Confesiones antes del sí
Estoy nerviosa y no tengo todo listo. Son detalles, pero los detalles para este gran día IMPORTAN. No tengo wedding planner pero –gracias a Dios- tengo grandes amigas que me están ayudando en todo lo que se puede pedir.
No empecé dieta de comida saludable ni entrené como quise hacerlo (mi amigo Jano se cansó de mandarme mensajes para que salga a correr). A menos de un mes para la boda aún falta revisar el tema de mis accesorios , el bouquet y algunos pagos pendientes. Me abrumo fácilmente y mi mejor salida suele ser “luego lo veo”, estoy nerviosa y cada día es más difícil no estarlo.
Soy de las personas que lloran cada vez que su amiga entra a la iglesia de la mano de su papá. Bueno, soy de las que llora cuando veo comerciales o porque la mosca pasó. Una llorona como yo seguro se ha hecho esta pregunta ¿Lloraré al entrar a la iglesia? ¿Se malogrará mucho el maquillaje? ¿Se correrá la mascara de pestañas y terminaré como un mapache durante toda la ceremonia? Y alguna que otra pregunta SÚPER IMPORTANTE como se lo pueden imaginar.
Soy también una persona tímida e introvertida. Las fiestas no son lo mío, me causan estrés. Me divierte ir a bodas pero cuando yo tengo que ser el centro de atención me abrumo. La entrada con mi papá ya me está causando urticaria y yo solo pienso en la luna de miel.
Así soy yo, una novia rara que de niña nunca soñó con el vestido blanco de princesa de Disney ni en la fiesta en el castillo de Cenicienta. Que a tropiezos aprendió a organizar su propia boda y que aunque no sea la más pomposa será la mejor porque ese día estaré con mi persona favorita en todo el mundo. Y eso es lo más importante.
Y como no quiero explayarme más, solo quería hacer un alto en mis post regulares porque necesitaba hacer catarsis de lo que pienso en estos días.
Un post para que me disculpen desde ya si este mes no escribo tanto. Créanme que a la par de la boda estoy preparando una sorpresita para ustedes y pronto se las podré contar.