, a llevar los coches fuera de las zonas inundables y a no tomar los ascensores.
El instituto de urbanismo IAU, que ha efectuado una simulación en tres dimensiones sobre esa fuerte crecida, en la que se presenta como una isla la icónica pirámide del Louvre, detalla que 435.000 inmuebles se verían afectados, de los cuales 120.000 tendrían directamente "los pies en el agua".
"Es importante no provocar movimientos de pánico. Hablar en positivo", apunta la representante del ayuntamiento parisino sobre la manera en que se debe alertar a la población en este tipo de casos.
El ejercicio de momento es teórico, pero no olvida que sus víctimas son reales. Como el propietario de Les Nautes, la única terraza justo a la altura del Sena y que inauguró su local hace poco más de dos años con la previsión de futuras inundaciones en mente.
Enchufes altos, mobiliario desmontable y estructuras en metal le hacen estar preparado para esa posibilidad.
"Pasará de nuevo, pero dudo que el agua vaya a subir tanto. Obviamente no tengo ganas de que suceda, me costaría mucho desmontarlo todo, almacenarlo, dejar de trabajar", dice Nicolas Lefecre, que confía poco en las barreras previstas por las autoridades, y dice "rezar fuerte" para que no pase.
Fuente: EFE