Una histórica devaluación: a 25 años del Inti
El 1 de enero de 1986 el Sol de Oro, creado en 1931, colgaba los botines para dar paso a una nueva unidad monetaria: el inti. Ambas habían coexistido desde el 12 de enero de 1985, en que la nueva moneda recibió el soplo de vida con la aprobación de la Ley de Reforma Monetaria, como consecuencia de la agobiante devaluación que golpeaba al Perú de aquellos tiempos.
La historia de la economía peruana de los años ochenta está ligada a la corta y tormentosa biografía del inti. Los Enatru recorrían la Vía Expresa, la juventud vestía jeans gastados y las fiestas chicha reinaban en el centro de Lima, cuando esta moneda comenzó a habitar en los bolsillos de los peruanos.
En los últimos meses del segundo gobierno de Fernando Belaunde Terry (1980-1985), la imperiosa necesidad de revitalizar la moneda peruana obligó a prescindir del sol, para así recuperar la confianza del mercado peruano e internacional a través del flamante inti. El Sol de Oro, que había sustituido en abril de 1931 a la Libra Peruana, ya había cumplido su ciclo.
Durante 1985 la transición del sol al inti fue lenta y complicada, pero necesaria. El 1 de febrero los precios y las transacciones comerciales se empezaron a expresar en intis, aunque los pagos se mantuvieron en soles por algún tiempo.
Luego, el 1 de abril los documentos relativos al presupuesto y las estadísticas de organismos oficiales comenzaron a hacerse en la nueva denominación monetaria.
Recién el 15 de mayo los peruanos pudimos “palpar” el cambio, cuando entraron en circulación las monedas de un céntimo de inti, equivalente a 10 soles; y de diez céntimos, equivalente a 100 soles. En la plateada moneda la imagen principal era la del héroe Miguel Grau Seminario. Los soles, sin embargo, continuaban en el mercado.
“El inti solo es un poco de maquillaje para la inflación”, sostenía Javier Silva Ruete durante los primeros meses de vigencia de la flamante unidad monetaria. El 28 de julio de 1985 el Perú estrenaba nuevo gobierno con el presidente Alan García Pérez.
Empero, la maquinaria productora de denominaciones continuó su marcha: el 10 de diciembre de 1985 empezaron a circular los billetes de 10 intis, de color azulado y con la imagen del tradicionalista Ricardo Palma. También aparecieron los de 100 intis, con el rostro del Mariscal Ramón Castilla.
Pero la inflación había comenzado a carcomer la economía peruana y el valor del dinero se volatilizaba. En 1986 ingresan los billetes de 500 intis (Túpac Amaru II) y en 1988 aparecen los billetes de mil intis (Mariscal Andrés Avelino Cáceres).
En los dos años siguientes, la crisis se agudizó, la hiperinflación devoraba inmediatamente el poder adquisitivo del inti, llevando al gobierno a la creación de billetes de mayor denominación. En diciembre de 1988 se incorporan al mercado los billetes de cinco mil intis (Miguel Grau) y, en mayo de 1989, aparecen los de 10 mil intis (César Vallejo).
Los bolsillos de los peruanos estaban llenos de un dinero que perdía el valor en cuestión de horas. Las billeteras reventaban de un papel moneda que cada día mermaba su poder adquisitivo de manera exponencial. El 5 de agosto de 1989 largas colas se podían apreciar en las agencias bancarias por la escasez de billetes de alta denominación.
El 17 del mismo mes entraron en circulación los billetes de 50 mil intis, con la imagen en tonos rojizos de Víctor Raúl Haya de la Torre; y los de 100 mil intis, con el rostro de Francisco Bolognesi. En abril de 1990 aparecen los billetes de 500 mil intis (con el rostro de don Ricardo Palma, que también había estado en la denominación de 10 intis).
El 8 de agosto, ya en el gobierno de Alberto Fujimori, el ministro de Economía, Juan Carlos Hurtado Miller, anuncia el “shock” por televisión, actualizando los precios y convirtiendo los billetes en poco menos que artículos de colección.
El 10 de agosto de 1990, en horas de la tarde, los bancos suspendieron su atención por falta de intis. Los peruanos mirábamos los billetes que habían quedado en nuestros bolsillos con incredulidad: ya no valían nada. Bastaba ir al mercado y pedir un jugo de piña de 23.000 intis o uno especial de 55.000 intis. Se habían convertido en articulos de lujo. Imposible pensar en tomarse uno de naranja (350.000 intis).
Aún así, el 11 de agosto entran en circulación los billetes de un millón de intis (Hipólito Unánue). En ese momento aquel millón de intis equivalía ya a menos de tres dólares del mercado paralelo. Es decir, con ese millón no nos alcanzaba ni para comprar dos botellas de aceite de un litro de esos momentos.
El 14 de agosto de 1990 empiezan a circular los billetes de 5 millones de intis (Antonio Raimondi), la más alta denominación a la que se tuvo que llegar para facilitar las transacciones comerciales.
Era hora de que el inti pasara al retiro: La ley 25295 del 3 de enero de 1991 estableció como unidad monetaria del Perú el “Nuevo Sol”, equivalente a un millón de intis, que entró en circulación el 1 de julio, desplazando definitivamente la inservible moneda.
Hay muchas maneras de graficar la pérdida de valor adquisitivo del inti, pero solamente apelaremos a dos métodos bastantes sencillos. Recordemos, por ejemplo, cómo fue aumentando el precio del pollo en el quinquenio del inti: en enero de 1986 el kilo de pollo estaba a 22 intis. En junio de 1987 había subido a 34 intis. En setiembre de 1989 ya alcanzaba los 8.800 intis. Y en agosto de 1990 el kilo de pollo llegaba a 350 mil intis.
Otra manera simple de ver la caída que tuvo la moneda nacional es comparándola con el dólar estadounidense. El inti nació en enero de 1985 con un tipo de cambio de 6.5 intis por dólar, es decir, representaba algo más de 15 centavos de la moneda estadounidense. En junio de 1985 el dólar equivalía a diez intis y en noviembre de 1987 a veinte intis.
En setiembre de 1988 el dólar equivalía a doscientos intis y en febrero de 1989 se compraba por mil intis. En noviembre equivalía ya a 10.000 intis. Finalmente, en junio de 1990 un dólar llegó a valorizarse en 50.000 intis.
(Miguel García Medina)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio