El 20 de abril, Andy Ruiz Jr. demolió al alemán Alexander Dimitrenko en una pelea que pasó desapercibida para el mundo del deporte. En el Dignity Heath Sports Park de Carson, California, hilvanó su tercera victoria consecutiva después de haber caído frente al neocelandés Joseph Parker por decisión mayoritaria.
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Ese mismo día se dio a conocer que Jarrell Miller, invicto estadounidense que tenía programada una pelea con Anthony Joshua, había sido sancionado por seis meses por la Asociación Mundial de Boxeo tras haber dado tres veces positivo en controles antidoping. Su chance frente al monarca AMB, FIB y OMB de los pesados se le escurrió repentinamente de entre las manos. Recién el 19 de septiembre podrá pedir nuevamente una licencia para regresar al cuadrilátero.
"Es apropiado, y solo esperamos avanzar hacia cosas más grandes y mejores en el futuro. No creo que tenga una opción. Ciertamente, a través de esta resolución, está obligado a hacerlo, y estoy seguro de que Jarrell cumplirá con la resolución", anticipó Greg Cohen, co-promotor de Miller.
Postergada la pelea entre Joshua y Miller, los promotores necesitaban encontrar un nuevo rival para el campeón. El promotor Eddie Hearn barajaba múltiples nombres a un mes de la pelea aunque la mayoría eran soluciones urgentes, rivales teóricamente menores dispuestos a aprovechar una oportunidad impensada con menos de un mes para ponerse a tono para la cita.
Sin embargo, un mensaje convenció al promotor Eddie Hearn: "Cuando se confirmaron los tres positivos (de doping de Miller), tuvimos que buscar a un nuevo rival. No había instrucciones, simplemente era el que nosotros quisiéramos. Alguien me envió un mensaje en Instagram que captó mi atención: 'Dame la pelea, voy a pelear más fuerte que cualquiera de los hombres que han mencionado, voy a darle una mejor pelea y voy a vencer a Anthony Joshua'". Ese mensaje era de Andy Ruiz.
El 1 de mayo, a cuatro semanas de la pelea, se oficializó el combate entre Joshua y Ruiz en el Madison Square Garden. Joshua era uno de los grandes nombres de la división junto a Deontay Wilder y el renacido Tyson Fury. Invicto en 22 peleas, sumaba triunfos frente a Wladimir Klitschko, Joseph Parker y Alexander Povetkin, entre otros. Ídolo británico, en su último combate llenó Wembley y finalmente convenció al mercado estadounidense de que valía la pena darle una oportunidad: le abrieron las puertas del Madison Square Garden, tal vez el prólogo del postergado Joshua-Wilder que el mundo del boxeo esperaba.
Nadie apostaba por Ruiz. Su físico era motivo de burlas en las redes sociales. Si Joshua se asemeja al aspecto de un fisicoculturista, Ruiz es su antónimo. "Se que me veo gordito, pero deberían apoyarme un poco más", había declarado antes de la pelea en referencia al público mexicano.
Ruiz, apodado Destroyer, nació el 11 de septiembre de 1989 en Imperial Valley, California. De ascendencia mexicana, se asumió como mexicano y se tatuó la frase "Made in México". "Mucha gente dice que no soy mexicano porque no hablo mucho español o no estoy mucho allá, pero Estados Unidos está donde está. México está en mi sangre, en mi ADN. Está en el ADN de mis hijos".
De infancia difícil, creció en su ciudad natal, a quince kilómetros de la frontera con el país azteca. "Siempre estaba dando vueltas con los grupos equivocados. Hay muchos pandilleros allá donde vivo. Todos son drogadictos. Algunos de mis familiares son pandilleros o están relacionados con las pandillas", explicó en una entrevista con The Telegraph.
El boxeo y su papá salvaron su vida: "Participé de muchas peleas callejeras. Me involucraba en peleas callejeras para proteger a mis amigos. A los 10 u 11 años estaba peleando con la policía. Mi papá me buscaba por todos lados: callejones y casas, golpeando las puertas para que yo vaya al gimnasio. Si no fuera por él, estaría dando vueltas con la gente equivocada. Gracias al boxeo y a mi papá, fui guiado en la dirección correcta".
La noche del 1 de junio fue la oportunidad de su vida y Ruiz no la desaprovechó. Después de las risas y las burlas, salió al ring del Madison Square Garden para protagonizar uno de los batacazos más impactantes de la historia. No habrá tenido el impacto de aquel recordado nocaut de Buster Douglas frente a Mike Tyson, pero el mexicano hizo historia en Nueva York cuando castigó a Joshua hasta la interrupción del árbitro después de cuatro caídas.
"Toda mi vida me han estado subestimando debido a mi gran barriga. Pero tengo poder y una velocidad dada por Dios cuando peleo. Lo principal es demostrarle al mundo que con trabajo duro y dedicación todo es posible", había anticipado. Después de Joshua, nadie volverá a burlarse de su panza.
Ruiz, quien hasta el sexto round se imponía en dos de las tres tarjetas de los jueces pese a haber caído en el tercer asalto, desató una celebración enloquecida, salto tras salto, sobre el ring de uno de los escenarios más imponentes del boxeo internacional. Finalizado su combate, el hombre que se ganó la chance de su vida gracias a un mensaje de Instagram, arrobó a Eddie Hearn en Twitter y le escribió: "¿Quién es el siguiente?".
En su horizonte aparece la revancha frente a Joshua, quien tiene una cláusula en su contrato en caso de derrota. El británico obviamente la ejecutará para intentar recuperar los títulos que perdió y el combate podría realizarse en Gran Bretaña. Pero para Ruiz, el primer mexicano campeón de los pesados, es tiempo de celebrar su fulgurante consagración. Joshua, sin su trono, lo reconoció en su Instagram, el lugar donde nació todo: "Es la noche de Andy, felicitaciones campeón".
Fuente: Matías Baldo/La Nación