Hasta hace pocos meses, cuando Rosa Castillo era criticada y reprobada por haber comprado a una perrita de raza, ella no entendía de dónde venía tanto drama. De hecho le indignaba un poco que alguien cuestionara el origen de su mascota.
“Me molestaba tanto que incluso yo terminaba juzgando a esas personas. Lo hacían de manera inquisidora, como impositivos y hasta prohibitivos. ¿Por qué se tenían que meter con mis decisiones?”, se preguntaba Rosa.
Sin aceptarlo del todo, poco a poco empezó a entender los argumentos de aquellas personas, al punto de terminar adoptando a una “hermanita” para su engreída Chicha.
Su primer perro
Hace 3 años, cuando Rosa todavía era soltera, se enteró que la perrita de una conocida, de raza Yorkshire Terrier, había tenido crías. Siempre le había encantado ese tipo de perros y decidió comprar un cachorrito. La llamó Chicha.
Al año, la perrita se enfermó de los riñones y Rosa tuvo que estar muy pendiente de su cuidado. Recién ahí fue consciente de la dedicación y tiempo que puede llegar a demandar un perro.
“Con Chicha me sensibilicé, entendí muchas cosas que desconocía por completo. Para educarme sobre el tema, entré a varias páginas de perros y empecé a ver la cantidad de animales sin hogar que buscan ser adoptados”, dice Rosa.
Llegó el punto en el que Rosa empezó a tomar en serio la posibilidad de adoptar uno. En ese momento andaba medio distraída con los preparativos de su matrimonio con José Antonio del Castillo, sin embargo la idea de adoptar un perro no dejaba de rondarla.
La familia crece
Hace poco más de 6 meses, en plena luna de miel en Jamaica, un día Rosa le dijo a José Antonio ‘Quiero adoptar a una perrita que lo necesite de verdad, así la ayudamos y acompaña a Chicha cuando esté sola’. Él estuvo de acuerdo y a pocos días de regresar a Lima, vieron una publicación en Facebook sobre una perrita que había sido encontrada en la calle en completo estado de abandono.
“En la foto que le tomaron antes de llevarla a un veterinario, la pobre estaba demasiado flaquita, encima parecía un rasta de lo crecido y pegado que tenía su pelo al cuerpo. Tendría entre 8 o 9 meses de edad”, recuerda.
La perrita llegó a casa de Rosa y José Antonio con erliquia, anemia, problemas de piel y una fractura en la columna que aún toca operar. Para no desentonar con Chicha, ambos decidieron llamarla Limonada.
“El primer mes me dediqué a ella. Hubo que tratarla con pastillas, darle baños medicados, alimento especial y luego más pastillas por la gastritis que le provocó el primer tratamiento”, dice Rosa. “Pero es increíble cómo ha mejorado en poco tiempo y es más increíble aún ver cómo ha pasado de ser tímida y retraída a mostrar su amorosa personalidad con un agradecimiento especial. Chicha es hermosa, pero siente que lo merece todo. Limonada se ha ganado su lugar”.
Han pasado 6 meses desde que Limonada llegó a esta familia. A los problemas de salud, se sumaron algunas reacciones que reflejaban traumas.
“Cuando agarraba la escoba, ella lloraba y se escondía. También se masticaba los pelitos de las patas, se los arrancaba y luego los vomitaba. Pura ansiedad y estrés. Hoy ya no sufre esas crisis y hasta juega con la escoba”, asegura Rosa.
Integrarla a la familia tampoco fue fácil, básicamente por los celos de Chicha. Los primeros días se peleaban por todo, hoy duermen juntas.
“Estoy haciendo que ellas suelten el apego conmigo con ciertas dinámicas. Intento ser coherente y equitativa con la atención que les doy, ayuda a reducir los conflictos entre ellas. Pero eso no ha sido lo único”, señala Rosa.
Una psicóloga de perros le explicó que los animales absorben la energía de sus dueños al punto de somatizar nuestras enfermedades.
“Los perros son espejos, reflejan nuestras conductas, emociones y energía. Por ende, mientras yo esté tranquila y equilibrada emocionalmente, ellas también lo estarán. Suena increíble, pero funciona. Finalmente somos una familia aprendiendo a vivir juntos, es una nueva experiencia para todos y la estamos pasando muy bien”, asegura Rosa.
Rosa aún tiene muy presente las veces en que fue juzgada por haber pagado plata para tener a Chicha. Se indignó, sí, y mucho, pero hoy ve las cosas desde otro ángulo.
“Existen demasiados perros en estado de abandono, la buena noticia es que se puede hacer mucho por ellos. Si tienes la posibilidad de adoptar uno, hazlo, pero si quieres comprar, también tienes el derecho y la libertad de hacerlo. Solo asegúrate de que sea en un lugar seguro, limpio y responsable, así también estarás aportando a reducir esta problemática”, dice Rosa.
“Todos los perros son hermosos y merecen un buen hogar", agrega Rosa. "En lugar de hacer juicios de valor, lo mejor es educarnos y educar a otros. Es chamba, pero la retribución y el amor que recibes a cambio es incondicional”.