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Mesa Redonda: el caso de un mercado que hace 70 años ya era insalubre, hacinado y peligroso
Hace casi 23 años, un infernal incendio en Mesa Redonda, la zona comercial del centro de Lima, la dejó en cenizas. Ocurrió el 29 de diciembre de 2001. Pero su triste historia de desidia municipal y caos comercial comenzó décadas atrás. A fines de diciembre de 1953, El Comercio reveló la verdad de Mesa Redonda.
Mesa Redonda siempre estuvo en el mismo lugar, allí donde la conocemos hoy. Digamos que está “en el corazón de Lima”, pero no en el de las autoridades que desde hace 70 años la dejaron a su suerte o, mejor dicho, en manos de sus vendedores ambulantes. Si hacemos un viaje en el tiempo y llegamos a fines de diciembre de 1953, podremos ver que en cuestión de salubridad nada nos hace mejores que nuestros conciudadanos de los tiempos del dictador Manuel A. Odría.
“Mesa Redonda” era el nombre de una calle, y junto a la otra calle, la del “General”, formaron un espacio urbano muy popular, desde los años 50 (quizás antes). Estaba, como se describía en la crónica del diario decano del 28 de diciembre de 1953, “a pocos pasos de la Plazuela de Santa Catalina”, y allí se vendía, especialmente alimentos, comida, en condiciones deplorables.
En 1953 ya todo era un caos. “El centro de la pista para vehículos y parte de la vereda colindante, han sido ocupados por unas especies de ramadas que simulan ser puestos para la venta de artículos alimenticios, que son expendidos en sospechosas condiciones, debido a la absoluta carencia de higiene en el lugar”, describía el diario.(EC, 28/12/1953)
En pocas palabras, Mesa Redonda era una “paradita”, alrededor de la cual vivía mucha gente. Sus vecinos experimentaban cada vez más una sensación de hastío ante esas colmenas de vendedores y expendedores de comidas que no parecían descansar ni de día ni de noche.
Aparte de la bulla, los deprimidos vecinos de Mesa Redonda debía luchar con los desperdicios y desechos que los desconsiderados ambulantes les dejaban como regalos de Navidad en las puertas de sus casas o en las entradas de sus quintas. EC, 28/12/1953)
AÑOS 50: MESA REDONDA CARECÍA DE AGUA Y DESAGÜE EN PLENO VERANO
Ese 28 de diciembre de 1953, fungía de alcalde de Lima, Luis Larco Ferrari (1903-1976), un trujillano que había sido alcalde de La Punta – Callao, entre 1925 y 1930, y que acababa de asumir la de Lima ese mismo año. Entre 1950 y 1952, había sido alcalde limeño Eduardo Dibós Dammert (el papá del futuro alcalde ‘Chachi’ Dibós).
Larco se quedaría en el sillón de Nicolás de Ribera El Viejo hasta 1955, y fue recordado principalmente por haber construido el primer baipás de Lima, en el cruce de las avenidas Arequipa y Javier Prado, en San Isidro. Larco fue reemplazado por Héctor García Ribeyro, y luego fue elegido diputado en 1963.
Admirador de los baipases, Larco no podía hacer nada, al parecer, con Mesa Redonda. No más de 10 cuadras lo distanciaban desde el Palacio Municipal, pero allí no parecía llegarle los olores fétidos que cada tarde y noche invadían la ciudad desde esa calle. A esto, se debió sumar la falta de agua en la zona, lo que justificaba a los pequeños comerciantes no limpiar adecuadamente sus puestos y alrededores. (EC, 28/12/1953)
Para tener algo de agua, los vendedores o tenderos de Mesa Redonda debían acudir a algún caño de vecindad o de alguna tienda comercial, las cuales les cobraba a su antojo. Era un círculo vicioso. Regularmente, los vendedores permanecían en el lugar, diariamente, “de 7 de la mañana a 7 de la noche”. Los baños también eran alquilados por algunos vecinos.
El cronista del diario decano señalaba que, en ese aspecto, todo parecía indicar que Lima o “la Capital de la República ha retrocedido media centuria”. Es decir, a principios del siglo XX, cuando los limeños se devanaban los sesos por resolver la peste bubónica en la calle Paruro y la calle Capón, no muy lejos de allí. (EC, 28/12/1953)
AÑOS 50: HABLAN LOS TRABAJADORES DE MESA REDONDA
Los vendedores de Mesa Redonda estaban organizados en una “Asociación de Trabajadores”. Su presidente, por supuesto, también tenía un puesto y allí fue encontrado por el periodista del diario. El presidente de la “Asociación de Trabajadores de la Paradita de Mesa Redonda”, era Román Zurita León, quien dijo de entrada que su entidad representaba a120 trabajadores, debidamente registrados.
Zurita contó que en 1949 se había empezado a formar esta “paradita”, y desde el comienzo no contaron con el apoyo de las autoridades ediles. Peor aún, dijo, los persiguieron en vez de darle facilidades y soluciones (al parecer se referían al alcalde anterior, Dibós Dammert). (EC, 28/12/1953)
Con el alcaldeLarco parecía ya haber un acuerdo, señaló Zurita. El municipio limeño recibía “una cuota mensual de mil soles, que es abonada por la Asociación, que a su vez la recolecta de entre sus miembros”. Explicó, además, que sus asociados pagaban “cincuenta centavos diarios por cada puesto, con el fin de atender al sostenimiento de un guardián nocturno”. Y aseguró que “veinte personas entregan cada día, en forma directa, al Concejo, la cantidad de un sol cincuenta por puesto”. (EC, 28/12/1953)
El dirigente Román Zurita trató, en todo momento, de atenuar la evidente falta de limpieza de Mesa Redonda. Habló de una “Inspección de Higiene del Concejo Provincial”, y que ellos eran los que controlaban “el aspecto sanitario”. Por ese motivo, la asociación que presidía había adquirido “unos cilindros para ser utilizados como depósito de basura”. (EC, 28/12/1953)
Pues esos cilindros de nada servían, porque a la vista estaba que los desperdicios adornaban las veredas y la pista de Mesa Redonda. Sobre el agua, Zurita se puso más firme y seguro, porque indicó que el municipio no estaba cumpliendo con la instalación de agua en la zona comercial, un pedido que hacían desde1949.
Las declaraciones de Román Zurita revelaban -para el cronista del diario- que la idea de los vendedores no era irse a otro sitio; todo lo contrario: era quedarse allí con sus servicios de agua y desagüe debidamente instalados. Es decir, “darle un sentido de permanencia a la `paradita’”. (EC, 28/12/1953)
Si la idea era darles esa permanencia, el diario decano exigía a las autoridades de Lima -ya en diciembre de 1953- que les dieran entonces funcionamiento a los servicios de agua y desagüe, porque de lo contrario aquello podía convertirse “en un foco de infección del que puede surgir una epidemia”. (EC, 28/12/1953)
EL COMERCIO ABOGABA POR EL TRASLADO DE LA ‘PARADITA’ DE MESA REDONDA
Pero El Comercio tenía clara una cosa: pese a las justificaciones de la asociación de trabajadores y a las explicaciones de los funcionarios del Concejo Municipal de Lima, el lugar de Mesa Redonda era, sin duda, un foco de infección. No solo era un tema de “ornato público”, la propia salud del vecindario estaba en peligro.
Su traslado debía ser inminente, y a un “lugar preparado de antemano”, considerando el proceso de modernización que ya había experimentado la capital limeña. Eso era lo mínimo que debía exigirse. “En esa forma se evitaría ocasionar perjuicio alguno a los pequeños comerciantes que en tan modesta manera ganan el diario sustento y el beneficio sería grande para todos”. (EC, 28/12/1953)
Así se vivía la realidad de Mesa Redonda hace 70 años. Una historia de Lima que parece no tener fin.
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