Erika Rojas
Desde Costa Rica
Son las 7 a.m. y estamos en el Parque Nacional Marino Ballena, a unas cuatro horas de San José, la capital de Costa Rica. Hemos dejado la orilla y todo a nuestro alrededor es azul e infinito. Somos ocho a bordo de una pequeña lancha y estamos aquí con una misión: disfrutar del avistamiento de ballenas y delfines.
Esta actividad se puede realizar durante casi todo el año, pues en las aguas de este país confluyen dos poblaciones de ballenas jorobadas: un grupo de Baja California (México) visita el país entre diciembre y abril; y otro, proveniente de la Antártida, entre junio y octubre. Es una maravilla verlas allí, en su hábitat.
Encantos naturales
El siguiente punto en nuestra ruta es Isla del Caño. Allí practicaremos snorkel, una actividad que no amerita previo entrenamiento y se presta tanto para niños como para adultos. Con una máscara y un tubo, es posible divisar enormes bancos de peces en las cercanías de este lugar, un espacio conservado, ubicado a 55 kilómetros del Parque Nacional Marino Ballena.
Seguimos por las playas de esta zona protegida de Costa Rica y entre ellas está Ventanas. Su nombre se debe a una formación rocosa que creó varias cuevas o aberturas, las cuales tienen entre dos y cuatro metros de alto y es posible pasar entre ellas en la pequeña embarcación. Hay ballenas con sus crías, pelícanos y decenas de iguanas buscando un poco de sombra en pleno verano. Se mantendrán a distancia, así que los turistas siempre estamos seguros en la lancha.
La playa Ventanas será, además, el escenario para almorzar. La barca venía preparada con toda la comida. El tour de avistamiento y snorkel incluye el almuerzo porque sale a las 7 a. m. del parque nacional y regresa a las 2 p. m., lo cual es casi una regla para los 23 operadores de tours en la zona.
Clases sobre olas
Las fuerzas aún dan para quedarse en Bahía Ballena un rato más, cuando la lancha regrese a la playa. Son las 3 p.m., hora de encontrarnos con Luis Quirós, surfista y guía turístico de Osa y quien tiene como objetivo ponernos de pie en una tabla, sobre el mar, para surfear ¿Qué se necesita? Fuerza en los brazos para remar, equilibrio y tiempo para intentarlo muchas veces. La zona no se caracteriza por tener las mejor olas del país, grandes y huecas, más bien son pequeñas e insistentes, un aliado para el aprendizaje.