Para Karen Dawson (31) aún no era el momento adecuado para adoptar una mascota: se acababa de casar, vivía con sus padres y estaba considerando estudiar una maestría en el extranjero. Sin embargo, todo cambió cuando Pivo Javier se cruzó en su camino allá por el 2017.
El siberiano apareció en la puerta del departamento de su prima, Claudia Dawson, una de las fundadoras de WUF, quien vio que el perro cojeaba y mostraba signos de abandono y abuso físico; e inmediatamente lo llevó a una veterinaria para que le realicen los chequeos respectivos.
“La acompañé para ayudarla con los gastos. En el veterinario, nos explicaron que el perro tenía erliquia y dos vértebras juntas producto de un trauma fuerte”, cuenta Karen. “Me enamoré de él al instante y ese mismo día lo adopté”.
Al salir del veterinario, lo primero que hizo fue llamar a su esposo y contarle la noticia. “Le dije: ‘acabo de adoptar un perro adulto y cojo’, y él me respondió: ‘está bien, pero tienes que buscar un departamento para mudarnos los tres’”, recuerda.
A la semana siguiente, la pareja ya vivía en un espacio amoblado y pet friendly. Para Karen, ese fue el momento en el que empezó a construir su hogar. “Para mí, una familia realmente está completa cuando tiene una mascota”, puntualiza.
Un perro especial
Fruto de sus años en las calles, a Pivo Javier le tomó aproximadamente tres meses el acostumbrarse a sus nuevos padres. “Por un buen tiempo no hizo contacto visual con nosotros, pero ni bien entró en confianza, empezó a recibirnos en la puerta y a pedirnos cariño”, dice Karen.
Para la marketera de profesión, más allá de las dificultades de ese periodo de adaptación, una de las razones que la motivó a darle un hogar a Pivo Javier, es que sabía que ella y su esposo iban a poder darle calidad de vida. Y es que el can tenía una enfermedad degenerativa que lo hacía cojear y caminar con dificultad.
“El veterinario nos explicó que operarlo no era una opción pero que, con tratamientos para el dolor, él iba a poder tener una vida normal”, señala Karen. Algo que ella resalta es que, a pesar de que su engreído tuvo que pasar por numerosos procedimientos e inyecciones, jamás gruñó ni se puso agresivo. “Siempre fue un perro muy agradecido y cariñoso”.
Por eso, ella es clara en recalcar la importancia de que los perros adultos y/o con discapacidades físicas sean considerados por los adoptantes. “Sí necesitan muchísimas pastillas, alimentación especial y bastante atención, y no todo el mundo puede comprometerse con esa responsabilidad, pero es incalculable la compañía y felicidad que dan”.
Lamentablemente, Pivo Javier solo compartió 1 año al lado de Karen y su esposo, ya que sus dolencias físicas se fueron agravando con el paso del tiempo.
“Tuvimos que recurrir a la eutanasia porque él sentía muchísimo dolor. Si bien eso fue muy triste, hoy es gratificante saber que vivió su último año de vida con nosotros y que nunca le faltó amor”.
Lista de espera
En el albergue Wasi wau, en Cieneguilla, conviven más de cien inquilinos de ‘cuatro patas’, incluyendo perros con necesidades especiales a los que les cuesta aún más encontrar un hogar.
Para Majo Morales, jefa del albergue, es importante recalcar que un perro con cojera sí puede llevar una vida tranquila con alimentación y medicación adecuada.
“Domingo tiene displasia de cadera. Sin embargo, él lleva una vida normal con los cuidados necesarios. Tratamos de mantenerlo en un peso equilibrado, toma sus Atrin a diario y el suplemento Nukhan. Cuando empieza a cojear, lo llevamos al veterinario: lo medican unos días para desinflamarlo y él continúa con su rutina”, cuenta.
Para Majo, no es complicado cuidar a un perro con una enfermedad degenerativa, pero sí es imprescindible darle atención y controlar su estado de salud para darle calidad de vida. “Es importante estar atentos para que el problema no llegue a mayores”.
Si quieres adoptar a un perro de Wasi wau, escribe a wasiwau8@gmail.com. ¡Recuerda que hay varios Wufs adultos en busca de un hogar! Ingresa a wuf.pe/adopta para encontrar a un amigo para toda la vida.