Universitario: el año que se nos fue
El tramo final del Clausura fue un compendio de las torpezas que nos acompañaron desde el inicio del año. Con una ventaja fabulosa y un fixture a la medida, Universitario se dejó enredar por sus limitaciones futbolísticas, la grisura de su plantel y la ansiedad, mezcla letal para un equipo que, casi sin quererlo, se encontró en un momento de la temporada con posibilidades de ser campeón y no supo qué hacer para conseguirlo.
Sería ocioso enumerar las ocasiones que tuvo la crema para ampliar la ventaja que llevaba en la tabla o llegar a la fecha final del Clausura dependiendo de sí mismo y no de lo que otros pudieran hacer. De todos modos, vale la pena hacer un repaso rápido de lo positivo y lo negativo de la temporada que acaba de terminar.
El mayor mérito de Comizzo fue darle equilibrio a un plantel que miraba el arco contrario sin importarle el suyo. Reconstruyó el equipo a partir de la solidez de Carvallo y la presencia de Guarderas, que se convirtió en sostén y alivio del sacrificado Alfageme. La presencia de Barreto le dio mayor fortaleza a la línea media, lo que de paso permitió que los centrales se afirmaran mejor y no sufrieran en los contragolpes como ocurrió durante la era Córdova. Salvo el tropezón ante Municipal, a la ‘U’ le hicieron pocos goles en el Clausura (10; en el Apertura le anotaron 27).
El problema siempre estuvo arriba. Un equipo que pretende ser campeón no puede jugar sin 9 y desde que Denis prefirió un equipo de tercera división italiano a quedarse en Ate, la ‘U’ no encontró manera de sustituirlo. Osorio, vital por su trajín en la temporada anterior, es un jugador muy novato, sin las mañas ni los recursos que requiere un centro delantero de un cuadro grande. La alternativa de usar a Hohberg como falso 9 tampoco funcionó. De nada servía jugar por los costados sin una referencia en el área, tampoco centralizar el juego cuando era Quintero quien fungía de 10. Por eso la ‘U’ hizo tan pocos goles (apenas 16 en 17 fechas). Dependió en exceso de los arranques individuales de Alejandro o de ‘Chiquitín’. Sin ellos, no había manera de anotar en valla contraria.
Sin jugar gran parte del Clausura, Denis terminó la temporada como goleador del equipo con unos escuálidos diez tantos, seguido por Hohberg (9) y el panameño.
A las limitaciones futbolísticas del plantel, se le sumó un grave error. Y aquí la responsabilidad completa es de Comizzo. Cuando el equipo más tranquilidad necesitaba, pisó el palito de Bengoechea y empezó a contestarle. Primero tangencialmente, luego de una manera frontal. Ahí también empezó a perder el campeonato la ‘U’, porque mientras el uruguayo hablaba de los árbitros y lanzaba sus puyas hacia Ate, le quitaba la presión a sus jugadores y les permitía concentrarse en el verdadero objetivo. Bajo el pretexto de su “frontalidad”, Comizzo se dedicó a responder y otros integrantes del plantel siguieron su camino. Se empezó a hablar más de los árbitros, de sus fallas y fallos, que del juego en sí. En Matute, como es obvio, se frotaban las manos.
En el análisis frío, la ‘U’ hizo más de lo que podía. Hace un año peleaba la baja, Córdova la dejó en el puesto 12 y el próximo año volverá a la Copa Libertadores sin tener un plantel generoso y con demasiadas dudas para un equipo de su alcurnia.
Sin embargo, existe un último aspecto crucial para explicar el irregular camino tomado por la crema en este 2019: su inestabilidad institucional. Con dos administraciones dueñas de miradas distintas, es virtualmente imposible encarrilar un resultado deportivo positivo. ¿Cómo se planificará la campaña del próximo año? ¿Habrá alguna entidad importante dispuesta a entregar su marca y su dinero sin saber si los gerentes con los que negocia hoy, lo seguirán siendo en dos o tres meses? ¿Qué pasa si Solución y Desarrollo renueva con Comizzo y en enero vuelve Gremco? ¿Cómo establecer un plan de desarrollo para las divisiones menores si ingresa una administración con una visión distinta?
Mientras la institución siga siendo devorada por la angurria de la Sunat y Gremco, cualquier éxito deportivo de importancia que se obtenga será más obra del azar que de algún atisbo de planificación.