La violencia se trata de cualquier interrupción de la salud física y emocional, entre estas tenemos: violencia física, psicológica y sexual.
Durante la pandemia, los casos de todo tipo de violencia han tenido un aumento desconcertante porque nos ha hecho ver que la mayoría de víctimas son agredidas y agredidos en sus propios hogares. Sin embargo, en este texto queremos mostrar cual es la situación de la violencia a través de las plataformas virtuales a niñas y adolescentes en la provincia de Paucartambo, problemática social que afecta gravemente la estabilidad emocional y por lo tanto, el bienestar y desarrollo integral de muchas niñas y adolescentes.
En el Perú, el acoso virtual es una problemática que tiene recientes investigaciones y no se le ha dado la debida importancia. Esto ha causado que la mayoría de víctimas no denuncien las agresiones que reciben a través de las plataformas virtuales. Esto es aún menos en las zonas rurales, donde la mayoría de padres de familia desconoce de este tema y no se ha encontrado los mecanismos para detectarlas y actuar de manera adecuada.
Las denuncias por acoso virtual no reflejan la verdadera magnitud del problema. Es así que en el 2020, solo se registró 735 casos de violencia en línea a nivel nacional, casos que van en aumento; por ejemplo, hasta junio del presente año ya se han registrado 767 denuncias por el mismo delito. Sabemos que estos datos solo son la punta del iceberg porque al existir miedos y prejuicios, muchas personas no denuncian.
Antes de la pandemia, los casos de violencia en línea dentro de la provincia de Paucartambo eran bajas, esto porque la mayoría de los estudiantes no tenían acceso a un celular o a las plataformas virtuales como el whatsApp, Facebook u otros. La educación virtual, nos ha obligado de estar en constante comunicación y aprendizaje a través del internet, medio digital que trae muchos beneficios en esta situación, pero también nos pone en situación de vulnerabilidad y de peligro.
En una entrevista que se realizó a la DEMUNA de nuestra provincia de Paucartambo, se indicó que las denuncias por acoso cibernético eran nulas. Sin embargo, nosotros conocemos muchos casos de acoso virtual que incluso han estado a punto de pasar a la violencia sexual. Este panorama nos hace ser más conscientes de la realidad: una en la que no estamos preparados para afrontar y frenar la violencia virtual que seguramente va ir en aumento a medida que cada adolescente empiece a descubrir nuevas formas de socializar.
Una estudiante de 16 años de edad de Paucartambo cuenta su situación:
E: ¿Alguna vez has sido víctima de acoso virtual?
Si fui víctima de acoso virtual por una persona mayor de edad, me atemorizo, me humillo.
E: ¿Qué hiciste cuando te diste cuenta que estabas siendo víctima de acoso virtual?
Di a conocer a la Policía Cibernética de la Comisión Nacional de Seguridad, también a una persona mayor de edad para que pueda ayudarme con mi caso.
E: ¿Cómo te sientes, cuáles son tus emociones?
Sentía miedo por las amenazas contundentes de esa persona, me ponía triste solo al pensar que podía hacer daño a mi familia con sus amenazas.
E: ¿Qué tipo de mensajes, audios, fotos o videos recibías?
Recibía fotos de mi familia, ¿dónde estaban? ¿qué hacían? También recibía videos, mensajes y audios amenazantes.
E: ¿Conoces alguna organización u organismo en quien puedas recibir ayuda?
No conozco, pero acudí a una persona especializada en esos casos.
E: ¿Cómo quisieras que te apoyen?
Me gustaría que mi caso no se quede así, quiero que se haga justicia.
E: ¿Tienes a personas de confianza a los que puedes recurrir?
Sí, tengo un familiar especialista en ese tema que me ayudó, pero desgraciadamente tengo miedo a que le pase algo por las amenazas de la persona que me ciber acosaba.
Asimismo, en una entrevista realizada a una madre de familia sobre el rol de los padres frente al uso de la tecnología, este respondió que: “El rol de los padres es inculcar y educar en valores a sus hijos con el respeto y velar por su seguridad. El problema comienza porque por muchas presiones de la sociedad los padres confían un celular a sus hijos y ellos empiezan a descubrir nuevas formas de interactuar. Pueden iniciar un diálogo con cualquier persona sin saber las intenciones de esta. Así dan a conocer varios aspectos que juegan en contra como datos personales, fotos, direcciones y otros. Ahí es el problema.