OSNJ abre temporada con ambicioso programa
Por Gonzalo Tello (Ópera Perú)
Como parte del trabajo que a mediano y largo plazo se ha trazado la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil (OSNJ) de ampliar su repertorio y trabajar con mucha dedicación cada uno de sus programas en los últimos años, hoy podemos disfrutar de una temporada mas nutrida de interesantes y complejas obras en su temporada anual que comienza recién, en el Gran Teatro Nacional.
La OSNJ presentó su concierto inaugural este domingo por la tarde, dirigida por su director titular, Pablo Sabat Mindreau. El programa propuesto fue atractivo y exigente, compuesto por Finlandia, Op 26, de Jean Sibelius, el concierto para corno y orquesta no. 2 TrV 283, de Richard Strauss y el concierto para piano y orquesta en la menor de Edvard Grieg, obras de tres compositores con gran trasfondo y mucho significado. Lo atractivo y particular de este concierto inaugural es la participación de dos solistas, en este caso el capo de cornos de la OSNJ, César Conde, y el legendario pianista español Joaquín Achúcarro, invitado especial de las dos orquestas del Ministerio de Cultura.
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Sabat inicia la conducción de Finlandia, obra profunda y emocionante que representa el grito de libertad finlandés en tiempos de opresión, y la música habla por si sola. El efecto que logran los metales en los primeros compases es brillante, parejo y rotundo, con sincronía estupenda. La lectura que hace Sabat de la obra es sincera, muy directa frente a los músicos y con mucha precisión técnica, tanto así que practicamente respira con ellos en la ejecución de cada instrumentista. Cierto exceso de volumen en la percusión oculta detalles y acentos de los vientos, y los contrabajos opacan un poco a los cellos y violines, que en tamaño no logran envolvernos con la magníficas melodías que Sibelius les escribió, sin embargo la obra no perdió su carácter imponente y la energía de Sabat permitió que escuchemos un versión intensa y vigorosa hacia el final.
César Conde, capo de cornos de la orquesta, se aventura como solista en una partitura desafiante como la del Concierto para corno y orquesta no. 2 TrV. 283 de Richard Strauss, en su estreno en Perú. Esta obra es una de las últimas que el gran compositor alemán escribió, con un sonido muy caractéristico de esta, su última época, en la que evoca al neoclasicismo mozartiano, pero con técnicas y recursos musicales del siglo XX. Las últimas obras de Strauss son de intimidad camerística, entre ellas el poema Metamorphosen y las Cuatro últimas canciones. Debido a la cancelación el año pasado de un concierto especial dedicado a estas últimas obras de Strauss, celebrando su 150 aniversario, Sabat ha buscado reprogramar estas obras en los primeros conciertos de este año.
Conde debe tocar permanentemente durante el primer movimiento Allegro y el tercero Rondó, allegro molto. Durante el andante con moto toma una parte secundaria en la que los vientos intercambian el protagonismo. Ese sonido característico de la orquestación de Strauss está muy presente en la orquesta, sobretodo en las cuerdas, lo cual me sorprendió gratamente y bellos acentos flotaron durante la ejecución. Un joven solista como Conde debe tener bastante coraje para exponerse con una obra complicada como esta y salir victorioso en el intento.
En la segunda parte, Joaquín Achúcarro interpretó el célebre concierto para la piano en la menor, Op. 16 de Edvarg Grieg, única obra de su tipo escrita por este compositor noruego que, curiosamente, resultó ser primo de la abuela del pianista, originaria de Bergen. Este concierto es uno de los mas románticos y bellos de su época por lo completa que es su escritura y en el que los grandes pianistas pueden demostrar sus capacidades virtuosas, tanto como su tipo de lenguaje y diálogo a través del piano. Achúcarro tiene esa habilidad, como he dicho antes, de hacer hablar a su instrumento y que este plantee su propio discurso, como un ser vivo con personalidad. El cuidado que le da para que cada nota sea orgánica y no mecánica es interesante, como lo es ver a un pianista con seis décadas de carrera poder realizar acrobacias virtuosas con mucho ímpetu. La conexión entre el director y solista fue precisa en un diálogo franco e inspirado. Sabat volteaba a mirar directamente a Achúcarro, siguiéndolo completa y cuidadosamente, y el pianista sentía cada compás de la orquesta y danzaba con energía interna. La brillante conclusión del concierto hizo que el público agradeciera de pie al también emocionado intérprete. Luego de tres salidas de agradecimiento se sentó nuevamente al piano para ofrecer como bis el Nocturno para la mano izquierda, Op. 9, no. 2 de Alexander Scriabin, pieza que ya habia regalado el viernes en su presentación con la Orquesta Sinfónica Nacional. Me encontré brevemente con el maestro en su camerino y su actitud era la de un joven extasiado despúes de un gran evento. “Qué placer da cuando se trabaja tan bien, ¡que gran trabajo has hecho Pablo!”, comentó.
Este programa ejecutado en el concierto inaugural demuestra los fuertes de la OSNJ, que son tener un excelente grupo de metales, vientos atentos y bello sonido de cuerdas. El tamaño aún reducido de la orquesta no deja que obras románticas o del siglo XX se luzcan con justicia, por lo cual sería importante hacer crecer a este elenco. La temporada que se viene es muy atractiva con obras muy desafiantes que creo la orquesta podrá interpretar con éxito.
Algo que también debería ir cambiando con el tiempo es la percepción y falso prejuicio del público, incluso melómanos que consumen este tipo de espectáculos, de ver a la OSNJ como orquesta menor y sin mayor atractivo. Me consta que la orquesta ha trabajado mucho con importantes resultados que merecen ser reconocidos, que deben elevar la expectativa e interés de parte de público entendido y prensa especializada. Estos músicos no sólo van a interpretar piezas muy atractivas durante su temporada, sino que también tendrán la oportunidad de demostrar sus capacidades en otros repertorios, en una serie de recitales de cámara en el foyer del Gran Teatro Nacional.