(Foto: Diego Suárez Bosleman)
(Foto: Diego Suárez Bosleman)
Diego Suárez Bosleman

“Nunca se es demasiado viejo para dejar el tabaco”, me dice con una voz rasposa y una gran sonrisa Terry Walker, un británico de 85 años que se considera la prueba viviente de eso. En el 2012, reemplazó por completo los cigarros tradicionales -que le habían reducido en un 50% su capacidad pulmonar- por los electrónicos. Ahora, asegura sentirse 20 años más joven. Y ese renovado vigor lo ha llevado a Polonia, al Foro Global de la Nicotina (FGN), para conocer y agradecer al responsable de dicho invento, el cual le dio una nueva oportunidad.

A pasos lentos debido a su avanzada edad, me adentró con Walker a un pequeño ambiente en el FGB reservado para que los periodistas realicen entrevistas. Allí sentado nos espera Hon Link, el farmacéutico chino responsable de la creación de los cigarrillos electrónicos. Al verlo, el británico se acerca, lo abraza, y le dice "gracias". 

Fue a los 13 años cuando este octogenario fumó por primera vez. Estaba de moda entre sus compañeros de colegio, y él no podía quedarse atrás. A partir de ese momento comenzó una vida de dependencia. Consumía alrededor de 10 cigarros diarios; es más, en sus 69 años atrapado en el vicio, afirma haber fumado aproximadamente 250.000 cigarrillos. No se detuvo incluso al saber que este mismo hábito le iba arrebatar la vida a su hijo, quien murió a los 47 años.

Tuvo que ser diagnosticado de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, el mismo mal que provocó la muerte de su hijo, para tomar medidas definitivas en contra del daño ocasionado por estos productos a base de tabaco. Fue esa convicción que lo llevó a buscar un sistema de entrega de nicotina alternativo: el los cigarrillos electrónicos.

“Empecé a investigar a través del Internet los efectos del cigarrillo electrónico, y decidí llevar a cabo mis propias pruebas”, comenta Walker, y agrega que las primeras evaluaciones luego de empezar a usar este dispositivo mostraron que su capacidad pulmonar había aumentado de un 50% a un 80%.

“Ahora puedo nadar. Puedo bailar sin perder el aliento. Bailar es el mejor ejercicio que un hombre puede hacer”, comenta este británico entre risas. Pero su trabajo no solo se limita a ser una muestra andante del impacto positivo de los cigarrillos electrónicos en los consumidores de cigarros tradicionales.

“He escrito una iniciativa para que se prescriban los cigarrillos electrónicos. Y ha sido recibida por el presidente del Comité de Ciencia y Tecnología. Me dijo que la presentaría ante este comité. Sin embargo, debido a las elecciones [en Reino Unido], el proyecto se ha detenido. Pero esperamos reintroducirlo pronto”, asegura.

Al preguntarle cuál es el mensaje que desea transmitir, me responde “que nunca es tarde para dejar el tabaco”. “Tu cuerpo se puede recuperar hasta cierto grado. Toma cuatro o cinco años obtener el máximo beneficio del dejar el cigarro tradicional, pero lo cierto es que el cigarrillo electrónico no impide ese mejoramiento del organismo, como uno puede pensar. Eso es lo que quería demostrar cuando empecé a experimentar conmigo mismo”, recalca Walker.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), 890.000 personas no fumadoras mueren al año por estar expuestas al humo del tabaco, que contiene un mínimo de 250 productos químicos nocivos y más de 50 cancerígenos.

Los cigarrillos electrónicos son dispositivos que no queman ni utilizan hojas de tabaco, sino que vaporizan una solución a base de nicotina que luego es inhalada por el usuario. Por lo tanto, su impacto negativo en el organismo es mucho menor.

Pero este aparato no está libre de debate. La OMS  señala que los cigarrillos electrónicos poseen productos químicos que pueden ser considerados tóxicos y que su efectividad como una ayuda para reemplazar el uso de los cigarros tradicionales todavía no ha sido comprobada. Algunas investigaciones científicas indican que estos dispositivos contienen elementos cancerígenos.

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