Volante y Juan Carlos (Foto: Cortesía Yuulls)
Volante y Juan Carlos (Foto: Cortesía Yuulls)
Andrea Carrión

Éste es el clásico caso del perro callejero que nadie quiso, hasta que alguien lo valoró y le dio la oportunidad de pasar de mendigo solitario a un miembro más de su familia.

Maximiro Sánchez Ruiz cuenta que desde que vio a Volante, supo que debía ayudarlo. Al principio solo lo veía de vez en cuando, cuando visitaba su terreno en Carabayllo para supervisar los avances de su nueva casa. En cada visita, él y su familia se doblaban de pena al ver lo descuidado que estaba este animal, así como también lo estaban otros perros callejeros del mismo barrio.

“Tan joven y tan abandonado. Cuando todavía vivíamos en Surquillo, cada vez que visitábamos el terreno, siempre veía al perrito en la calle buscando comida en la basura o rascándose sin parar. El pobrecito estaba lleno de pulgas y garrapatas, típico de perrito de la calle”, comenta.

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Con el tiempo, Maximiro se fue enterando de que este animalito era todo un sobreviviente. De cachorro había sido encontrado solo en la calle por un vecino que se lo llevó a su casa, hasta que un día se mudó y lo dejó con una vecina. El problema era que esta vecina se iba varios días a trabajar y lo dejaba encerrado dentro de una casita pre fabricada. Ahí dentro el calor era intenso y Maximiro y su familia le daban comida a Volante e intentaban entretenerlo pues la vecina solo podía sacarlo de paseo los sábados.

“A ese perrito le han salvado la vida dos veces. Primero lo envenenaron y la vecina logró salvarlo dándole leche, aceite, agua caliente para que bote el veneno. Otra vez lo encontramos botado en la calle, casi muerto, le habían pegado. Ya sabe cómo es la gente”, agrega Maximiro, originario de Cajamarca.

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Hasta que hace unos 8 meses llegó el día en que esta familia dijo “¡Basta!”. Una vez bien instalados en su nueva casa, Maximiro, su esposa Melba Silva y sus hijos Alex (21) y Juan Carlos (16) acordaron recibir a Volante en casa, y convertirlo en su mascota.

“Juan Carlos siempre me pedía tener un perrito, así que hablamos con la vecina, recibimos a Volante, le dimos de comer, le compramos medicina para matar las pulgas y las garrapatas, y le pusimos sus vacunas. Es otro perro”, dice.

Maximiro asegura que Volante, nombre que le puso la vecina, se ha convertido en un perro muy leal y cariñoso con toda su familia. Le calculan unos 2 años de edad y lo cuidan como a un hijo más. No solo están al día con sus baños, sino también con el cepillado de sus dientes y de su pelaje.

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“Nos enorgullece haber recogido a un perrito que estaba abandonado y que hoy podemos tenerlo como se merece. La gente nos dice ‘¡Qué bonito que está el Volante, tanto que andaba botado!’”, comenta.

Encima resultó ser un perro muy educado. Anda entre la azotea y el resto de la casa como él quiera, se porta bien. Además espera paciente a salir para hacer sus necesidades en la calle, o las hace en su periódico. Y cuando sale, rapidito regresa. Le gusta estar en casa.

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“Yo no entiendo por qué tanto maltrato a los pobres animalitos. A veces hay personas que no sé... qué ideas tendrán al maltratarlos. A estos animales solo les falta hablar. El perro es como una familia más en la casa y eso mismo es nuestro Volante”, asegura Maximiro.

“Sin duda recomiendo ayudar y adoptar a los perritos que lo necesitan... ellos son muy agradecidos y encima no tienes que comprarlos, es gratis”, agrega entre risas.

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