Gladys Zender, la mujer más bella del mundo
El 19 de julio de 1957, el Perú festejó que la mujer más bella del mundo sea peruana. Ese día, Gladys Zender fue encumbrada al trono de Miss Universo. Ocurrió en Long Beach, California (EE.UU.). Era una noticia extraordinaria, la señorita Zender, de 18 años, se convirtió en la primera latinoamericana en ganar el famoso concurso internacional. La peruana sorprendió por su carisma, personalidad y belleza. En esa condición de Miss Universo, visitó el local del diario El Comercio, el 20 de agosto de 1957, un mes después de pasear el cetro de la mujer más bella del mundo.
Fue recibida con calidez por los directivos del diario, entre ellos el director Luis Miró Quesada y el presidente del Directorio, Oscar Miró Quesada (Racso). Un brindis con champán completó la visita, pero antes todos pasaron a los talleres del diario, donde los trabajadores los recibieron entre prolongados aplausos y vivas. Gladys Zender aprendió entonces a manejar la linotipia.
En el patio principal del diario, la reina recibió el aprecio de los periodistas, el personal administrativo y los directivos del periódico, pero además de gente de la calle que se había colado en medio del entusiasmo. Al salir del local, al lado de su padre Eduardo Zender, una multitud aclamó a la Miss Universo peruana. Su presencia en el diario El Comercio provocó una verdadera manifestación.
Walt Disney, el dibujante y animador genial
Fue el 9 de octubre de 1941, por la mañana, cuando el famoso artista gráfico norteamericano Walt Disney, creador de dibujos animados, pisó el local del diario El Comercio. Por esos días realizaba, junto a un grupo de dibujantes y animadores, una gira de estudio por Sudamérica. Ese día había llegado de y Valparaíso (Chile), de donde arribó al puerto del Callao en el barco “Santa Clara”. Antes aún estuvo en Buenos Aires (Argentina).
El carismático Disney llegó a Lima con mucho entusiasmo y curiosidad. Tenía 40 años y una humildad que desarmaba cualquier recelo ante él. Contó a Alejandro Miró Quesada Garland y a los demás periodista del diario que su educación primaria fue en el campo en Missouri y Kansas, y que su “primera empresa de negocios” fue ser canillita de diarios. Pregonaba y vendía, en un oficio muy común en esos años entre los niños pobres de Estados Unidos.
Disney se apasionó por el dibujo, la fotografía y las “escenas en movimiento”. Entre los directivos del diario, se sintió cómodo, pues era un hombre sencillo y muy cortés. No se consideraba un artista sino un “animador”. De esta forma, departió en El Comercio con los redactores y visitó cada sección del periódico, en cuyas instalaciones permaneció hasta el mediodía.
Mario Moreno “Cantinflas”, el comediante amado por todos
El famoso actor mexicano llegó a Lima por unas cuatro horas. Era una breve estadía, de esas de paso hacia Mar del Plata, Argentina, en donde participaría en el III Festival Cinematográfico de esa ciudad. Por eso su fugaz presencia en el diario El Comercio se realizó a las 6 y 30 de la mañana, luego de aterrizar a las 5 de la madrugada y pasear por una solitaria Plaza de Armas de Lima.
Eran las primeras horas del 13 de enero de 1961, y el inquieto Mario Moreno “Cantinflas” confesaba que sentía una “gran amistad” con la gente del diario, pues ya lo había visitado en otra ocasión. Mario Moreno paseó por el hall y los talleres, y vio el ánfora gigante para el sorteo de los geniogramas, donde posó con el personal técnico que ya estaba trabajando a esas horas.
Un jet lo esperaba en el antiguo aeropuerto de Limatambo para llevarlo a Buenos Aires. Mario Moreno cumplía ese 1961 sus primeros 21 años de comediante. No quiso hablar de política (Cuba era el tema obligado), pero sí de sus largos viajes que lo llevarían en esos días no solo a Argentina sino también a Uruguay (Punta del Este y Montevideo) y Brasil (Río de Janeiro y Sao Paulo). Conversó también brevemente del próximo estreno en Lima, en marzo de ese año, de su reciente filme “Pepe”. Luego de estar en el Centro de Lima, el actor mexicano visitó San Isidro, Orrantia y Miraflores; luego partió a continuar su historia.
Luis Álvarez, el señor del teatro peruano
Los actores peruanos visitaban el diario con alguna regularidad, a comienzos de los años 60; lo hacían para contar sus proyectos o sus propias historias o las de los personajes que encarnaban. Pero la llegada del maestro Luis Álvarez esa mañana del 12 de enero de 1961, con sus 48 años de edad encima, fue motivo de interés para los periodistas de cultura del diario.
Un maduro Álvarez era ya entonces un ejemplo de perseverancia. Y ello porque a los 32 años recién pudo dedicarse al teatro a tiempo completo; antes, en su adolescencia y juventud, tuvo que realizar muchos oficios u ocupaciones, entre ellos fue licenciado del Ejército en la selva y hasta conductor de tranvías. Pero su imagen tenía, en ese momento, una presencia indiscutible en la escena nacional. Cinco años antes había triunfado nacional e internacionalmente con la obra dramática “Collacocha”, la cual protagonizó en 1956.
Esa mañana de la visita venía a conversar sobre una obra que iba a dirigir e interpretar: “El acusador público”, de Fritz Hochwalder, una pieza que abordaba -en el contexto de la Revolución Francesa- la etapa del “terror revolucionario”. Lo iba a presentar el Teatro Universitario de San Marcos dentro de cinco días, en el teatro La Cabaña. Álvarez estaba muy interesado en difundir la importancia social e histórica de la pieza.
Mauro Mina, el ídolo del boxeo peruano
Le llamaban el “Huracán de Chincha” y era un boxeador de fuertes puños y de gran resistencia física. A las 10 de la noche, del 10 de enero de 1961, se enteró de que la Confederación Latinoamericana de Box (CLAB) lo había designado como campeón sudamericano de pesos medianos. Una hora después, a las once, visitó el diario El Comercio para darnos la primicia en persona.
Fue una deferencia especial y una prueba de su confianza en el diario Decano. Estuvo entre los redactores y, al lado de Oscar Terán y Joe de León, se dirigió a los talleres para ver la página con la noticia de su coronación boxística preparada en la portada. Mina estuvo más de una hora y se sintió como en casa. Casi al final de su visita, el reportero del diario decidió hacerle una última foto en las escalinatas de mármol de ingreso a la redacción.
Esa foto fue la despedida del campeón, su apoderado y su entrenador. “Eran casi las 12 de la noche y el chinchano dijo: ‘Con emoción y todo, ya me vence el sueño’”, indicaba la leyenda de la foto publicada en El Comercio al día siguiente.
Yola Polastri, la estrella juvenil de la televisión peruana
Cuando Yolanda o “Yola” Polastri se paseó por la redacción del diario El Comercio, el 8 de mayo de 1971, participaba en la telenovela “El adorable profesor Aldao”, de Panamericana Televisión. Allí actuaba junto a Regina Alcóver y Patricia Aspíllaga. Era entonces una joven artista televisiva de 21 años de edad.
Yola había estudiado ballet y teatro, y encontró en la televisión de los años 70 el espacio ideal para desarrollar su talento y carisma con las cámaras. Era una figura que despegaba y en los años siguientes se convertiría en la más juvenil conductora de programas de niños del medio: primero en “El mundo de los niños”, luego en “Los niños y su mundo” y finalmente en “Hola Yola”, todos esos programas en América Televisión.
Werner Herzog y Julianne Koepcke, el director y la sobreviviente
Él, un famoso pero discreto director de cine; ella, una reconcentrada sobreviviente de un accidente aéreo sufrido en su adolescencia, en la selva peruana. Ambos, Werner Herzog y Juliane Koepcke, visitaron en El Comercio, el archivo y la hemeroteca -como se aprecia en la foto- para investigar, es decir, para recoger material periodístico de ese año de 1971, año en que ocurrió el accidente aéreo de Koepcke.
Era el 17 de agosto de 1998, y Herzog pasó desapercibido en el diario, pero no el equipo de la televisión alemana que filmó una secuencia de "Viajes al Infierno", una serie sobre personajes que habían sufrido experiencias extremas. Juliane Koepcke era una de ellas. Ella, justamente, fue la que permaneció más tiempo en el antiguo Departamento de Investigación Periodística (DIPA, hoy Cedop), revisando recortes periódicos sobre la tragedia.
En el archivo, Herzog ya había estado unos días antes para pedir el fólder de accidentes aéreos. "No sabía que era Herzog", contó el archivero que lo atendió. El 17 de agosto muchos redactores tampoco lo reconocieron. Era un hombre más, con cámara en mano, que fotografiaba y revisaba material de archivo. Cuando fueron identificados, nadie dudó que la foto que le tomaron sería parte de nuestro patrimonio fotográfico.
Lech Walesa, el líder sindical de Solidaridad
El joven electricista polaco, que se convirtió en el líder político de Solidaridad y que llevó a su país a la democracia, Lech Walesa, llegó a Lima el día anterior para ser condecorado en Palacio de Gobierno. El 21 de junio de 2007, al día siguiente, visitó la sede de El Comercio, donde exaltó la importancia de los valores.
Su presencia en la redacción periodística más antigua del Perú y una de las más antiguas del mundo, emocionó a los editores y redactores que se encontraban en ese momento en plena faena de cierre. Nadie escribió por unos minutos. La atención fue completa. Todos pudieron ver su rostro algo envejecido, pero aun poderoso como en aquellos años 80, años de gran lucha sindical y política contra el yugo del gobierno comunista del general Jaruzelski (1981-1989).
A los 63 años, Walesa, premio Nobel de la Paz 1983 y presidente de Polonia de 1990 a 1995, dejó en El Comercio una huella imborrable. Él fue por dos décadas el mayor representante de la lucha por la libertad. La entrevista era de rigor, y ante la pregunta del papel de la prensa en su lucha sindical contra el régimen comunista en los 80, Walesa fue concluyente: “Sin la prensa no hubiéramos ganado. Desde el primer día de la huelga dejábamos entrar a los periodistas, no les poníamos ninguna dificultad porque sin ellos no ganaríamos. Si había un error nuestro, la prensa lo minimizaba”.
Quino, el querido creador de ‘Mafalda’
Joaquín Lavado, o mucho mejor, “Quino”, el querido creador de ‘Mafalda’, fue el invitado de honor a la Feria Internacional del Libro (FIL) de ese año, pero no podía irse del Perú sin visitar el diario El Comercio. El artista gráfico y escritor argentino lo hizo el 22 de julio de 2009. La noche anterior había llegado al país y al día siguiente, el 23, inauguró la FIL 2009 en el Museo de la Nación, donde presentaría el último de sus libros, “La aventura de comer”.
Desde que se anunció su llegada al diario, el hombre de 77 años que ya era causó un gran alboroto en el cuerpo periodístico de todas las edades. Muchos lo esperaban con libros, revistas o libretas para el anhelado autógrafo, y también con sus celulares en las manos para el ‘selfie’ que los eternizaría junto al genio. Joaquín Lavado permaneció en Lima durante cinco días más. Su semblante afable aún permanece intocable entre los que lo vimos y saludamos.