Uno de los problemas de salud pública global más significativos es, sin duda, la hipertensión arterial, debido a su prevalencia y las complicaciones asociadas, que contribuyen a altos índices de discapacidad y mortalidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de casos de esta enfermedad se ha duplicado en las últimas décadas, específicamente, entre 1990 y 2019, pasando de 650 millones a más de 1.280 millones. Además, se calcula que aproximadamente el 46% de dicha cifra no está diagnosticada, mientras que, se estima que cuatro de cada cinco personas hipertensas no reciben un tratamiento adecuado.
Lamentablemente, este es un padecimiento que, a menudo no presenta síntomas evidentes, motivo por el cual, es catalogada como “un asesino silencioso”, ya que es uno de los principales factores de riesgo para muchas otras condiciones de salud, como las enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares (ACV), insuficiencia renal, deterioro cognitivo e incluso demencia vascular y Alzheimer.
Por esta razón, la hipertensión ha sido objeto de numerosos trabajos científicos por su impacto no solo a nivel cardiovascular, sino también en la salud cerebral. Recientemente, un estudio publicado en la edición del 14 de agosto en la revista Neurology investigó sobre relación entre la hipertensión arterial y el riesgo de desarrollar demencia y deterioro cognitivo.
El artículo titulado “Hypertension and Risk of Dementia and Cognitive Decline: A Systematic Review and Meta-Analysis”, en el que se analizaron 14 estudios, los cuales contaron con la participación de 31.250 pacientes con una edad promedio de 72 años, obtuvo como resultados que, las personas con hipertensión no tratada tenían un 36% más de riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer en comparación con las personas sin hipertensión y, un 42% de riesgo con respecto a aquellas que tomaban medicamentos para controlar esta condición. Igualmente, se determinó que la hipertensión también estaba asociada con un mayor deterioro cognitivo, el cual se incrementa en un 14% con cada aumento de 10 mmHg en la presión arterial sistólica.
¿Por qué la hipertensión arterial es un problema de salud tan importante?
La hipertensión arterial es una afección crónica en la que la presión de la sangre contra las paredes de las arterias es excesivamente alta, lo que obliga al corazón a trabajar más arduamente para bombear sangre. Como señaló Leslie Cho, cardióloga de Cleveland Clinic a Bienestar, esta enfermedad se mide en función de dos cifras: la presión sistólica (cuando el corazón late) y la presión diastólica (cuando el corazón está en reposo), por lo que la hipertensión se define como la elevación continua de la presión arterial con valores superiores a 130/80 mmHg.
“Aunque la edad avanzada, las causas genéticas y el sobrepeso u obesidad pueden incrementar el riesgo de sufrir de hipertensión arterial, los factores de riesgo modificables, como una dieta elevada en sal, la falta de actividad física o el consumo excesivo de alcohol también incrementan la predisposición a desarrollarla”, explicó José Manuel Sosa, cardiólogo de la Clínica Internacional.
Desde luego, esta enfermedad se convierte en un problema de salud aún más relevante cuando está mal controlada o simplemente no es tratada, ya que repercute significativamente en la calidad de vida. De acuerdo a Cho, las personas corren un mayor riesgo de sufrir complicaciones, como infartos, ACV, insuficiencia cardíaca y enfermedades vasculares periféricas. Además, en el día a día, estos pacientes pueden manifestar dolores de cabeza, visión borrosa, fatiga, mareos y, en etapas avanzadas, insuficiencia respiratoria y dolor torácico, así como también puede tener un impacto emocional, dado que pueden experimentar ansiedad y preocupación constante por la enfermedad, lo que afecta la capacidad de disfrute.
¿Cómo la hipertensión puede afectar a la salud cerebral y su funcionamiento a largo plazo?
La hipertensión es un factor de riesgo clave para el deterioro de la salud cerebral a largo plazo, ya que los vasos sanguíneos del cerebro son especialmente sensibles a los cambios en la presión arterial, y cuando esta se mantiene alta durante largos períodos, puede causar daño a las arterias cerebrales. En concreto, esto puede reducir el flujo de sangre y oxígeno al cerebro lo que, a su vez deteriora el tejido cerebral, afectando áreas claves correspondientes a ciertas funciones cognitivas, como la memoria, el razonamiento y el procesamiento de la información.
“La hipertensión puede contribuir en el deterioro cognitivo cuando no está bien controlada. En estos casos produce la microangiopatía hipertensiva, que es la lesión de las arterias más finas del cerebro, en las cuales se producen microinfartos múltiples que empiezan a generar fallos en la memoria, lo que se conoce como demencia vascular o enfermedad vascular cognitiva”, precisó el neurólogo Oswaldo Cachay.
¿Cuál es la relación entre la hipertensión y el Alzheimer?
La hipertensión arterial produce un daño en la vasculatura cerebral, lo cual va a condicionar a que se produzcan una serie de eventos, como la isquemia cerebral, es decir, que va a haber una disminución del oxígeno que llega a una parte específica del cerebro o también puede causar la rotura de un vaso sanguíneo, lo que genera pequeñas hemorragias cerebrales. Según el doctor Alfonso Uribe, neurólogo de la Clínica Ricardo Palma, ambos casos resultan en unos procesos neuroinflamatorios que puede facilitar la acumulación de las dos proteínas tóxicas- la beta-amiloide y la tau- que están vinculadas al Alzheimer, lo que conlleva a que la progresión de la enfermedad se manifieste de manera más rápida. Sin embargo, controlando factores de riesgo modificables, como la presión arterial alta, es posible ralentizar el proceso de neurodegeneración.
Además, como indicó la neuróloga, el umbral específico a partir del cual el riesgo de demencia, tanto vascular como de Alzheimer aumenta significativamente, es cuando la presión arterial sistólica está por encima de 140 mmHg; no obstante, el riesgo puede comenzar a incrementarse incluso en personas con niveles más bajos de presión arterial, conocidos como prehipertensión (120-139 mmHg).
De igual manera, el estudio de Neurology sugirió que, la hipertensión en la mediana edad (40-65 años), tiene una asociación más fuerte y significativa con el riesgo de Alzheimer y otras formas demencia en etapas posteriores de la vida. Básicamente, esto se debe a que el daño a los vasos sanguíneos del cerebro comienza mucho antes de que los síntomas del deterioro cognitivo se hagan evidentes. Por consiguiente, las personas que tienen hipertensión durante este período suelen acumular más daño cerebral a lo largo del tiempo, lo que aumenta las probabilidades de desarrollar enfermedades neurodegenerativas más adelante en la vida. En cambio, si bien la hipertensión en la vejez (mayores de 65 años) también puede contribuir al deterioro cognitivo, el riesgo es mayor cuando la presión arterial elevada comienza en etapas más tempranas.
¿Qué diferencias existen en el riesgo de desarrollar Alzheimer entre personas con hipertensión tratada y no tratada?
Las personas con hipertensión no tratada tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar demencia, incluyendo el Alzheimer. En la investigación se encontró que, la falta de control o tratamiento de la enfermedad se relaciona a un aumento del 42% de sufrir de un mayor daño cerebral, por ende, a desarrollar demencia, lo cual es más pronunciado cuando la hipertensión está presente en la mediana edad.
En el caso de aquellos que tratan su hipertensión, el riesgo de demencia es menos claro, dado que los resultados indican que, si bienel tratamiento de la hipertensión puede mitigar algunos de estos riesgos, en realidad los beneficios del tratamiento no son concluyentes para eliminar completamente el riesgo. Sin embargo, el control de la presión arterial parecer reducir el impacto negativo en la salud cognitiva, por lo que es fundamental priorizar la intervención temprana en estos pacientes.
“Los pacientes que logran reducir y controlar su presión arterial mediante el tratamiento adecuado, que incluye cambios en el estilo de vida y el uso de medicamentos antihipertensivos, muestran una menor incidencia a desarrollar enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, ya que se reduce el daño a los vasos sanguíneos del cerebro”, sostuvo la especialista de Cleveland Clinic.
¿Qué síntomas podrían indicar un posible deterioro cognitivo en una persona hipertensa?
Las personas con hipertensión deben estar atentas a los primeros signos de deterioro cognitivo, ya que a menudo son sutiles y pueden confundirse con el envejecimiento normal. Básicamente, como refirió Uribe, el paciente puede empezar a tener pérdida de memoria de las cosas recientes, problemas de atención y planeación, dificultades para realizar tareas cotidianas que antes eran sencillas, así como también desorientación en lugares familiares, cambios en la personalidad, apatía, ansiedad, depresión y dificultades para resolver problemas o tomar decisiones. Adicionalmente, puede presentar problemas a nivel del lenguaje, por lo que, en ocasiones, la persona puede perder el hilo de la conversación.
¿De qué manera podrían las personas hipertensas reducir el riesgo de deterioro cognitivo y demencia?
Las personas con hipertensión deben seguir un enfoque integral para reducir el riesgo de deterioro cognitivo y Alzheimer. Por ello, Leslie Cho brindó las siguientes recomendaciones:
- Controlar la presión arterial: Mediante el uso de medicamentos recetados, como los inhibidores de la ECA (enzima convertidora de angiotensina), bloqueadores de los receptores de angiotensina II, diuréticos tiazídicos o bloqueadores de los canales de calcio, y realizar un monitoreo regular, es importante para mantener la presión arterial en niveles saludables (menos de 120/80 mmHg). Sin duda, esto es especialmente importante en las personas de mediana edad, pues un adecuado control de la enfermedad en dicha etapa es crucial para prevenir el daño a largo plazo de los vasos sanguíneos cerebrales.
- Adoptar una dieta saludable: Seguir una dieta baja en sodio, rica en frutas, verduras, granos enteros y grasas saludables, como la dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension), puede ayudar a reducir la presión arterial y proteger la salud cerebral.
- Hacer ejercicio regularmente: Al menos 30 minutos de actividad física moderada durante tres a cinco veces por semana pueden ayudar a mantener la presión arterial bajo control y mejorar la circulación al cerebro.
- Reducir el consumo de alcohol y dejar de fumar: Estas medidas pueden reducir el riesgo de daño a los vasos sanguíneos y proteger el cerebro a largo plazo.
- Controlar otros factores de riesgo: Las personas con hipertensión deben gestionar otros problemas de salud, como la diabetes y el colesterol alto, que también aumentan el riesgo de deterioro cognitivo.
“Es fundamental considerar que la interacción social regular es esencial para mantener una buena salud cerebral, pues el aislamiento social puede incrementar el riesgo de deterioro cognitivo y depresión, factores que a su vez pueden contribuir al desarrollo de enfermedades como el Alzheimer. Además, mantener el cerebro activo mediante actividades cognitivas estimulantes, como resolver acertijos, aprender nuevas habilidades o idiomas, leer o participar en juegos de estrategia, fortalece las conexiones neuronales y mejora la plasticidad cerebral. Estas actividades no solo fomentan el bienestar mental, sino que también pueden reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas”, destacó el neurólogo de la Clínica Ricardo Palma.
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