Un sueldo mínimo de unas 2.000 liras turcas (unos 230 euros), el peso de una tradición cuyo origen es incierto y el aumento de las personas que se dedican a la profesión, hacen que vivir de ser bailarín koçek sea cada vez más difícil. Osman Celik empezó a serlo con unos 12 o 13 años, después de convencer a su madre para comprarle la ropa a su primo, que había sido koçek, y de emigrar a Estambul desde su ciudad natal, donde combinaba sus estudios con su trabajo de pastor. Fuente: [EFE]