Un súper antibiótico medieval barre con una moderna súper bacteria
En un interesante experimento, investigadores británicos siguieron al pie de la letra la preparación de un remedio de la época medieval para la infección de los ojos. Dicha mezcla de ajos, cebollas, vino y bilis de vaca logró matar a la peligrosa súper bacteria Estafilococo aureus resistente a los antibióticos. Sin duda este es un baño de humildad para todos los que creen que los antiguos médicos no tenían idea de lo que estaban haciendo.
Uno de los problemas de salud más grandes que tiene nuestra moderna civilización es el de la resistencia de las bacterias a los antibióticos. Tan grave es este problema que en abril del año pasado, la Organización Mundial de la Salud publicó su primer reporte sobre ese tema llamado “Resistencia a los antimicrobianos: informe mundial sobre la vigilancia”. En él se dice, y citamos al pie de la letra: “En ausencia de medidas urgentes y coordinadas por parte de muchos interesados directos, el mundo está abocado a una era posantibióticos en la que infecciones comunes y lesiones menores que han sido tratables durante decenios volverán a ser potencialmente mortales», «Los antibióticos eficaces han sido uno de los pilares que nos ha permitido vivir más tiempo con más salud y beneficiarnos de la medicina moderna. Si no tomamos medidas importantes para mejorar la prevención de las infecciones y no cambiamos nuestra forma de producir, prescribir y utilizar los antibióticos, el mundo sufrirá una pérdida progresiva de estos bienes de salud pública mundial cuyas repercusiones serán devastadoras.»
En ese sentido, hace dos semanas y debido a que más de dos millones de norteamericanos se infectan cada año con esas súper bacterias resistentes y 23.000 personas mueren por esas infecciones, el Presidente Obama dio a conocer el reporte de un grupo de expertos convocados por la Casa Blanca para enfrentar el mismo problema. En su “Plan Nacional de Acción para combatir la resistencia de las bacterias contra los antibióticos”, los expertos se ponen la meta de que para el año 2020, se reduzca el mal uso de los antibióticos en un 50 % en los consultorios externos, y en un 20 % en pacientes hospitalizados.
Estando entonces a merced de las bacterias, microbios que tienen miles de millones de años de evolución en el planeta y que nos van a ganar siempre en cualquier batalla, es que la receta medieval contra las conjuntivitis toma especial relevancia y crea la necesidad de que la humanidad cuente con soluciones alternativas al desarrollo de los antibióticos.
Un libro de más de mil años
El rey Alfredo de Inglaterra, considerado por muchos como un santo, dio mucha importancia a la educación y al bienestar de sus súbditos en su reinado entre los años 871 a 899. Una de las muchas contribuciones de su reino fue el libro Leechbook de Bald o Medicinale Anglicum, considerado por los expertos, como uno de los primeros tratados de medicina en la historia de la humanidad y que se encuentra en la Biblioteca Británica. En ese libro se dan recetas para muchos padecimientos, entre ellos para las conjuntivitis o infecciones purulentas de los ojos.
Dicha receta fue traducida por la Dra. Christina Lee, profesora de la Universidad de Nottingham, quien convenció a la Dra. Freya Harrison del Centro de Ciencias Biomoleculares para que prepare la receta y vea si funcionaba o no.
La receta tiene los siguientes ingredientes: ajos, puerro o cebolla, vino y bilis de vesícula biliar de vaca y la Dra. Harrison siguió al pie de la letra la receta, la cual incluye que se haga en un recipiente de latón (aleación de cobre y zinc), que se deje reposar por nueve días y que se filtre en una tela especial. El producto final es un líquido cristalino, amarillento y más o menos viscoso.
Moderna explicación para la acción de un viejo remedio
Lo interesante es que la Dra. Harrison enfrentó, en el laboratorio, el preparado medieval a una de las grandes bacterias enemigas de la medicina moderna, el Estafilococo aureus resistente a la meticilina, conocido como MERS y que es una verdadera plaga en el mundo entero. Se sabe que en América Latina por ejemplo, 90% de las infecciones por estafilococos son producidas por esas MERS que no responden a ningún antibiótico.
El experimento incluyó el uso de heridas artificiales en piezas de colágeno y de ratones con heridas infectadas por el MERS. Ambos fueron expuestos a cada uno de los ingredientes individuales por separado o la receta completa. Ninguno de los ingredientes individuales tuvo efecto alguno, mientras que el preparado, hecho siguiendo al pie de la letra la antigua receta, barrió completamente con el terrible MERS. Solo una de cada mil bacterias sobrevivió a la potente mezcla.
Para probar la efectividad del preparado medieval, los investigadores dejaron crecer la bacteria hasta el punto en que formaron los llamados “biofilms”, que son capas tan gruesas de microbios, que no pueden ser eliminadas con ningún antibiótico. Increíblemente, el preparado barrió también con los biofilms de MERS.
Los investigadores encontraron también que cuando el preparado es demasiado diluido para matar al MERS, este interfiere con la comunicación bacteriana célula-célula, llamado en inglés “quorum sensing” o percepción del grupo mínimo de bacterias. Este es un hallazgo clave, ya que las bacterias tienen que “hablar entre sí” para activar los genes que les permiten dañar los tejidos infectados. Se piensa que el bloqueo de ese mecanismo de comunicación celular podría ser una forma alternativa de tratamiento de las infecciones por MERS.
Y por último, para comprobar si el antiguo preparado era también efectivo en eliminar las bacterias resistentes de heridas infectadas en seres vivos, la Dra. Harrison pidió la colaboración de la Dra. Kendra Rumbaugh de la Texas Tech University en Estados Unidos. Los experimentos en esta universidad demostraron que el preparado eliminó el 90% de las súper bacterias que infectaban las heridas en ratones. Según la Dra. Rumbaugh, el efecto del preparado medieval demostró ser igual o superior al que tienen muchos antibióticos modernos cuando son enfrentados a diversas bacterias en el laboratorio.
Reflexiones
Sin duda que este descubrimiento nos demuestra que muchos antiguos remedios, desarrollados antes de la evolución de la disciplina que ahora llamamos ciencia, pueden ser efectivos. Nos preguntamos qué bases empíricas habrían llevado a los antiguos médicos a desarrollar este tipo de mezclas. ¿Por qué en vasos de latón, será que el cobre o el zinc tienen algún efecto? ¿Por qué usar el ajo y la cebolla, que desde tiempos inmemoriales han sido usados como medicamentos? ¿Por qué la bilis de la vaca, que modernamente se usa en los laboratorios de microbiología para matar a las bacterias gram positivas y dejar solo a las gram negativas? ¿De dónde obtuvieron esa información, como llegaron a imaginar esa mezcla?
Otro aspecto importante de destacar es la colaboración entre los diferentes especialistas en una universidad. ¡Qué gran idea de la Dra. Christina Lee, quien es una lingüista y jefa de Estudios Vikingos de la Universidad, de pedir la colaboración del Centro de Ciencias Biomoleculares para hacer el experimento!
También es importante reflexionar que al igual que la lucha contra el cáncer se está centrando en la inmunoterapia, como un modo natural de tratar al cáncer, de repente sería mucho más efectivo buscar métodos naturales para luchar contra las infecciones.
Es también importante entender que si bien es cierto que las medicinas vernáculas existen en todo el mundo, su efectividad pueda ser comprobada, tal como nos lo demuestran los experimentos arriba descritos y que fueron presentados en la reciente Conferencia Anual de la Sociedad General de Microbiología en Inglaterra.
Por otro lado, que lástima que nuestros gloriosos antepasados Paracas, Mochicas, Quechuas y Aymaras no supieron escribir, ¡cuántas maravillosas y efectivas recetas nos hubieran dejado! ¡Qué maravilloso hubiera podido ser tener la receta exacta de los anestésicos que usaban para hacer las trepanaciones craneanas que efectuaban para operar tumores cerebrales o de los preparados y emplastos que usaban para que no se les infecten las heridas!
Y por último, es muy importante que los científicos modernos sepamos valorar y respetar a los empíricos de todos los pueblos del mundo, su arte y su práctica es de mucho valor y como decía mi antiguo maestro, el psiquiatra Max Arnillas, “el médico no debe tener miedo de ensuciarse los fundillos del pantalón (las sentaderas) entrando a la casa del curandero y sentándose a su mesa”.