Lucía de Althaus Checa
A nadie le simpatiza la idea de ser una víctima. Pero, al menos en una reciente encuesta publicada por Semana Económica, las mujeres sufren más que los hombres. Sobre todo en lo que se refiere al equilibrio entre la familia y el trabajo. Según la encuesta, el 71% de mujeres trabaja más de ocho horas diarias porque tiene demasiada carga laboral, frente al 63% de hombres que afirma lo mismo. En consecuencia, el 62% de mujeres está insatisfecha con el tiempo dedicado a su familia, mientras que solo la mitad de los ejecutivos siente lo mismo. Podríamos decir que las mujeres de hoy nos encontramos en un momento complejo y en medio de dos corrientes contradictorias. Por un lado está el impulso de ser mujeres independientes y ambiciosas, y por el otro el boom de la crianza centrada en el apego para el desarrollo saludable de nuestros hijos.
Si a este entramado interno le sumamos el hecho de que aún no existen las facilidades para un trabajo más flexible, en donde el buen desempeño se mida más por resultados que por horas en la oficina, nos enfrentamos a la problemática actual: mujeres que abandonan su línea de carrera por la familia, otras que se quedan abrumadas y culposas por el poco tiempo que les queda para sus hijos, y empresas que pierden el valioso aporte de la diversidad (de género), que ya es sabido, genera mayor productividad y ganancias.
No todo es negativo
Un caso real: una mamá con empleo a tiempo completo por fin renuncia a su trabajo para pasar más tiempo con su hija de 10 años. La niña, le comenta, divertida luego de algún tiempo, que si bien le alegra pasar más tiempo con ella, preferiría que mamá volviera a trabajar, pues así no está encima suyo todo el día. Este ejemplo, ocurrido entre una madre e hija que tienen una buena relación, apunta a que la respuesta no siempre está en dejar de trabajar y abandonar los sueños profesionales.
Alternativas
Quizá la salida se encuentra en un conjunto de ideas y cambios. Las empresas, por su lado, necesitan cambiar sus políticas de trabajo de tal manera que se trabaje lo que Nuria Chinchilla, española y especialista en conciliación familia-trabajo llama ‘responsabilidad familiar’ pues una sociedad armoniosa se basa en familias sanas. Del otro lado de la ecuación estamos las mujeres, quienes debemos estar convencidas de lo valiosa que es nuestra presencia en una organización para saber pedir o exigir lo que corresponde. Abandonemos el prejuicio de que optar por ser una madre trabajadora te convierte en una mala madre. Por el contrario, si eres una madre ejecutiva pero siempre conectada emocionalmente con tu familia, eres más independiente y autónoma, un modelo fuerte de identificación para sus hijos, que transmite solidez, seguridad y sentimientos de orgullo. Además, estos niños van creciendo más independientes y sabiendo resolver problemas por sí mismos.
Ser una madre trabajadora es la opción más sacrificada, menos “perfecta” (por momentos sentiremos que vivimos en un caos), pero con más satisfacciones a largo plazo, si se logra mantener un buen y profundo vínculo emocional con los hijos. Sí se puede.
ALGO MÁS
TIP #1. Si recién has dado a luz y piensas en renunciar, espera al menos 3 o 4 meses, no actúes en caliente, cuando todo se ve peor.
TIP #2. Cuéntale a tus hijos tus sueños profesionales, por qué es importante para ti trabajar. Así les enseñas a entenderte y a que pueden tener sus propios sueños
TIP #3. Cuando llegues a casa, hazte cargo tú misma. No delegues el baño, la acostada, la cena, etc. Recupera el tiempo perdido.
Fuentes: Artículo “En busca de equilibrio” , en Semana Económica, 2015. Nuria Chinchilla blog.