Planeta No: «Esperamos demostrar que el pop y la política son compatibles»
«Nos parieron en cadena, nos dijeron insolentes. Nos marcaron los bolsillos, dibujaron nuestros cuerpos, somos un equipo de fútbol», reclama Planeta No en una de sus canciones mejor logradas, “Casa Okupa”. Formados en el 2011, la agrupación chilena ha podido colarse entre las más relevantes de la escena pop del vecino país, con solo un LP (Odio, 2015) y un EP (Matucana, 2014) en su haber.
Este 2 de marzo se presentarán en Lima como parte del festival Jueves de Indie Hoy, organizado por el portal musical latinoamericano y que reúne a otras importantes bandas locales como Blind Dancers, Mi Puga Mi Pishgo y Gomas. Conversamos al respecto con Gonzalo García, vocalista y guitarrista de Planeta No, quien nos brindó su visión del pop, de la política y de la sociedad.
Se han convertido en visitantes constantes de Lima.
Gonzalo: Sí, creo que esta es la tercera o cuarta vez que vamos a Lima. Ya perdí la cuenta, supongo que soy una persona un poco perdida.
¿Los sorprende la acogida que tienen en nuestra capital cada vez que nos visitan?
G: Visitamos Cusco alguna vez y realmente nos sorprendimos de tener seguidores en esa ciudad, dada la relevancia cultural que tiene para nuestra raza. Sobre la relación que tenemos con Lima, pues no deja de sorprendernos. Nunca termino de creerme que nos inviten a un país al cual no podría viajar si no fuera por trabajo, ya que no tengo mucho dinero.
Planeta No se formó en Concepción, pero luego se fueron a radicar a Santiago. ¿Habría variado la forma de componer sus canciones de haberse quedado en Concepción?
G: Creo que hubiese sido muy distinto todo, pero no solo la música que hacemos, sino nuestras vidas. Y nuestras vidas tienen relación con la cultura hegemónica que nos domina y que nosotros reproducimos. Vaya, nosotros no hacemos nada más, somos artistas de música popular. No estamos explorando científicamente con la música.
¿Que también se reproduce en la relación entre una provincia como Concepción y una capital como Santiago?
G: La relación que existe en toda Latinoamérica entre las provincias y sus capitales como subsidiarios culturales es terrible, porque el centralismo le quita oportunidades a la mayoría de personas; sobre todo, a quienes viven en zonas rurales de todo nuestro continente. Es una forma de opresión. Además, las capitales latinoamericanas son meras subsidiarias de otras capitales mundiales, en una integración al mundo globalizado que ha sido muy desigual.
Ustedes son una banda relativamente nueva, se formaron en el 2011. Sin embargo, han logrado sobresalir en la escena del pop chileno, que a mediados de la década pasada tuvo interesantes exponentes.
G: Bueno, nosotros no determinamos nuestras decisiones por eso. Solo trabajamos y publicamos nuestras canciones cuando podemos, porque no tenemos plata para andar esperando. Tampoco nos basamos en que seamos contemporáneos a otros grupos, o no. No obstante, coincido con lo que dices, que antes hubo una excelente camada de músicos chilenos. Ellos trabajaron y nosotros hacemos usufructo de ese recorrido y del nombre en el que han puesto a la música independiente chilena en Latinoamérica. En el 2015, específicamente, creo que siguió una nueva ‘primavera’ cultural, en la cual salieron una cantidad de discos de bandas nuevas y excelentes.
Solo tienen un LP (Odio, 2015) en su discografía.
G: Sí, por falta de recursos económicos, de tiempo y de disposición. Nosotros no tenemos un mecenas que nos mantenga haciendo música encerrados en una casa; quizás eso sería más productivo, pero no lo sé. Es hacer ficción. Tenemos las condiciones que tenemos y no lo lamento. Trabajamos como podemos, y me gusta mi trabajo.
El año pasado fueron invitados a tocar en el festival Lollapalooza. ¿Hay una gran diferencia entre tocar para miles de personas y presentarse en un local pequeño frente a unas cuantas decenas, o no?
G: No valorizo el funcionamiento social que tú describes en positivo o negativo. Incluso me gusta y me siento desafiado cuando nuestro trabajo no es el centro de atención. Siempre veo que cuando tocamos logramos conectar con las personas y se logra una fiesta en mayor o menor medida. Y eso es gracias a las personas y al trabajo de nosotros, los músicos. Tocar en el Lollapalooza o en festivales similares tiene características distintas a lo que es habitual en Planeta No, ya que actualmente nos presentamos en lugares más chicos. Pero no sabemos lo que pase en el futuro, tampoco quisiera encasillarme en eso. Me gustan los desafíos y me gusta conocer lugares nuevos.
Ustedes tienen una fuerte influencia de la canción latinoamericana, sobre todo en las letras. ¿Cómo llegan a esta vertiente para plasmarla en Planeta No?
G: Nosotros no tenemos una crianza de élite y consumimos la misma cultura popular y masiva que consumió la mayoría de personas de nuestra edad. Y escuchábamos la radio que escuchaban nuestros papás, donde ponían artistas de música comercial e incluso la ‘desechable’ o kitsch, que es como se le llama a la radio AM en Chile. Reivindicamos ese origen y crianza cultural de la llamada ‘cultura basura’, o todo lo contrario a lo que podría llamarse ‘cultura selecta’.
Que no es únicamente la también llamada ‘música clásica’.
G: Así es. Nos ponemos en contraposición a la búsqueda de la vanguardia más complicada, del grupo gringo más nuevo y novedoso. Renegamos de esa postura, que es prácticamente negarse a uno mismo. Nosotros queremos reivindicar nuestro origen deficiente, el origen que tenemos la mayoría. No solo en Chile, sino en Latinoamérica.
¿Crees que la música pop puede incluirse dentro de esa ‘cultura basura’, por lo menos en Chile?
G: No lo sé. Creo que ahora es menos que antes. Por Wikipedia o Google, la gente se ha puesto menos estúpida en términos de prejuicios estéticos. Aún así, cuando fuimos a España, un gran amigo que nos programó una fecha, nos regaló libros de anarquía y estaba poniendo música en una discoteca, me preguntó qué música quería escuchar… yo le dije que Chayanne. Me dijo que ‘mejor que no’. Esos prejuicios siguen existiendo.
Algunas canciones de ustedes tocan temas que no necesariamente son afines al pop, desde el punto de vista de la industria musical. Por ejemplo, las cuestiones políticas o sociales, que hoy muchos artistas no se atreven a abordar. ¿Hay una incompatibilidad entre la música pop y la política?
G: Esperamos demostrar que existe una compatibilidad entre el pop y la política. Una unión y una convivencia. No quiere decir que sean lo mismo, pero sí que se pueden combinar… resulte lo que resulte. Quizás termine un producto fallido; creo que nosotros somos a veces un producto fallido, debido a esa dicotomía: entre transitar por letras políticas y sociales, o que simplemente sean riesgosas, que molesten a alguien; y tratar de que una buena parte de la gente las escuche. Hay una dicotomía permanente, pero me parece interesante. Creo que esa es la gracia.
Los Prisioneros fueron algunos de los que se atrevieron a hacerlo dentro del pop chileno y latinoamericano.
G: Sí, Jorge González es un referente importante para nosotros. Ahora, también es importante difuminar las ideas preconcebidas que tenemos de lo que es político, de lo que es comercial, y sobre todo de lo que es pop. En Latinoamérica existe una especie de oscurantismo cultural al estar a la zaga de la producción discográfica norteamericana o blanca. Nos vemos muy encasillados a la hora de entender qué es pop y qué no lo es. A mí me parece que lo que hace Daniel F o Leuzemia también es muy pop; y por supuesto, es político.
Leuzemia y otras bandas del mismo corte aparecieron en un contexto social y político complicado para el Perú, el peor de nuestra historia. Del mismo modo, la nueva camada del pop chileno que se atrevió a abordar estos temas surgió en medio de una serie de movimientos sociales en Chile. ¿Crees que se requiere de un contexto difícil para que la música y la política sean compatibles?
G: Hay muchas cosas que considero interesantes sobre tu pregunta. Primero, me recordaste que cuando visitamos España nos parecía que estaba todo bien y que no había ningún problema. Sentía que era un lugar poco propicio para hacer canciones, porque no había problemas y era todo muy aburrido. De hecho, no me sentí cómodo en ese país porque estaba todo bien. Extrañé mucho la precariedad de Latinoamérica. Segundo, tampoco compararía los procesos sociales de Chile y Perú porque mi trabajo y mi vida va más por hermanar y poder tener visiones hermanas de los proceso sociales que vivimos ambas naciones y ambos pueblos, que son procesos muy simultáneos solo que no los vemos con la suficiente perspectiva. Ahora, yo no te voy a discutir si hay buenas bandas y nuevas que toquen temas políticos en el Perú, porque quizás tu visión subjetiva es mucho más válida porque vives ahí, pero me acordé de la banda Mi Puga Mi Pishgo, que tiene una canción que se llama “Sexo, sexo”.
La sexualidad es un tema totalmente político.
G: Sin duda. Es un tema que también lo tocaban Los Prisioneros. Por eso, es bueno difuminar el concepto de política que tenemos, que va más allá de los partidos, de Verónika Mendoza, de Pedro Pablo Kuczynski. Eso es lo más contigente, lo más notorio, porque tiene al voto, pero lo político abarca mucho más de lo que nos damos cuenta. Por otro lado, creo que la mayoría de artistas independientes en Chile aún somos pequeños burgueses, que no han hecho mucho. Tenemos el potencial de hacerlo, y ojalá que lo hagamos, pero también tenemos el peligro de quedar masturbándonos mentalmente como los hippies. Y no hacer nada.
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Fotos: Camila Álamo