Feliz Navidad desde el país que no la celebra
No tenía ninguna intención de escribir sobre algún tema relacionado a la Navidad, pero parece que las emociones empezaron a salir a flote y cuando eso empieza a ocurrir, ya me ves sacando mi libretita y para empezar a apuntar todo lo que ametralla mi mente en ese instante, o sino, aprovechando los últimos minutos de batería del Iphone y tomando nota rápidamente de todo lo que va pasando por mi cabeza (no pretendas hablarme en ese momento porque estoy en piloto automático… ). Porque así pasa, cuando vienen esos momentos de inspiración versus aquellos otros en que TIENES que escribir, pero nada lúcido se te ocurre.
No suelo ser la más sensible en estas épocas y tampoco es mi primera Navidad lejos de la familia, pero creo que cada año, crece un sentimiento inmenso de gratitud, por sentir que de nuevo, estoy teniendo un año más de vida, y ese es el mejor regalo de todos.
En Tailandia, al ser un país budista, no se celebra Navidad, por lo cual no vas a ver las calles abarrotadas de luces y villancicos como en otros lugares.
Con las justas un par de malls de los más turísticos tendrán algo para los cientos de turistas que transitan por ahí. De ahí, para los tailandeses esto es un día más en Diciembre del año 2557.
Navidad en Tailandia, pero para los turistas…
En cambio, sin ir más lejos, aún era 20 de octubre cuando andaba por San Francisco, Estados Unidos y ya se “respiraba” la Navidad por todos lados. Claro, estrategias marketeras, comerciales, como quieras llamarlo.
San Francisco navideño en Octubre
Pero ahora, entre viaje y viaje por países no navideños, no sentía esa nostalgia que a veces crece gracias a la saturación visual que vives, por lo cual los días pasaban sin tal.
Pero de repente la fecha se acerca y tratas de cuadrar bien en que ciudad la pasarás. Está bien la improvisación, pero tampoco quieres terminar comiendo Mcdonalds solita esa noche.
Obviamente Año Nuevo está más que planeado hace como un mes, pero Navidad: “¡Donde nos agarre!”, habíamos pensado con otra viajera.
Habíamos conocido un grupo lindo de gente argentina que vivía en Bangkok, y pensamos que hacer una cenita todos juntos estaría genial.
Lindas noticias también, resulta que dos amigas españolas con las que viajé a inicios de noviembre también andaban por Bangkok. Para una eran sus últimos día antes de regresar al País Vasco, para la otra sus días de escala antes de partir a Beijing y la India a seguir viajando.
Ooooobviamente estaban más que invitadas, “¡Esta noche la pasamos “en familia”!”.
Y así lo pasaremos esta noche, en esta nueva familia llena de nuevos amigos.
Personas con historias y pasados que no conocemos (y a veces, tampoco necesitamos), pero que ya lograron convertirse en personas importantes para tu vida. Personas que como tú, también están a miles de kilómetros de casa, viviendo aventuras increíbles, pero que también anhelan un abrazo y una cena riquísima con el calor que suele haber en sus respectivos hogares.
Y cuando empiezas a procesar bien todo lo que estás viviendo, donde estás, con quien estás, (con quién NO estás), y cada instante, es que todo se vuelve como una montaña rusa en tu mente (y en tu corazón).
Y el Facebook también se encarga de recordarte como en tu país la gente empieza a planear la cena navideña, como para los que están afuera estudiando estas son las fechas de regresar, y como tu familia empieza a enviar mensajes de felicitación navideña, donde tú estás incluida en las fotos, y sí, se nota que la Navidad ya llegó.
Y los amigos de toda la vida se ponen más sentimentales que de costumbre, y te dicen que te quieren, que te extrañan y hasta los no tan cercanos te sorprenden con palabras bellas para ti en este día. Y todos los sentimientos salen a flote, porque sí, tú ahora eres más que feliz, pero extrañas, anhelas, tienen tu corazoncito y a esa familia que “siempre estará ahí”, incondicionalmente, la empiezas a reclamar en silencio, desde lo más profundo de tu ser.
¿Qué voy a extrañar de esta Navidad que no estaré en “casa”?
– Esas cenas gigantescas en casa de mi abuela, donde nos llenamos antes de que empiece oficialmente, porque el picoteo en la cocina hizo que ya no te entre nada más.
No serán como las cenas en casa de mi abuela, ¡pero todos cocinamos riquísimo!
– Los fuegos artificiales nivel profesional que siempre reventaban en el parque enfrente de mi casa. Y de verdad que los odio, me muero de pena con los perritos que sufren por el gran sonido, pero es parte de ese recuerdo, en el que todos los primos andamos desde la terraza tomando fotos y gritando por tanto fuego artificial alrededor.
– Ir a Misa de Gallo con la familia, (pero no crean que mi alma católica sale a flote). Tal vez, junto con los matrimonios que pueda tener en un año, esta es una de las pocas veces que piso una Iglesia, pero por alguna razón, esta se vuelve muy especial. (Con el respectivo trámite de llegar temprano, ponernos lindos, encontrar estacionamiento en el Inmaculada, y reencontrarte con gente que solo te encuentras una vez al año, en esa gran misa jesuita).
– El estar con la gente que quiero, con la gente “de siempre”. Rodeada de los que implícitamente siempre están ahí y por eso no lo valoras, pero que ahora, a tanta distancia de tu casa te das cuenta que sí pues, los extrañas un poquito y te gustaría estar allá con ellos, haciendo lo que siempre hacías, porque son muy importantes para tu vida.
Date cuenta de eso, tú que ahora los tienen en el sillón del costado, que estás cerca de tu familia, de “los que siempre están ahí”, así que deja tu Iphone un ratito, y dales un abrazote muy muy fuerte de mi parte, que yo no lo podré hacer con los míos.
– El agradecimiento que siento en estas fechas por todo lo que he vivido, estoy viviendo y viviré. Aprendí que cada persona que aparece en tu vida, tiene una razón de ser; que no vale vivir con remordimientos sino más bien de agradecer todo lo que pasó y te hicieron crecer, y todo lo que disfrutaste y te hicieron muy feliz.
Con Clau, mi súper partner viajera peruana, encontramos este árbol lindo dentro de una clínica. ¡De los pocos que vimos en Bangkok!
¿Cómo no puedo ser agradecida con la vida si estoy en Tailandia disfrutando de los mejores meses de mi vida?
¿Cómo no ser agradecida si estoy llena de felicidad?
Pero no quiero que sea Navidad para agradecer, ni para recordarlo, no quiero que solo sea una fecha donde me dé cuenta de eso, sino todos los días de mi vida.
Y creo que de eso se trata, de agradecer cada día, de valorar cada momento, de querer a cada persona que pasa por tu vida, de recordar cada experiencia de tu vida, de darte cuenta que no necesitas más, y que muchos, con menos, son más que felices.
¡Y es que estás a 19,310 kilómetros de “tu hogar”!…, sí, sí, ya sé que para Edward Sharpe and the Magnetic Zeros “Home is wherever I’m with you” o las frases inspiraciones viajeras te dicen que “Home is not just the place where you happen to be born. It’s the place where you become yourself”. Y yo lo tengo concientizado, y me lo recuerdo cada día, pero hoy, justamente hoy, sería genial estar tirada en el sofá, comiendo chifles y tomando Inca Kola escuchando a mi abuela hablar con mi mamá de los temas de siempre, ver a mis primos tirar cohetes y al más pequeño esperar que sean las 12 para abrir regalos, ver a mis tíos y mi hermanos esperar impacientes la cena navideña porque mueren de hambre, y eso, pasarlo con ellos, pasarlo en familia.
Navidad 2013 con mi familia en Perú. ¡Cómo los extraño!
Pero así es la vida del viajero, aventuras increíbles y mucha felicidad, pero también subibajas emocionales, donde agradeces donde estás pero por un momento en el año, no te importaría estar “donde siempre”, “haciendo lo de siempre”, “con los de siempre”.
Se te escarapela el cuerpo, se te hace nudo en la garganta, sonríes mientras haces Skype con tu familia y los ojos empiezan a aguarse. Pero no hay que estar triste, la Navidad es felicidad, es amor, es compartir, y aquí lo haremos de esta forma.
Recordando, agradeciendo y siendo felices, con representantes de diferentes familias, peruanas, argentinas, españolas…
Precioso collage hecho por Martin, amigo mochilero español.
Y desde este país al otro lado del mundo, el país donde no celebran Navidad, algunos que sí lo hacemos, con una gran reunión , con algo de comida rica preparada por nosotros mismos, pero sobre todo, con mucho mucho amor, les deseamos mucha felicidad, y una muy Feliz Navidad.