El sistema inmunitario tiene un mecanismo de “desarme” que evita que se descontrole y que está localizado en una de sus células más importantes, los neutrófilos, según describe un estudio que publica este lunes Nature Inmunology.
El trabajo, que firma un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), podría tener “importantes repercusiones” sobre algunas enfermedades como el infarto de miocardio, el ictus o los procesos inflamatorios agudos.
Ese mecanismo de control del sistema inmunitario se localiza internamente en una de las células más importantes del sistema inmunológico, los neutrófilos.
El sistema inmunitario defiende al organismo de los enemigos externos e internos y mientras funcione correctamente evita los ataques que sufrimos continuamente por parte de toda clase de organismos patógenos, y también los errores ‘internos’ que ocurren en nuestras células.
Sin embargo, este sistema es “una espada de doble filo”, indica la CNIC en un comunicado, pues si las células que lo forman ejercen su función con exceso de celo pueden atacar en el momento o el lugar inapropiado, y con ello dañar nuestros tejidos sanos.
“El sistema inmune debe estar exquisitamente controlado”, indica el investigador principal del informe Andrés Hidalgo, del CNIC, pues los fallos en los mecanismos de control están detrás de enfermedades humanas como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, autoinmunes y neurodegenerativas.
El artículo describe un nuevo sistema de control, localizado internamente en los neutrófilos, que son las primeras células inmunitarias que llegan al foco infeccioso o inflamatorio, con el objetivo de eliminar la agresión.
Los neutrófilos son muy destructores y si se activan en el momento o el lugar inadecuados, los mismos mecanismos que les sirven para eliminar a los patógenos invasores terminan dañando los tejidos sanos, indica el comunicado.
Las funciones antimicrobianas de los neutrófilos están promovidas por un “armamento defensivo” de proteínas almacenadas en gránulos y por la formación de trampas extracelulares de neutrófilos (NETs), pero su naturaleza tóxica representa una amenaza para tejidos muy vascularizados, como los pulmones.
El trabajo ha identificado un programa intrínseco a las células que causa la pérdida progresiva del contenido tóxico de los gránulos y la reducción de la capacidad de formación de NETs, es decir, de los principales mecanismos ofensivos del neutrófilo.
Los hallazgos muestran que los neutrófilos poseen “un sistema que, de forma natural, disminuye paulatinamente su capacidad tóxica a lo largo del tiempo, de manera que, según envejecen, se van desarmando antes de poder dañar a los tejidos sanos”, dicen los investigadores.
Gracias a este proceso de desarme, los neutrófilos limitan su capacidad de dañar a los tejidos sanos, indica por su parte el investigador José María Adrover.
Los autores creen que sus hallazgos podrían tener importantes repercusiones en la salud. “Una vez que hemos aprendido cómo funciona este proceso de manera natural, lo que podemos hacer es tratar de controlarlo para obtener un beneficio clínico”, considera Alejandra Aroca, coautora del estudio.
“Esto ya lo estamos intentando -agrega- y hemos obtenido resultados prometedores en modelos preclínicos de infarto agudo”.
EFE
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