Por Andrea Carrión / WUF
El plan era recibir un año nuevo tranquilo en un lindo alojamiento en plena naturaleza, bien lejos de la ciudad. Eduardo Graña y Maite Navarro estaban empezando a disfrutar del peculiar silencio de la selva cuando de pronto, apenas en su segunda noche de relajo, les llama la atención el gemido de algo que parecían varios cachorros juntos.
Efectivamente, cuando salieron de su cabaña y buscaron con la linterna de sus celulares, se encontraron con una camada de siete perritos arrinconados en una esquina debajo de la cabaña vecina. La madre dando vueltas y alejándose confundida y asustada.
“No podíamos creerlo. En ese momento no pudimos hacer mucho, pero amaneció y nos fuimos al pueblo de Sauce a comprar comida, leche y a buscar una caja de cartón que le sirviera de refugio a los perritos”, cuenta Maite. “Pero no estábamos preparados para lo que pasó luego”.
Al día siguiente, el mismo 1ro de enero, llovió tanto que Eduardo y Maite -con el permiso del dueño del albergue- acogieron a los perritos dentro de su cabaña. Lo que no sabían hasta ese momento es que los pobres animales eran unos saquitos andantes de pulgas, llenos de heridas por las picaduras.
Ese mismo día aprovecharon el mal clima para hacer algunas llamadas y buscar un albergue para perros que los ayudara pues el responsable del hotel no quería saber nada de los cachorros, solo quería quedarse con la madre, a quien usa para mantener a sus dos perros machos cerca. De hecho, ésta es la tercera camada de esta perrita y, aparentemente, el propietario del local no la quiere esterilizar para que sus perros, los que tiene de guardianes, no se vayan.
“Después de varias llamadas, finalmente mi mamá encontró a Gladys Ilich, una señora que rescata perros en Tarapoto, una ciudad que nos impresionó porque abundan los perros en la calle”, comenta Eduardo. “Esta señora rescata a los desamparados, enfermos y accidentados, los recupera y les busca hogar”.
La señora Gladys es quien actualmente tiene a su cargo a los siete cachorritos: La Vaca, la Mancha, El Chancho, El Flaco, el Pluto, el Stich y El Negro; 2 hembras y 5 machos que han recibido estos nombres temporales y que desde ya están en busca de un hogar que los adore tanto como ya lo hacen Eduardo y Maite.
“En pocos días hemos pasado mucho con ellos. El 2 de enero nos embarcamos de regreso con los siete. El viaje fue duro, aproximadamente dos horas en carro desde Sauce hasta Tarapoto, con una cruzada de río incluida. Dado que el auto no tenía aire acondicionado y que hacía tanto calor, nos preocupaba la deshidratación de los cachorros. Una botella de agua helada y una cañita nos ayudó a solucionar ese problema”, cuenta Eduardo.
Antes de dejarlos con la señora Gladys, llevaron a los animales a la Clínica Veterinaria Verástegui para desparasitarlos, vacunarlos y limpiarlos de las pulgas, las que llenaron más de media taza entre los siete, según cuenta Eduardo.
“Desafortunadamente, todos estaban con anemia y diarrea, pues hasta ese momento sólo habían vivido de leche vacuna y de comer los insectos que encontraban en el pasto, pero esto ya se está solucionando con alimentación balanceada”, agrega.
Actualmente Eduardo y Maite están en Lima –donde viven– coordinando la llegada de los cachorros, programada para el jueves de la próxima semana. Ya tienen dos adoptantes confirmados y uno tercero por confirmar. Y mientras les buscan hogar a todos, los perritos estarán en su departamento, donde además tienen a Nala, una Beagle de 4 años con algunos problemas de salud.
A estas alturas, además de adoptantes serios, responsables y comprometidos con adoptar a estos perritos para toda la vida, Eduardo y Maite están buscando ayuda en redes sociales para ampliar su búsqueda. Así que si crees que no puedes apoyar adoptando, pero deseas hacer algo, puedes hacerlo compartiendo esta historia.
Mientras la mayoría de personas en esta situación hubiera ignorado por completo los gemidos de estos cachorros, esta pareja dio tremendo paso al rescatarlos, pagar por su cuidado en una clínica veterinaria, gestionar su traslado a Lima y buscarles hogar.
“¿Qué nos mueve?”, pregunta Maite, “El saber que se podían morir, no podíamos dejar que les pase algo. Son seres vivos y encima son cachorros, no sería justo que se mueran solo porque nadie les presto atención”.
Para Eduardo ésta es una de esas experiencias que te llevan a mirar la vida desde otro ángulo.
“Antes de las redes sociales lo único que sabía era si querías un perro, ibas a la tienda a comprarlo. Ahora soy más consciente de la inmensa necesidad de hogar que tienen miles de mascotas no solo en Lima, sino en todo el Perú. Y la cultura, lamentablemente, no ayuda”, agrega Eduardo. “De antemano agradezco mucho el apoyo recibido. La cantidad de gente que se ha involucrado en esto es sobrecogedora y estamos muy agradecidos con todos”.
Gladys Ilich: "Me faltan manos"
Eduardo y Maite coinciden en que aquí no termina su misión con los perros sin hogar. Aseguran que esta experiencia los ha motivado a apoyar a la señora Gladys, quien necesita ayuda urgente con los 32 perros que alberga junto a 2 gatos y un perico.
Ella lleva más de 20 años realizando esta labor en Tarapoto. Empezó rescatando aves, luego perros y otros animales enfermos o accidentados. A partir de ahí es que creó el albergue canino ‘La creación de Dios’ en un terreno cedido. Actualmente se mantiene vendiendo rifas y ropa de segunda mano, con lo que apenas junta unos 300 soles al mes. Con eso vive ella en un cuarto extremadamente humilde y alimenta a sus animales.
“Antes no había tanta proliferación, pero con el aumento de la población de gente se ha quintuplicado el número de perros y gatos. Encima a cada rato los hacen tener crías para venderlas. Hay mucha gente ignorante por acá y lo peor es que hay mucha costumbre de botar animales y no hay cultura de esterilización ni castración. Lo mismo hacen con las aves”, comentó la señora Gladys en comunicación telefónica con WUF.
Según Gladys, debido a la inmensa necesidad que tiene para cuidar de tantos animales abandonados -no solo los que rescata sino también los que abandonan personas irresponsables en su puerta-, ha presentado proyectos a varias entidades públicas como la Municipalidad de Tarapoto y el gobierno regional, pero no le han dado importancia.
“Muy poca gente valora este trabajo. Me faltan manos, me falta apoyo voluntario”, señala Gladys. “A cada rato me llaman diciendo ‘Señora, aquí hay un perro herido o abandonado, venga a recogerlo’. ¡Me llaman como si tuviera un avión! Y si bien es cierto que muchos me apoyan adoptando o donando, también hay los malos adoptantes que no cuidan de sus mascotas como se debe”, agrega.
Una de las historias que conmovió a Eduardo y Maite es la de Blaquizita, una perrita de raza mixta de 10 meses de edad, que fue dada en adopción cuando tenía 8 meses y que dos meses después fue devuelta por estar enferma.
“Aparentemente la habían dejado todo ese tiempo en la azotea bajo el intenso sol de Tarapoto, pues la tenían de perro guardián. Ahora esperamos que se recupere y queremos apoyar a la señora Gladys a que siga ayudando a más animales”, señala Eduardo.
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Si deseas apoyar a Eduardo y Maite, puedes comunicarte directamente con ellos llamando a los números 997525478 o 963701160, o escribiendo un correo electrónico a la siguiente dirección: maitenavarro04@gmail.com
Si deseas conocer más del trabajo de la señora Gladys Ilich, visita su página en Facebook haciendo ‘click’ aquí.