De cuando el ‘Negro Canebo’ fugó de ‘Maranguita’: 1995
A mediados de los años ’90, Juan Aguilar Chacón, alias ‘Negro Canebo’, era considerado el delincuente juvenil más peligroso de Lima. Antes de cumplir los 18 años de edad ya contaba con un temible récord delictivo: once denuncias por secuestro, tres por homicidio y otras 23 por asalto y robo en distintas modalidades. Un 29 de noviembre de 1995 el joven facineroso escapó del Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación de Lima, conocido como ‘Maranguita’. ¿La historia se repite hoy?
‘Maranguita’. Eran las 7 de la noche de un miércoles aparentemente normal. Veintiún internos, junto con ‘Negro Canebo’, o simplemente ‘Canebo’, se encontraban cenando en el comedor; cuando, de pronto, este y otros tres menores tomaron de rehén a un tutor, lo amenazaron con armas punzocortantes y lo llevaron hasta la puerta principal que daba a la avenida Costanera. Lograron escapar.
Entonces ese 29 de noviembre otros adolescentes aprovecharon la oportunidad para huir por la misma puerta y también por el perímetro posterior. Fue un escape bastante sencillo, sobre todo si se toma en cuenta que ese mismo día, por la mañana, se había retirado el contingente policial que custodiaba el centro juvenil.
Un vecino de ‘Maranguita’ afirmó a El Comercio que Aguilar Chacón solo había corrido dos cuadras, ya que en aquel lugar lo estaba esperando un moderno automóvil que le facilitó la huída. Ese día escaparon en total 22 internos, entre ellos un menor acusado de terrorismo
Tras la fuga se hicieron presentes el personal policial de San Miguel y el Callao; sin embargo, el desorden continuó en el interior del recinto. Los reclusos del pabellón 2 sustrajeron kerosene de la cocina y prendieron fuego a colchones y enseres provocando un incendio de regulares proporciones.
El fuego terminó por desatar el caos en el interior del recinto. Los jóvenes reclusos pugnaban por salir del pabellón, pues el humo no les permitía respirar, el desorden se generalizó. Los internos más avezados alimentaban el fuego y los otros arrojaban objetos contundentes a la prensa y la Policía.
Fue necesaria la participación de los bomberos chalacos para poder controlar el siniestro. Pero la labor de los hombres de rojo fue compleja. Tuvieron problemas para acercarse a los jóvenes que estaban descontrolados.
La Policía antimotines tuvo que brindar apoyo para que los bomberos pudieran ingresar a las instalaciones de ‘Maranguita’. El saldo de este motín fue de cinco reclusos heridos y un bombero que sufrió un cuadro de asfixia.
Los jóvenes heridos fueron atendidos de emergencia en el hospital San Juan de Dios, en el Callao. Según los informes de la Policía, el conocido ‘Canebo’ logró escapar junto a los jóvenes con los que compartía celda y con quienes había organizado una banda para intimidar a los otros internos.
Juan Aguilar Chacón había sido capturado el 8 de setiembre de ese mismo año. No soportó el encierro que apenas llevaba menos de tres meses.
Luego de la publicitada huida se reveló que eran solo cuatro policías desarmados los que vigilaban el centro juvenil de San Miguel. Esto habría pasado porque la presidenta del Instituto de Bienestar Familiar (Inabif), Ana Kanashiro de Escalante, había pedido el relevo del personal policial que resguardaba el centro de internamiento.
El motivo de esta decisión fue la denuncia de los internos que afirmaban que los policías ejercían malos tratos y cobros indebidos a sus familiares durante las visitas.
El 2 de diciembre, cinco de los 22 fugados regresaron voluntariamente al centro juvenil. Ese mismo día ‘Canebo’ fue recapturado. Regresó a ‘Maranguita’, pero en agosto de 1996 fue enviado al penal de Lurigancho por haber llegado a la mayoría de edad.
Curiosamente, la entonces presidente del Inabif, Ana Kanashiro, declaraba: “Estos jóvenes no nacieron malos. No justifico sus actos antisociales, pero es necesario que no sólo haya una respuesta del Estado, sino también de la comunidad. Debemos trabajar para que no haya más `canebos’ “, comentó.
Pero ‘Canebo’ fue un caso perdido. Y parece que no se trabajó bien como quiso Kanashiro, pues hoy la historia se repite con Alexander Manuel P.G., el tristemente célebre ‘Gringasho’.
(José Rojas Gutiérrez)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio