Cuando el Concorde aterrizó las lunas del Jorge Chávez se hicieron trizas, así reseñan las crónicas de los periodistas que lo vieron aquella vez. Eran las 4 de la tarde y un mar de gente se moría por verlo, para muchos parecía una airosa gaviota. Era hermoso y extraordinario. Llegó de Acapulco, para luego volar a Bogotá, y ese mismo día regresar a nuestro país para ofrecer una exhibición al público. La edición de El Comercio del 25 de octubre daba cuenta en su portada que el avión Concorde arribó con puntualidad inglesa. Asimismo, detallaba algunas curiosidades y pedidos especiales que se habían hecho desde París para el vuelo Lima-Bogotá-Lima.
Un día después salió rumbo a la ciudad colombiana. Eran las 9 de la mañana y el Concorde no solo llevaba a un grupo de personalidades invitadas, sino también anticuchos, ceviche, chicharrones y butifarras para el deleite de los pasajeros, que ya sabían de nuestro prestigio culinario. Por la tarde regresaron a nuestro país, luego de permanecer algunas horas en Bogotá. En total el viaje ida y vuelta solo duró 2 horas y 30 minutos causando el asombro de todos.
Entre quienes llegaron de París se encontraba la aeromoza de Charles De Gaulle, Hugette Reigneir quien se desempeñaba como jefa de las aeromozas y el primer piloto del Concorde, André Turcat. Para el domingo 27, el aeropuerto Jorge Chávez permitió el ingreso libre a todo limeño que quisiera tomarse una foto con el Concorde. Fue la única vez que lo tendrían tan cerca.
La historia del Concorde se comienza a escribir desde 1959. Gran Bretaña y Francia firmaron un acuerdo para construir un avión que conquistara el mundo. El Concorde se creó para recorrer largas distancias en un tiempo récord, podrías salir del aeropuerto de New York y estar en Londres para cenar tranquilamente. El Concorde sólo necesitaba 3 horas y 30 minutos a través de una velocidad crucero de Mach 2.02, es decir, a 2.140 Km/h.
Sin embargo, tuvo muchas idas y venidas antes de volar. Incluso estuvo a punto de ser cancelado en más de una oportunidad. Su alto costo, 2.100 millones de euros, siempre generó dudas. En total solo se fabricaron 16 aviones Concorde. Finalmente, el 2 de marzo de 1969 realizó su primer vuelo histórico, partiendo del aeródromo de Toulouse.
Desde ese momento se convirtió en un objeto de fascinación para el público. Muchos coincidían, no solo franceses y británicos, que Concorde no era solo un avión. Era un símbolo de lo extraordinario. Su primer piloto André Turcat, que también llegó al Perú, contó que pilotearlo era muy sencillo: “Cuando vuelas y estás en la cabina de mando ves las estrellas a tus pies. Aunque se vaya a gran velocidad parece que el avión se quedara quieto”
En 1975 se realizó el primer vuelo público y solo dos líneas aéreas del mundo la usaban Air France y British Airways. La velocidad del este avión llevaba consigo una serie de gastos que elevaban el costo del pasaje, unos 9.000 dólares en promedio. Allí solo existía la primera clase.
En sus asientos viajaban líderes políticos, altos ejecutivos, estrellas de rock y del cine, la realeza y alguna vez el Papa Juan Pablo II. Sin embargo, pese a su popularidad a fines de los 70 el Concorde perdía dinero. Una solución fueron los vuelos chárter. Tanto era el anhelo de la gente común y corriente por subirse al Concorde, que hasta se prestaban dinero solo por el gusto de viajar en el. La buena idea permitió que el Concorde continúe su despegue con éxito hasta que llegó el fatídico 25 de julio del 2000.
Un accidente muy cerca del aeropuerto internacional de Charles de Gaulle-Roissy en París causó la muerte a 113 personas. Tras lo sucedido, en el 2003 British Airways y Air France hicieron un anuncio conjunto sobre el retiro del Concorde. La historia de este avión supersónico llegaba a su fin. Ahora que se han jubilado, esos aeroplanos descansan en museos de todo el mundo.