Tommasini y cuando las promesas se consolidan
José Luis Tommasini nunca ha sido de hablar mucho. Siempre tiene una sonrisa, siempre está atento a cualquier pregunta pero no es de aquellos pilotos que se deja llevar por el floro. No cuenta nunca lo que le ha pasado en ruta salvo que le pregunten y podría pensarse, con facilidad, que es tímido. José Luis Tommasini desde que apareció en el automovilismo, con esos tubulares que zumbaban en las curvas del campeonato del CAT, siempre dejó en claro que lo suyo era la pista, que hablaba con cada derrape y que sin importar el camino siempre entraba a full a todo. Estaba loco. Al menos yo estaba seguro, cuando lo veía en ese auto hecho de tubos que desafía la lógica, que no tenía claro dónde era mucho, ni poco. Todo era full.
Aún recuerdo aquel rally Chincha que con su tubular ganó la general. En una jornada de dos días donde con su simple tracción simple de motor Volkswagen defendió la casa, y le golpeó el ego a Eduardo Dibos, Tito Pardo y Neto Jochamowitz y sus imponentes N4, otrora Tracción Integral. Él tipo era realmente rápido, más cuando el campeonato tocaba Chincha –su tierra, y siempre quedaba la duda “como sería si estuviera en un auto más potente”.
En el 2006 José Luis dio el ansiado salto a la N4, a la categoría grande, la de la tracción integral y el motor con turbo. Su debut fue uno de los más esperados pero la ansiedad duró poco. En el rally Quilmaná, empezando la temporada, su auto se incendió. El esfuerzo de años de ahorro, el sueño del auto de alta gama, las expectativas de la afición se hicieron literalmente humo en esa columna grisácea que detuvo la carrera de Tommasini. Su sabida cita con el título Nacional.
“El piloto con más proyección en el país, por talento, para mi es Jose Luis Tommasini”. La frase corresponde a Ramón Ferreyros y a una entrevista que me ofreció en el 2003 tras su gran temporada en el Mundial de Rally y posterior a su regreso en el 2001 a competir en nuestro país. Eduardo Dibos también lo tenía entre sus favoritos. Entonces, ¿por qué nunca sonó tanto? En un automovilismo segmentado entre Fuchs y Orlandini, la falta de regularidad (el no poder estar presente en todas las jornadas por aquellos días) de Tomassini lo hacían ver siempre como una posibilidad que no terminaba de cuajar. Sin embargo cuando las condiciones se daban y los tres se enfrentaban en la pista siempre quedaba la impresión que lo Tommasini pasaba por falta de presupuesto y por ende de regularidad.
Hace algunos meses, ahorita nomás, Jose Luis cumplió uno de sus deseos de pilotos: ganar Caminos del Inca. Lo hizo a lo grande, en condición de indiscutible. Domó al Inca sin problemas e inscribió su nombre acaso en el palmarés más deseado del automovilismo Nacional. Este fin de semana, para completar su año de ensueño, logró el bicampeonato Fepad en Ayacucho. Sin lugar a dudas el gran momento de Tommasini, la cosecha de años de entrega, de trabajo minucioso, de carrera controlada, de una evolución cuidada. ¿Qué sigue? La internacionalización. El deseo de irse a correr afuera. Podría ser una fecha del Mundial o algunas del campeonato argentino. La apuesta vale. Ojalá los auspiciadores jueguen en pared porque aquí no se trata de una moneda del aire sino del destino saldando una merecida deuda con el buen Jose Luis.