Tensión en Irán: 444 días en cautiverio
El 20 de enero de 1981 los estadounidenses estuvieron “pegados” a sus televisores a la espera de una resolución que permitiera la liberación de 52 compatriotas tomados como rehenes en Teherán. Aunque Ronald Reagan juraba como presidente ese mismo día, la prensa mundial miraba de reojo lo que estaba por definirse en el continente asiático, específicamente en Irán.
El largo proceso de negociaciones alcanzó ribetes de thriller en los días previos a la decisión final: en la Casa Blanca el presidente Jimmy Carter, a 48 horas de dejar su cargo, revisaba hoja por hoja el proyecto del acuerdo con los fundamentalistas islámicos, mientras una jauría de periodistas esperaba, a escasos metros de la oficina oval, el epílogo de un episodio que había empezado más de un año antes en las calurosas tierras iraníes.
El Irán de aquellos años
Irán era un hervidero de fanatismo religioso a principios de 1979. El 16 de enero el Sha Mohammad Reza Pahlevi huye con su familia y el régimen se desmorona ante la insurgencia de la revolución islámica, movimiento liderado por el Ayatollah Ruollah Jomeiny, quien arriba del exilio el 4 de febrero e impone un gobierno interino a cargo del primer ministro Mehdi Bazargan.
Mientras Reza Pahlevi representaba la occidentalización del país, muy afín a los intereses de Estados Unidos, la ideología teocrática de los ayatollah propiciaba el fundamentalismo religioso más extremo.
El gobierno de Washington, en una estrategia poco exitosa, había subestimado el poder de influencia de Jomeiny, quien, sin embargo, había conseguido desde el exilio allanarse el camino para volver a tierras persas a implantar un nuevo tipo de estado. La Casa Blanca pagaría caro aquella miopía geopolítica.
Con el ayatollah en el poder los síntomas del cambio se empiezan a notar en las calles. Se impone el chador (pieza de tela semicircular que se coloca sobre la cabeza cubriendo todo el cuerpo, salvo la cara), lo que constituye un símbolo de adhesión de las mujeres a la revolución.
Pero la efervescencia revolucionaria llega a su clímax cuando el 4 de noviembre de 1979 una multitud de estudiantes islámicos asalta la embajada de Estados Unidos, tomando como rehenes a las 98 personas que laboraban en la sede diplomática.
Los hechos se precipitaron por la decisión estadounidense de dar asilo temporal a Reza Pahlevi, una evidente provocación al nuevo régimen iraní. Los agitadores, en respuesta, amenazaron con retener a los rehenes hasta que las autoridades de Estados Unidos entregaran al ex Sha a la justicia islámica.
Empieza en ese momento una cadena de embestidas entre Washington y los grupos extremistas ante la inmovilidad de Mehdi Bazargan, lo que dejaría en claro que el gobierno oficial de Irán no tenía el poder real para contener las acciones de los rebeldes islámicos.
Idas y vueltas diplomáticas
El 9 de noviembre de 1979 la ONU exige la liberación de los rehenes, pero sin éxito. Después, el día 12, Estados Unidos decide cortar las importaciones de petróleo desde Irán. Los días 19 y 20 trece rehenes -mujeres y afroamericanos- son liberados. Luego, el 12 de diciembre, el gobierno de Washington expulsa a 189 diplomáticos iraníes. Tres días después el Sha se exilia temporalmente en Panamá.
El 1 de enero de 1980, la situación se complica aún más cuando el secretario general de la ONU, Kurt Waldheim, acude a Teherán a negociar, pero fracasa en sus propósitos.
En abril el gobierno iraní exige a Jomeiny terminar con la situación, pero éste demuestra su poderosa influencia y se niega. Estados Unidos, en represalia, rompe relaciones con el gobierno de Irán y Carter deja abierta la posibilidad de una acción de fuerza.
Rescate fallido
El 25 de abril de 1980 la tentativa de liberar a los rehenes mediante una operación militar fracasa dejando en ridículo a la primera potencia militar. Un comando de marines había partido a bordo de ocho helicópteros de un portaaviones que cruzaba el golfo Pérsico para reunirse con aviones de transporte en un punto secreto del desierto iraní, pero todo salió mal.
Dos de los helicópteros abandonaron la misión por fallas técnicas. Un tercero quedó averiado en el desierto. Otro, después de haber llenado sus tanques de combustible, chocó contra un avión de transporte y dejó como saldo 8 soldados estadounidenses muertos. Luego los cadáveres fueron expuestos en Teherán como prueba del desastre de la misión.
Cambio de la situación
El 27 de julio de 1980 Reza Pahlevi muere en El Cairo, y el 22 de setiembre del mismo año Irán e Irak entran en guerra. Ambos hechos alteran el tablero y permiten a ambos países redefinir sus estrategias.
El pésimo manejo de la crisis por parte de Jimmy Carter es más que suficiente para que el 4 de noviembre de 1980 el candidato republicano, Ronald Reagan, triunfe en las elecciones presidenciales.
El 20 de enero de 1981, mientras Reagan juraba el cargo de presidente, los 52 rehenes estadounidenses retenidos en Teherán son liberados tras una larga y dramática etapa de negociaciones, donde la mediación de la diplomacia argelina ha resultado decisiva. Es en este país africano donde se define el acuerdo.
La liberación
“Con el ulular de sirenas y campanas al vuelo celebró EU la liberación de los 52 rehenes”, titula El Comercio el 21 de enero de 1981. A los pocos instantes de asumir el cargo de presidente, Reagan anunció que los cautivos estaban camino a la libertad.
Cientos de estadounidenses se quitaron por fin los brazaletes que los identificaban como familiares de los secuestrados. Tal fue el caso de los padres de Gary Lee, quien se enteró por la televisión que su hijo estaba ya en libertad. “Ha dejado de ser rehén”, comentó la madre de Gary entre sollozos.
“Es uno de los días más felices de mi vida”, dijo Howard Ode, hermano del rehén de mayor edad. Theresa Lodeski, madre de otro rehén, lloraba y cantaba al mismo tiempo, mientras sus amigos y vecinos compartían la celebración.
El grupo de rehenes, entre los que había dos de ascendencia hispana, estaba conformado por diplomáticos de carrera, administrativos y marines encargados de la seguridad, desde los 21 hasta los 64 años de edad. Mientras Estados Unidos respiraba de alivio los ex cautivos volaban rumbo a Alemania Federal.
Todo indica que Irán accedió a negociar cuando sus autoridades advirtieron que el bloqueo estadounidense les impediría adquirir armamento pesado, lo que constituía un elemento clave en la guerra que sostenían contra el régimen iraquí.
Washington, por su parte, ofreció transferir a una cuenta bancaria argelina los fondos iraníes bloqueados en Estados Unidos desde la captura de los rehenes. Las autoridades estadounidenses se comprometieron también a someter a un tribunal especial la restitución de los cuantiosos fondos pertenecientes al ex Sha y su familia.
La relación actual entre ambos países
Desde la llegada al poder del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad en el 2005, su discurso abiertamente antiestadounidense ha reabierto y profundizado las desconfianzas con el gobierno de Washington.
Su actitud de amenaza al régimen de Israel y su abierta política de enriquecimiento de uranio, ha generado una posición crítica y vigilante de parte de los Estrados Unidos. Sin embargo, el país asiático no ha cedido posiciones, creando una situación de permanente tensión en esa parte del mundo.
(Miguel García Medina)
Fotos: Archivo/ Agencia AP