Cristian Rivero Schoster nunca buscó ser presentador de TV. Incursionó en esa faceta de casualidad y por necesidad, cuando tenía 20 años. “La conducción apareció cuando buscaba chamba para seguir pagando la universidad y mis talleres de actuación, pues yo solo quería ser actor”, asegura. Dos décadas después de su primera aparición como coconductor de “Alo Gisela”, convertido en uno de los presentadores peruanos más importantes de formatos de talentos, reflexiona sobre sus inicios en la televisión, nos habla de sus referentes artísticos, sus proyectos como empresario, el sueño de alcanzar la internacionalización y la actual etapa de “La Voz Perú”.
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“En esta temporada hay voces nuevas y potentes, hay gente que viene con carrera de música, egresados de facultades que se aventuran a pasar todo el proceso: una preselección, una audición a ciegas y siguen avanzando. Vienen a buscar la oportunidad de ser escuchados, de interactuar con los entrenadores, de demostrar, de seguir creciendo. Cada uno tiene una misión distinta en la competencia. Esto demuestra que la competencia tiene un nivel de credibilidad importante, estamos bien contentos”, destaca.
—Llevas más de doce años en formatos de talentos.
Desde “Desafío y fama” por el año 2009. En Latina hice uno que se llamó “Pop tu sueño”, y de alguna manera sin tenerlo como un objetivo, empecé a hacer este tipo de formatos, luego vinieron otros mucho más grandes, como “La Voz Perú”, “Perú tiene talento y “Yo soy”.
—¿Tienes algún feeling especial por alguno de ellos?
Cada uno tiene lo suyo. Lo que sí te puedo decir es que “La Voz Senior” me tocó muchas partes, me puso más sensible.
—Para los entrenadores Pimpinella y Eva Ayllón, eres el mejor conductor del Perú. ¿Cómo te consideras como conductor?
Antes me daba roche, pero aprendí a aceptar esos comentarios. Más allá de ser un elogio, lo cual se agradece, creo que te están dando una responsabilidad, te obligan a ser mejor, a no defraudar. Me considero afortunado porque en un medio como Perú, que es inestable, he tenido una continuidad laboral que poco se ve, o que pocos han tenido. Vengo haciendo televisión desde los 20 años, actualmente tengo 43. Me considero afortunado con ese tema. Si soy el mejor o no, no es algo que me quite el sueño o busque como rótulo o carta de presentación. Lo que sí busco es tener herramientas, hay conductores que sigo de otros países para ver cómo se mueven en redes, cómo presentan, cómo hacen los programas, cómo terminan, qué hacen cuando hay sentencia o devolución del jurado. Y en base a todas esas cosas trato de generar algo propio.
—¿A quiénes sigues? ¿A qué presentadores tienes como referentes?
Tengo varios. Cuando, un poco inconscientemente, me hice conductor, era amigo del sobrino nieto de Augusto Ferrando. A los doce o trece años tuve la posibilidad de compartir varios veranos con él, en su casa de Pucusana. Lo acompañé varias veces al programa, lo vi trabajar en el estudio de Panamericana TV. Mis referentes arrancan con él, luego con Raúl Romero; iba a su programa, hacía mi cola para entrar, concursaba, con el dinero que gané en el “Canta y gana” me compré un celular. Ahora que está en “La Voz Senior”, tenerlo al frente y sentarme a conversar con él, y que te diga cosas chéveres de tu trabajo, para mí es una cosa increíble. Gisela también me dio una base en el tema de conducción, me llamaba la atención, me decía que no le interrumpa en ciertos momentos, me iba peloteando, guiando.
—¿Y tienes referentes extranjeros?
De afuera veo a Marcelo Tinelli, me gusta mucho, estuve varias veces en su programa de Argentina, mirándolo. Cuando todo el mundo miraba al participante, yo lo miraba a él (Risas). Adal Ramones también me gusta, así como Rafael Araneda. Este último es un presentador chileno que pasó a trabajar a TV Azteca, luego a Univisión y ha sido conductor de Viña del Mar. De los presentadores gringos, me gustan Ryan Seacrest (American Idol) y Jimmy Fallon. Veo mucho cómo entrevistan y presentan, qué hacen y qué no. De algunos capto la energía, de otros la manera de presentar.
—En base a tu experiencia de casi dos décadas como presentador, ¿qué crees se requiere para triunfar como conductor?
Ser despreocupado, en el buen sentido de la palabra, pues alguna vez te vas a equivocar y tienes que seguir adelante. Leer también ayuda un montón porque en la conducción necesitas tener palabras, frases, recursos. Hasta el día de hoy anoto frases de algunos conductores, de entrada y salida o momentos de tensión y los utilizo en el programa, según mi criterio. Saber escuchar es importante, observar, captar.
—En estos tiempos en que casi todo es políticamente incorrecto, ¿Cuál es el límite que no se debe sobrepasar?
Antes la televisión era distinta, creo que la sociedad ha evolucionado y nosotros que estamos en el medio tenemos que ir evolucionando también. El tema del doble sentido, de las referencias físicas, de algún tipo de broma que pueda marginar a las personas ha cambiado. Ahora hay mucho más control y respeto. Si quiero decir algo más puntual, pido permiso, y si nos tenemos que vacilar por algún tema trato de encontrar el contexto lúdico. Por ejemplo, Noel Schajris me dice: “Cristian, sabes que eres como ese primo alto, perdido”. Entonces, me da esa licencia, de decir: “Y en la familia, siempre hay un largo tiempo y un tiempo corto” (Risas).
—¿Alguna vez has metido la pata?
Varias veces. Alguna vez coroné a una chica que no era, luego tuve que quitarle la corona. Fue en 2008, cuando Jazmín Pinedo ganó el Miss Teen Perú. También me pasó que, en lugar de agradecer al banco que me auspiciaba, agradecí a la competencia. Lo importante es ir midiendo y aprender de las equivocaciones.
—Entre la actuación y la conducción, ¿con qué faceta te quedas?
No hay punto de comparación, pues son cosas muy distintas. La conducción me da más libertad, me permite tener tiempos libres para viajar y estar con la familia. En la ficción entras a las 8 de la mañana y sales a las 8 de la noche, durante varios meses. No podría decirte con cuál me quedo porque no puedo separarlas.
—Con Gianella Neyra compartiste actuación y conducción, y hace poco, en “Perú tiene talento”, también la mesa del jurado. ¿Es una ventaja trabajar con la pareja?
Yo no me hago bolas, soy relajado, Gianella es más intensa, se toma las cosas un poco más en serio, es más ordenada, perfeccionista. Nos gusta chambear juntos por ratos, pero creo que terminaríamos agarrándonos a zapatillazos si hacemos una telenovela de lunes a sábado y luego estamos en la casa.
—¿Has sufrido discriminación de algún tipo en TV?
Me ha pasado por prejuicios, discriminación profesional, porque no me tenían mapeado, no me daban la oportunidad de demostrar mi chamba. Pero esas cosas duran poco porque al final, uno se defiende con su trabajo.
—¿Es verdad que para un actor ser alto es un problema, juega en contra?
Es muy cierto, y creo que por eso no he podido avanzar tanto. Te hablo de mi experiencia, de repente para otros actores es una ventaja. Cada vez que tenía que hacer tomas de cuerpo entero, me decían que era muy grande. Me ha tocado hacer escenas con actrices mucho más pequeñas que yo, y a las pobres les han tenido que poner sobre banquitos, limitándoles movimiento. Antes me daba roche, el tema de mi tamaño, ahora no.
—¿Es cierto que tienes un proyecto para producir un programa de peleas de artes marciales mixtas?
En una época me dio la de empresario, invertí dinero para un proyecto de un reality de peleas de MMA, pero me fue fatal. Lo presentamos a un canal que aceptó comprarlo, pero cuando se iba a dar la compra, se tiró para atrás. Al final, dejamos el proyecto ahí. Me sirvió de experiencia. Alguna vez, alguien me dijo que nunca produzca con mi dinero, que no es viable. Aprendí.
—¿Tienes algún sueño pendiente por cumplir?
La internacionalización, pero no es fácil porque implican varias cosas, como moverse, y yo tengo 43 años, una familia, hijos en el colegio. No puedo dejar todo e ir con mis maletas a tocar puertas.
—¿Cómo te gustaría que tu carrera avance?
Como la del presentador chileno Rafa Araneda. En Chile hizo “Rojo fama contra fama”, luego dio el salto a TV Azteca y después a Univisión. Mi idea no es dejar el Perú, pero sí me gustaría irme un tiempo al mercado mexicano o a Telemundo. Sería genial.