Todos los organismos multicelulares, desde los más sencillos, como la ameba, hasta los mamíferos, tenemos células madre. Estas son células precursoras; es decir, que no se han diferenciado aún lo suficiente para formar células especializadas, tejidos y órganos; por ejemplo, córneas, glóbulos rojos, piel o hígado.
Las células madre tienen multitud de usos médicos que permiten salvar vidas, como la reproducción de tejidos o la de anticuerpos específicos para curar algunas formas de cáncer; y cada año se descubren nuevas posibilidades. Hay potenciales tratamientos de inmunoterapia, medicina regenerativa y terapia génica para enfermedades como la diabetes de tipo 1 y el mal de Parkinson en etapas experimentales.
Las células madre pueden proliferar indefinidamente para producir otras células madre o convertirse en células de un tejido específico, y se encuentran en todas las etapas de desarrollo de un organismo, desde su estado embrionario hasta su estado adulto. Sin embargo, se diferencian de acuerdo a su procedencia.
Después de ser fecundado, el óvulo humano empieza a dividirse por mitosis y formar blastómeros –células embrionarias indiferenciadas–. A los cuatro días, el óvulo fecundado, con 32 blastómeros, se llama mórula. Al empezar la diferenciación celular, cuando algunos blastómeros forman la placenta y otros la masa interna, la mórula pasa a ser un embrión. Una semana después de fertilizado, el embrión se implanta en el útero para iniciar el embarazo. La primera etapa de la diferenciación celular dura ocho semanas; al finalizar, el embrión pasa a llamarse ‘feto’.
–La potencia–
Se llaman ‘fetales’ a las células madre que provienen de un embrión o un feto. Pueden ser de dos clases. Las primeras son aquellas propiamente de un feto, que se obtienen generalmente después de un aborto (es importante notar que en medicina, se llama ‘aborto’ a las pérdidas involuntarias). Estas no son inmortales pero tienen un alto nivel de reproducción y pueden producir una gran variedad de células y tejidos. También pueden venir del cordón umbilical o la placenta, aunque estas son menos potentes o versátiles.
Las células madre tienen diversos grados de potencia, dependiendo de su capacidad de reproducir diversos tipos de células. Totipotentes son las células madre que pueden diferenciarse en embriónicas y extraembriónicas. Estas tienen la capacidad de producir todas las células y tejidos necesarios para construir un organismo completo.
“Se puede obtener líquido amniótico con células madre durante el embarazo sin causar daño al feto”.
Las células madre más estudiadas son las pluripotentes –generalmente obtenidas del blastocito, el grupo de blastómeros que precede al embrión–. Pueden convertirse en cualquier tipo de célula pero solo dentro de su linaje embrionario (endodermo, ectodermo o mesodermo).
Las multipotentes son las células madre que pueden convertirse en un número determinado de tipos de células pero todas relacionadas. Por ejemplo, células madre de la sangre pueden diferenciarse en varios tipos de células sanguíneas.
–Historia–
Las células madre fueron identificadas por primera vez en los años 70 por los biólogos canadienses Ernest McCulloch, James Till y Andrew Becker en la Universidad de Toronto. El primer uso de las células fue conocido como trasplante de medula ósea. Fue hecho en Yugoslavia por el oncólogo francés Georges Mathé a cinco trabajadores después de un accidente nuclear para renovarles la sangre. Todos sobrevivieron.
Existen también células madre pluripotentes inducidas (IPS), generadas de células de un adulto vivo. La técnica para lograrlo fue desarrollada por los biólogos John B. Gurdon y Shinya Yamanaka, y les valió el Premio Nobel de Medicina en el 2012. Hoy se usan las IPS para tratamientos de personas enfermas, usando células madre obtenidas de su propia médula ósea, tejido adiposo o sangre.
Desde 1998 ha sido posible hacer diversos cultivos de células madre humanas embriónicas. Este proceso ha sido controversial porque en algunos casos ha implicado la destrucción de un embrión. Los argumentos éticos y religiosos han hecho que este tipo de investigación se prohíba en algunos países. Esto sin duda va a cambiar con el uso de células madre del líquido amniótico y con nuevas tecnologías que permiten extraer blastómeros sin dañar el desarrollo embrionario.
–Nueva fuente–
En el embarazo natural, el embrión se desarrolla dentro de una bolsa llamada ‘saco amniótico’. Dentro del saco amniótico hay un líquido que sirve para proteger al embrión y luego al feto, este está unido a través del cordón umbilical a la placenta.
El volumen del líquido amniótico aumenta a medida que crece el feto. Al final de la gestación llega a alcanzar 0,8 litros. El feto respira y traga el líquido amniótico haciéndolo circular. Entre sus funciones figura proteger al feto de golpes, regular la temperatura, y permitir su movimiento y desarrollo muscular.
A principios del siglo XXI, el médico peruano-estadounidense Anthony Atala, director del Instituto de Medicina Regenerativa de Wake Forest (EE.UU.), en colaboración con investigadores de la Universidad de Harvard, descubrió que el líquido amniótico contiene células madre totipotentes. Se puede obtener líquido amniótico con células madre durante el embarazo sin causar daño al feto. Esto se logra por medio de succión hasta poco antes de dar a luz, que es cuando la ruptura del saco hace que se pierda el líquido amniótico.
–El futuro–
Una buena señal es que “L’Osservatore Romano”, el diario del Vaticano, dedicó un artículo a este descubrimiento. En él menciona que el líquido amniótico puede reemplazar al feto para proveer células madre sin problemas éticos, y lo describió como “el futuro de la medicina”.
Cabe mencionar que ha circulado mucha información falsa sobre las células madre. La principal confusión ha sido sobre su origen: se ha dicho falsamente que todas las células madre requieren de la destrucción de un feto, y esto a su vez se ha asociado con el aborto.
El uso de nuevas tecnologías para obtener células madre y el descubrimiento de una abundancia de estas en el líquido amniótico –sin poner en peligro una nueva vida– ha sido bien recibido hasta por la oposición más tenaz. Como lo dijo “L’Osservatore Romano”, ahora tenemos un arma poderosa para combatir toda clase de males.
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