(Fotos: Rafo Iparraguirre)
Anaí Padilla


Por Norka Peralta 

En la casa de Anaí siempre se respiró amor y orgullo por su raza, lo que fortaleció su personalidad y le permitió vivir una infancia y adolescencia feliz. Cuando terminó la secundaria se enfrentó a la discriminación por primera vez. Este fue el punto de partida para que tomara dos decisiones que hoy nutren su trabajo como actriz: profundizar en sus orígenes y comprometerse a mostrar situaciones de exclusión. Así, ha participado en obras que tratan la diversidad sexual y el bullying, y es vocera de diversas campañas, entre ellas las que apoyan el empoderamiento de las niñas. Para Anaí, la solución a más de un problema puede darse si hacemos algo tan sencillo como hablar de ellos y hacerlos visibles.

¿Cómo empezaste a vincular tu trabajo como actriz con temas como la discriminación o el bullying?
Todo partió de la curiosidad por saber quién soy. Cuando terminé el colegio, dejé de ser la niña que no salía de su barrio y enfrenté situaciones de discriminación y racismo. No me pasaron a mí, pero me hicieron consciente del problema. Recuerdo que hasta ese momento siempre me había sentido empoderada. Entonces, recurrí a mis raíces: ¿quién soy? ¿de dónde vengo? Para descubrirlo visité Aucallama, a las afueras de Huaral, de donde es mi familia. Allí supe que mi origen se remonta a la llegada de los esclavos de África. Desde ahí me involucro con organizaciones que tratan estos temas.

El ejercicio que hiciste reforzaría la identidad de muchos peruanos.
Nuestros problemas como sociedad parten de la falta de conciencia en todo sentido. No somos conscientes de nuestra identidad, de nuestros orígenes y, en especial, de las minorías. Hace poco mi mamá tuvo que usar silla de ruedas por un problema de rodillas y recién allí me di cuenta de que nos faltan rampas en las calles. Es cierto que falta mucho por hacer desde el Estado, pero desde la sociedad también nos falta tomar conciencia de las necesidades del otro.

Hay cada vez más actrices que sienten la necesidad de hacer activismo. ¿Es tu caso?
A veces me cuestiono el hecho de tener que reclamar derechos que, en la teoría, son similares para todos, pero me respondo a mí misma que no todos son conscientes de esto. Allí cobra importancia mi profesión, porque me permite acercar estos temas a la sociedad. Yo empecé con mi tesis para egresar de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático. Trató sobre “Estrella Negra”, un monólogo escrito por una uruguaya sobre una esclava que lucha por el amor y la libertad. Mi asesor fue Alberto Ísola, quien luego me convenció de hacer el papel de manera profesional. Interpreté el rol por tres años, porque ayudaba a visibilizar a la comunidad negra y daba a conocer mi trabajo.

¿De dónde viene la seguridad que proyectas?
Creo que la seguridad viene del amor propio y eso es algo que se nos tienen que inculcar en casa desde niños. En mi caso, siempre tuve referencias por las que debía sentirme orgullosa, porque soy nieta de Porfirio Vásquez (cantante, guitarrista y compositor de música criolla) y sobrina de Pepe Vásquez. En los medios de comunicación necesitamos más referentes de nuestra diversidad, porque así los niños se sentirán más representados y orgullosos de lo que son.

¿Y cuáles son tus referentes femeninos?
Son mujeres exitosas, fuertes y valientes como la poeta Shirley Campbell que escribió un poema hermoso que se llama “Rotundamente negra” y la cantante española Concha Buika, por la música que hace y su carácter. Tener referentes es importante porque te marcan una pauta de vida, un ejemplo a seguir y te animan a avanzar, aunque tengas situaciones en contra. Recuerdo haber conocido a Victoria Santa Cruz (compositora e investigadora) cuando era niña. Es uno de los personajes femeninos que más admiro por su inteligencia, fuerza, filosofía de vida y sentido del arte.

¿Qué objetivos tienes como actriz?
Tengo muchos sueños y soy idealista en mis creencias, pero a la vez realista y disfruto estar presente en cada momento porque eso, aunque suene trillado, me permite ser mejor. Si estás retándote todo el tiempo, no eres justa contigo misma porque te olvidas de disfrutar, te estresas y cometes errores. Yo prefiero vivir en el presente, siendo honesta con lo que puedo hacer y con los pies en la tierra. A veces la exposición pública te puede confundir, tienes que ser madura y segura de ti misma para darte cuenta y frenar tu ego.

Estudiaste cosmetología antes de ser actriz, ¿tienes algún secreto de belleza que sigas al pie de la letra?
Estudié cosmetología cuando estaba en el colegio, quería tener una carrera técnica que me ayudara a ser independiente, pero realmente no me maquillo mucho, solo cuando actúo y si el papel lo exige. Uso productos de calidad y me quito el maquillaje antes de dormir. Lo que sí me gusta hacer para sentirme bien es boxear. Es un ejercicio de cardio y fuerza que me carga de mucha energía y me activa.

En unos días Anaí saldrá de gira por Chile y Argentina con una obra infantil contra la homofobia, y en agosto, de regreso en Lima, será parte de un musical sobre Felipe Pinglo. Cuando la actriz piensa en su futuro, se ve siguiendo talleres de actuación, viajando y formando una familia. En ese orden. Pero antes de que llegue la maternidad, aún tiene mucho camino por recorrer y en ello se encuentra.

Fotos: Rafo Iparraguirre. Dirección de moda y styling: Antonio Choy Kay & Gerardo Larrea.


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