Este espacio antes estaba despoblado. Ahora, gracias a piezas de arte, luce a pleno. (Foto: Difusión)
Este espacio antes estaba despoblado. Ahora, gracias a piezas de arte, luce a pleno. (Foto: Difusión)
Redacción EC

Decoración | Los objetos artísticos pueden tener múltiples destinos: museos, exhibiciones, galerías... o la intimidad de nuestro living. En todos los casos, la finalidad es la misma: satisfacer el deseo de rodearnos con muestras de talento. El interés con el que hoy se ansía la transformación que provoca una obra se complementa con una enorme cantidad de artistas por descubrir. En esta nota te ofrecemos una guía para decorar un espacio tan íntimo y personal como nuestra propia casa desde la emoción, y más allá del presupuesto, con el objetivo de que puedas acrecentar el capital más importante: el interior.

Desde hace un tiempo, elegir un cuadro original es una opción accesible gracias a la multiplicidad de propuestas. "Vivir rodeado de arte es un privilegio que todos podemos disfrutar porque en Argentina los precios son muy moderados", asegura Ignacio Gutiérrez Zaldívar, director de la galería de arte Zurbarán. El mismo entusiasmo muestra Angie Braun, directora y cofundadora de Diderot.art, cuando afirma que la mejor manera de acercarse a las expresiones artísticas es decidiéndose a convivir con ellas. "El arte es un disfrute constante con un valor intangible: la emoción única y singular que genera en el espectador", define.


Con ellos coincide el artista plástico Milo Lockett, quien se anima y anima a sus colegas a llegar a las familias: "Es muy importante para un creador emergente o que desea extender su obra hacia la gente estar colgado en una pared de un entorno familiar, en un bar, en un espacio de esparcimiento o en un centro cultural. Todo eso le hace bien al artista ya que las personas se relacionan con sus creaciones. La mayoría sueña con ir a los museos pero uno reconoce la obra –dice– en lo cotidiano".

Al momento de elegir un cuadro es importante que no invada las actividades habituales de las personas que habitan el espacio. (Foto: Difusión)
Al momento de elegir un cuadro es importante que no invada las actividades habituales de las personas que habitan el espacio. (Foto: Difusión)

¿QUÉ PONGO?
Al momento de elegir un cuadro es importante que no invada las actividades habituales de las personas que habitan el espacio, sí, pero sobre todo que guste y se lo pueda disfrutar: vamos a convivir con él todos los días.

En una vivienda un buen criterio es buscar un motivo que represente algo con lo que sus habitantes se sientan identificados. Puede ser algo figurativo pero también una obra abstracta con colores vibrantes que juegue con las profundidades y contrastes. Es clave que tenga atractivos para todos: así como habrá algunos moradores que destaquen su composición, otros pueden valorar los colores intensos, las figuras simples o lo que esa pintura les evoque, sea un recuerdo o un sueño.

"En el mes de enero, con mi mujer compramos en una galería de Cariló un acrílico sobre tela de Fernando Evangelista. Representa una escena donde un muñeco realiza una función de títeres para unos Playmobil. Cuando mis hermanas y sobrinos la vieron, la criticaron bastante pero a nosotros nos encanta porque nos recuerda momentos muy lindos de juego con nuestros hijos. La pusimos en la escalera que conduce al playroom como una invitación a la alegría", cuenta Santiago Monzani, un principiante en el coleccionar y disfrutar del arte.

Pero no solo casas y departamentos ofrecen un espacio para el arte: los lugares de trabajo también pueden ser buenas superficies para exhibir obras. "En los sectores comunes y lobbies se puede optar por esculturas y fotografías de gran formato que tengan alguna connotación motivacional o que se relacionen con el campo de acción de la empresa. También las obras chicas, como objetos, son opciones interesantes para oficinas o para regalos empresariales", aconseja Estefanía Jaugust, curadora y asesora en arte.

Los lugares más comunes para comprar obras son las galerías o ferias, aunque también existen plataformas virtuales como la Diderot.art ( www.diderot.art), que brindan la posibilidad de descubrir autores y explorar a través de diferentes categorías, técnicas y estilos. Además, realizan fotomontajes para que los potenciales compradores puedan visualizar e imaginar mejor cómo quedaría la obra una vez instalada.

Por su parte, la mayoría de las galerías brindan la posibilidad de llevar o enviar los cuadros a domicilio para probar cómo quedan exhibidos y poder elegir el más adecuado. Aunque es fundamental priorizar el gusto propio y no el del decorador o el vendedor, es aconsejable contar con el asesoramiento de un especialista que ayude a entender y saber qué tipo de obra se está adquiriendo y en qué etapa de su carrera se encuentra el autor elegido. Esto es central si se quiere inaugurar un camino ligado al coleccionismo.

Los lugares más comunes para comprar obras son las galerías o ferias, aunque también existen plataformas virtuales. (Foto: Difusión)
Los lugares más comunes para comprar obras son las galerías o ferias, aunque también existen plataformas virtuales. (Foto: Difusión)

Precisamente es el caso de Mariela Ivanier, directora de la agencia de prensa Verbo Comunicación, quien en los 90 metros cuadrados de su departamento porteño reunió 270 obras a lo largo de más de dos décadas. "Me interesa demostrar que cualquiera puede coleccionar. Si dejás de lado ese traje podés invertir en una pieza. No hace falta vivir en Barrio Parque y ser millonario. Y para promover esta actividad, organizó regularmente encuentros que se llaman Té de colección, a los cuales invito a amigos para que disfruten de lo que tengo. No vendo obras, no lo hago como negocio. Pero sí me gusta estar en contacto con los artistas que la mayor cantidad de gente posible disfrute de sus trabajos. Muchos consideran lo artístico como algo decorativo y superfluo, pero yo lo vivo de manera intensa y comprometida".

Si, en cambio, el comprador se entusiasmó con una pieza para la que todavía no tiene designado espacio, será cuestión de encontrar el lugar ideal para exhibirla ya que una misma creación provocará un efecto distinto en un cuarto que en otro. Un cuadro puede tener el tamaño perfecto para ser expuesto arriba de un sillón, pero quizá quede mejor en un comedor porque le aporta color a paredes neutras, moderniza un mobiliario clásico o se convierte en la principal atracción. Lo más importante es que no se pierda en el entorno y conserve su protagonismo. En lo práctico lo ideal es ubicarlo en un sitio con luz, pero no directa para no dañarlo. En ese sentido siempre conviene evitar las leds.

Gutierrez Zaldívar sugiere que "el living y el comedor son los ámbitos más adecuados pero también el dormitorio, donde pueda verse la obra desde la cama". Al respecto, Angie Braun recuerda una anécdota: "Un comprador, después de esperar bastante tiempo, adquirió la obra que tanto quería y la colocó en su cocina. Por supuesto que todos le preguntaban por qué había elegido esa locación y él respondía que era el lugar de su casa donde más tiempo pasaba y donde más podía disfrutarla". La clave es apropiarse del modo más personal de las sensaciones que esa pieza provoca en cada uno.

El mercado ofrece opciones para todos los gustos y presupuestos, entre ellas las gliceè o transfers, reproducciones en tela, casi iguales a los originales, que tienen precios muy razonables. Ante presupuestos holgados o acotados, frente a futuros coleccionistas o meros interesados circunstanciales, las obras dejaron de ser un producto para pocos porque, como asegura una frase atribuida a Pablo Picasso, el arte "lava del alma el polvo de la vida cotidiana".

La Nación, Argentina/ GDA. 

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