(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
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Carlos Batalla

Tenía 80 años cuando murió el 14 de setiembre de 1994. Luis Miró Quesada Garland, ‘Cartucho’, había nacido el 14 de mayo de 1914 y su vocación fue la arquitectura. En ese ámbito profesional destacó como especialista técnico con un gran espíritu humanista. Miró Quesada vivió apasionado con la nueva arquitectura y las innovadoras corrientes del arte contemporáneo. En esa idea, siempre soñó con integrar la realidad peruana a esa nueva cultura del siglo XX.

Estudió en el Colegio de los SS.CC. Recoleta, y luego en la antigua Escuela de Ingenieros (hoy Universidad Nacional de Ingeniería - UNI), donde se graduó como arquitecto en 1938. Desde la década de 1940, se convirtió en uno de los pensadores y teóricos más sobresalientes de su generación. Uno de los primeros trabajos arquitectónicos de 'Cartucho' fue el edificio de la Municipalidad de Miraflores, que incluía, como nunca ocurrió antes, una galería de arte.

Fundador de “Espacio”: creatividad y funcionalidad

Miró Quesada fundó a mediados de los años 40, junto con otros jóvenes arquitectos, la “Agrupación Espacio” y desde el comienzo se presentó como uno de sus animadores más conspicuos. Luego se sumaron talentosos y jóvenes artistas como Fernando de Szyszlo, Jorge Eduardo Eielson, entre otros.

En 1945, el arquitecto Miró Quesada publicó su primer libro “Espacio en el tiempo”, en el que, con espíritu pionero, desarrolló la teoría de la “arquitectura funcional”. Pero no se quedó solo en la teoría, con una coherencia absoluta llevó a la práctica sus ideas al concebir la primera casa funcional que se construyó en Lima: su propia casa.

Hacia 1947, las bases teóricas de la "Agrupación Espacio” estaban muy bien cimentadas y enfocadas en renovar la arquitectura peruana bajo los preceptos con la concepción funcionalista. Formado en las enseñanzas de Frank Lloyd Wright y Le Corbusier, Miró Quesada fue así consolidando sus principios visuales y arquitectónicos aplicados a la construcción de edificios públicos y privados. Su cátedra en la UNI se convirtió en un faro de enseñanza renovadora, tanto como sus artículos en la revista “Espacio” y sus propias columnas en el diario El Comercio.

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
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Las conferencias que la “Agrupación Espacio” organizaba desde distintas sedes como el Instituto Cultural Peruano Norteamericano (Icpna) y organismos institucionales como la Sociedad de Arquitectos del Perú, la Sociedad de Ingenieros del Perú y la Asociación de Técnicos del Perú, eran consideradas especializadas, pero lo suficientemente didácticas como para ser entendidas por un público informado. Las charlas buscaban darle sentido de contemporaneidad al ámbito intelectual limeño.

“Espacio” apoyó en la difusión de temas o conceptos tan relevantes como la “arquitectura doméstica” o la “vivienda colectiva” (la urbanización Palomino fue una de las obras de Miró Quesada en colaboración con otros jóvenes arquitectos); todo ello, fueron asuntos claves que la revista y su fundador Luis Miró Quesada llevaron a la práctica hasta donde fue posible. El artista cruzó las fronteras de la arquitectura y también influyó en el significado de la modernidad en las artes plásticas peruanas. En ese mismo sentido, participó activamente en el Instituto de Arte Contemporáneo (IAC), desde donde analizó e interpretó de manera profunda las expresiones artísticas del Perú.

Un artista y un maestro

En muchos sentidos, Luis Miró Quesada Garland fue un maestro que -al igual que su tío Óscar Miró Quesada ‘Racso’ en los temas científicos- se preocupó por difundir ideas y categorías de la arquitectura moderna y el arte y el pensamiento contemporáneos. Era por ello un hombre de su tiempo, y a la vez del futuro, visionario y activo como pocos intelectuales de la segunda mitad del siglo XX.

Esa visión peruanista se ampliaría más allá de las preocupaciones del día, ya que sus propuestas se dirigían a intensificar los estudios sobre las ciudades precolombinas de la Costa y la Sierra, y las combinaba con sus intereses profesionales. Uno de estos intereses era la arquitectura moderna de los Estados Unidos de América.

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
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Ciertamente, ‘Cartucho’ rechazaba la idea popular de que la característica principal de la arquitectura norteamericana eran los rascacielos, tan llamativos en los años 50 por razones obvias. Él veía más allá de esas sólidas alturas, observaba los detalles, las casas horizontales, la convivencia de lo interior con lo exterior; es decir, una arquitectura alejada de las formas abstractas y, más bien, vista como un producto vinculado íntimamente con el medio ambiente.

Miró Quesada, quien llegó a ser presidente del Instituto de Urbanismo del Perú, solía indicar que había cuatro aspectos fundamentales sobre los que debía incidir el urbanismo: la vivienda, el tránsito, el trabajo y la recreación. Estas fueron las ideas que puso en práctica cuando desarrolló numerosos planes piloto para las diversas ciudades del interior del país, entre ellas, el Cusco, urbe monumental que sufrió un grave terremoto el 21 de mayo de 1950. A raíz de esa tragedia telúrica, que afectó gravemente la parte histórica de la ciudad incaica, desde la Sociedad de Ingenieros del Perú, a la que pertenecía, ‘Cartucho’ trabajó en un plan piloto para esa ciudad, el cual explicó en detalle el 8 de noviembre de 1951, justamente en el Día Mundial del Urbanismo.

Para Luis Miró Quesada el Cusco era, en efecto, una ciudad imperial, histórica, pero a la vez una “ciudad viviente”, con valor humano y social; ese doble carácter era lo que él y su grupo de trabajo tomó en cuenta en ese plan piloto. Allí dijo algo concluyente: “Hay que plantear sus problemas [del Cusco] en términos de hoy y con visión del mañana”. Enfrentar la realidad inmediata, pero no perder de vista el horizonte, el porvenir. Solo esa idea ya era toda una cátedra maestra de arquitectura.

Demócrata y hombre de prensa

Había llegado a ser director del suplemento El Dominical y de El Comercio Gráfico, pero desde que regresó la democracia al Perú en 1980, Luis Miró Quesada volvió a ser protagonista activo -una vez más- de la vida civil peruana. Algunos años después apoyó la causa democrática que encabezó el escritor y amigo suyo, Mario Vargas Llosa, con el Movimiento Libertad, donde fue presidente de la comisión organizadora de su Primer Congreso Nacional en 1989.

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
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Su compromiso con los ideales liberales, que reaccionaban desde la civilidad a la crisis política, social y económica del gobierno estatista de Alan García, fue total y sincera. Miró Quesada fue secretario de Ideología y asesor del ya candidato a la presidencia Mario Vargas Llosa. Involucrado completamente con los llamados “libertarios”, integró incluso el equipo del Plan de Gobierno del Frente Democrático (Fredemo).

Meses antes de su desaparición definitiva, siguió escribiendo en el diario El Comercio notas de arte como en años anteriores, pero sobre todo se embarcó en los temas políticos y económicos en la sección Opinión. Fue un hombre generoso con sus ideas y escritos. Publicó artículos y notas en el diario Decano, pero también lo hizo en las magníficas revistas culturales que dirigió el poeta Emilio Adolfo Westphalen, primero en “Las Moradas” (1947-1949) y luego en “Amaru” (1967-1971).

Luis Miró Quesada falleció hace 25 años en Lima, esa ciudad que tanto amaba y soñaba con ver a la altura de cualquier otra capital del mundo. Su muerte, como dijo meses después su amigo Fernando de Szyszlo, “nos hizo a todos más pobres”.

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