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Día de la Canción Criolla: 50 años después recordamos la triste despedida de la legendaria Lucha Reyes | FOTOS
El 31 de octubre de 1973, el Perú celebraba el Día de la Canción Criolla, por un lado; pero, por otro lado, en algún punto de Lima, la ciudad moría de pena por la muerte de Lucha Reyes, la cantante criolla que supo ganarse el cariño, el respeto y la admiración de su pueblo.
Año 1973, día 31 de octubre, hace exactamente 50 años, la cantante criolla Lucha Reyes apagaba su tierna mirada para siempre. Desde esa fecha, la voz de la ‘Morena de Oro del Perú’ se hizo eterna, quedando grabada en nuestra memoria colectiva a través de canciones como ‘Así lo quieres tú’, ‘Perdón por adorarte’, ‘Regresa’ y ‘Mi última canción’. Hoy, Día de la Canción Criolla, la recordamos en su frágil humanidad.
La vida de Lucila Justina Sarcina Reyes, su nombre completo, pero más popular como Lucha Reyes, comenzó en Bajo el Puente, en el tradicional distrito del Rímac, un 19 de julio de 1936, y solo duró 37 años, hasta el 31 de octubre de 1973. Ese día de luto y fiesta, de jarana y llanto, fue inolvidable. El Día de la Canción Criolla se enlutó con la partida de la ‘FlorMorena’. El país entero cantó con su cuerpo en el féretro la última canción de la querida intérprete peruana.
Mientras sus fanáticos marchaban con ella al hombro por las calles del centro de Lima, no podían olvidar que esa mujer, Lucha Reyes, había peleado realmente contra todo y todos para ser algo feliz y exitosa. La criolla no se rindió a pesar del abandono infantil que sufrió, y por el cual debió vivir en un convento de monjas franciscanas desde los 8 años.
Tampoco se rindió por otros trabajos que debió ejercer en su adolescencia (canillita, empleada del hogar, lavandera, etc.) ni tampoco por un matrimonio desgraciado con un policía, Jorge Henry Casquero (agente de la Guardia Civil).
La gente casi olvida que Lucha Reyes tuvo dos hijos, muy joven, con una pareja poco conocida (de apellido Cueto), durante la primera mitad de los años 50, aunque la leyenda popular habla de un tercero hijo perdido.
La masa que la acompañaba en su último paseo por Lima no sabía o quizás intuía que la ‘Morena de Oro del Perú’ había sufrido explotación laboral y que también debió lidiar con una corta y dolorosa enfermedad que acabó finalmente con sus sueños. Pero de lo que sí estaban seguros era que su voz, su calidad interpretativa, era inimitable en la canción criolla.
Por el vaivén de los cargadores del ataúd, esa mañana del 1 de noviembre de 1973, parecía que los restos de la cantante eran llevados al compás de algunos de sus valsescriollos, esas canciones desgarradoras, tristes, casi siempre de amores dolorosos; y eran así, porque ella misma vivía cada frase de esas composiciones que resumían su propia vida como un calco.
Las crónicas de esos días dieron los datos de su vida artística. Lucha Reyes era un talento que dio luz muy temprano; pero el inicio de su carrera podía anotarse desde el programa radial‘El sentir de los barrios’, en Radio Victoria, al que se unió en la mitad de losaños 50, cuando no llegaba a los 20 años.
La prensaperuana contaba que, desde muy joven también, Lucha Reyes mostraba una salud frágil, quebrada, pero ella debía seguir cumpliendo con sus obligaciones artísticas y no se hacía ver por un médico. Además, a los que la contrataban eso no les importaba mucho, solo querían que la artista cantara y cantara, horas y horas.
En medio de algunas crisis de salud, la criolla debutó en el Teatro Pizarro de la Plaza Italia, en Barrios Altos. Era 1960 y el criollismo aún vivía su edad de oro. Su mejor tiempo. La voz particular de Lucha Reyes, con un timbre melodioso y resonante al mismo tiempo, y su intensa interpretación, no pasaron desapercibidas para los empresarios. Uno de ellos fue Gonzalo Toledo, el administrador de la “Peña Ferrando”, quien la incorporó al grupo artístico.
En la famosa “Peña Ferrando” debió, además, hacer imitaciones. Entre las que hizo, destacaron las de la cubana Celia Cruz y de la mexicana Toña La Negra, estrellas de la época; con esas imitaciones se ganó a pulso el cariño del público peruano.
En 1967, una colega suya, Lucila Campos, la invitó a la Peña Karamanduca de Lince. Allí, en medio de un ambiente puramente criollo, convenció a los más exigentes círculos criollos de ese momento. Lucha Reyes tenía un magnífico registro para ese género nacional, pero además gozaba de un talento adicional: su carisma y su cuidadoso vestuario de colores llamativos.
Lo de la “Morena de Oro del Perú' nació del ingenio de Augusto Ferrando en la “Peña Ferrando”; y lo de la “Flor Morena” a la creatividad del compositor criollo Augusto Polo Campos, autor de su vals emblemático ‘Regresa’.
La biografía de Lucha Reyes ya poco importaba ante el dolor de verla muda, introducida en un ataúd, desde ese miércoles 31 de octubre de 1973. La radio y la TV. dieron la noticia, y el feriado de Todos los Santos, 1 de noviembre, desde muy temprano, los diarios de Lima le dieron la noticia a todo el país: “¡Lucha Reyes ha muerto!”.
Ese 31 de octubre fatídico, la artista amaneció débil, pero quería ir a una misa al lado de su pareja, el guitarrista Ausberto Mendoza, y de su joven hijo Alejandro Cueto Sarcines, de 20 años. Lucha Reyes era una fiel devota del Señor de los Milagros y había asistido a darle su homenaje el 28 de octubre, el último día de la procesión.
En ese trance de querer ir a una misa fue que ocurrió el paro cardiaco. El señor Mendoza la llevó a la Clínica Internacional, ubicada en la avenida Wilson, y allí fue que se confirmó su muerte.
Ya sea por una tuberculosis o por otra enfermedad (se habló de una arterioesclerosis y una diabetes tipo 1), la ‘Flor Morena’ se encontraba muy mal de salud. Incluso, tenía problemas para ver bien desde hacía meses. Ya estando muy enferma, es ella quien le pidió a Augusto Polo Campos una canción para decir adiós a su público.
Sin embargo, Polo Campos no lo pudo hacer, pero sí otro compositor, Pedro Pacheco Cuadro, quien escribió ‘Mi última canción’, nada menos que en una agencia funeraria, la ‘Agencia Zamudio’, frente al Hospital del Empleado (Hospital Edgardo Rebagliati Martins); allí, en esos tiempos, se reunían gente del mundo del criollismo.
La despedida de la ‘Morena de Oro del Perú’ por las calles de Lima fue todo un acontecimiento. Su cuerpo visitó Radio Victoria, donde todo empezó para ella, también algunas calles de Lince, donde la adoraban y, por supuesto, por la Iglesia de San Francisco, congregación a la que le debía su formación cristiana.
Escenas de dolor, gente cantando o recitando los versos de sus valses, se vieron en esa marea humana ante su féretro. Sobre todo tarareaban ‘Regresa’, que resonaba de grupo en grupo, pues se la sabían de memoria. De la Iglesia San Francisco el cuerpo de Lucha Reyes viajó en los brazos de sus admiradores hasta Cementerio El Ángel, en Barrios Altos.
Ese Día de la Canción Criolla de 1973 fue muy distinto: conmovedor, doloroso, desesperanzador. Solo se recordó la voz de Lucha Reyes.
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