Tres semanas antes de la ceremonia de inauguración, un incendio dañó una parte del Palacio de Gobierno. El hecho, ocurrido el 3 de julio de 1921, no alteró en nada el programa de celebraciones por el centenario de la independencia que tenía el presidente Augusto B. Leguía. Días más tarde, se inauguró uno de los monumentos conmemorativos más importantes del país: la plaza San Martín.
Ceremonia icónica
Luego de ordenar la reconstrucción de palacio, Leguía se alistó para presidir el evento central que sería el develamiento de la estatua del libertador don José de San Martín, en la nueva plaza del mismo nombre, que hacía pocos días se había abierto al público limeño. En el lugar, antes funcionaba el hospital San Juan de Dios y una estación ferroviaria, que fue demolida en 1910.
La ceremonia oficial fue el 27 de julio de 1921. Para ello, llegaron al puerto chalaco diversas delegaciones de marinos franceses, italianos, españoles, argentinos y estadounidenses. Esa mañana, el presidente Leguía pronunció un breve discurso en el que mostró su admiración por el libertador, para luego, desvelar el monumento. Cuenta el reportero de El Comercio de aquellos años que los más aplaudidos durante el desfile alrededor de la plaza fueron los militares argentinos conocidos como los “Granaderos de San Martín”.
Para cerrar esa mañana histórica, seis aviones sobrevolaron la nueva plaza, realizando sorprendentes maniobras aéreas. Una salva de cañones se escuchó no tan lejos. El sonido atronador provenía del cuartel de Santa Catalina; mientras tanto, en las iglesias, las campanas repiquetearon impetuosas.
Modernización en la plaza
Si bien la plaza San Martín y los edificios que la rodean son producto del trabajo de varios arquitectos, el conjunto mantiene una armonía estilística -influenciada por el modernismo- poco común en la ciudad. El trazo y la ornamentación original corresponden al arquitecto Manuel Piqueras Cotolí, quien delineó los jardines y mandó a colocar faroles estilizados de bronce, bancas de mármol, piso de granito y cuatro fuentes de agua en las esquinas de la plaza. Fue él quien concibió también el espacio central en el que se levantó la estatua del libertador, esculpida por Mariano Benlliure, un artista valenciano muy reconocido en España.
Las grandes construcciones que rodean la plaza fueron edificadas en distintos períodos y diseñadas por diferentes arquitectos. El Teatro Colón y el edificio Giacoletti (incendiado en 2018) fueron construidos en 1914, antes de la inauguración de la misma. El Hotel Bolívar y los portales de Zela y Pumacahua fueron creados por Rafael Marquina y levantados entre 1925 y 1926. El Club Nacional -obra de Ricardo de Jaxa Malachowski y Enrique Bianchi- fue construido en 1929. Finalmente, los edificios Fénix, Sudamérica y Boza y el cine Metro, fueron levantados en el período que va de 1935 y 1945 y sus diseños corresponden a José Álvarez Calderón y Emilio Hart-Terré.
Aunque, desde esta época la arquitectura del lugar se ha modificado muy poco, pues, afortunadamente, la plaza pudo resistir el desorden urbanístico que caracterizó gran parte de la segunda mitad del siglo XX. Hoy la plaza es segura y luce ordenada, limpia y verde. Además, ostenta una impresionante iluminación que hace sobrecogedoras las visitas por las noches.