Este Torneo Clausura tiene una particularidad: no solo se define en las canchas, sino también en las conferencias de prensa. Comencemos con los compadres: Pablo Bengoechea y Ángel Comizzo acompañan a su plan táctico un libreto que, a veces, suena desafiante. El discurso se está convirtiendo en su jugador número doce.
El eje motivador de estos entredichos se centra en juicios de valor sobre las actuaciones arbitrales. En tiempos de crisis dirigencial, lanzar la suspicacia sobre lo que te cobran (o no) en el campo suena también a un plan de prevención ante una injusticia en las horas más decisivas.
Hasta allí podríamos decir que esa picante oralidad es parte del folclor futbolístico; sin embargo, lo que preocupa es que estamos perdiendo de vista lo más importante. A técnicos como Bengoechea y Comizzo toca evaluarlos por lo que presentan en una cancha y no por lo que comentan frente a un micrófono.
Y si nos proyectamos a los últimos días del campeonato, es inevitable plantearnos la idea de que Binacional pueda llegar al título nacional. En el banco del cuadro puneño está un viejo conocido que está de vuelta: Roberto Mosquera. Un buen profesional que, en los últimos siete años, ha cumplido prácticamente todos los objetivos con sus clubes (salvo en su paso por Alianza Lima).
A Mosquera históricamente también se le ha medido muchas veces por “lo que dice” y no “por lo que trabaja”. A veces no nos damos cuenta de que estamos cayendo en una conocida estrategia de entrenadores experimentados: usar el discurso como muralla para proteger a un plantel que se juega algo importante.
Un ex entrenador de la selección peruana me contó algunos detalles de por qué explotó en una conferencia de prensa de un torneo internacional. “A veces hay que ser un kamikaze con micrófono para cuidar a los futbolistas”, me explicó. Lo que concluí de esa frase suelta es que muchos “viejos zorros” del balompié saben cuándo romper el protocolo y pronunciar alguna frase en caliente para distraer la atención de la prensa y de los hinchas.
Más se comenta sobre lo que dijo Comizzo y no sobre un planteamiento que dejó a Cantolao con la posibilidad de ganar el partido en los últimos minutos. No hay críticas a actuaciones individuales, la polémica está en el sarcasmo de Comizzo para declarar.
De igual manera, en Alianza Lima se festeja el triunfo y la punta, aunque sin hacer reparos en que Melgar fue superior en gran parte del partido y que, con ese esquema de visita, el margen de error es muy elevado. Pero no, lo que importa es el salto ganador del ‘Profesor’ o sus respuestas a Comizzo. Los dos son muy inteligentes y los demás les estamos siguiendo el juego. Quienes agradecen esta situación son los jugadores.
Lo que hacen Bengoechea y Comizzo, o lo que hará Mosquera en unas semanas, es un método utilizado en todo el mundo. Mourinho y Guardiola lo hicieron antes de un clásico español. Gallardo es también un gran orador. Un futbolista que no aparece en las portadas de los diarios es a veces el que rinde mejor. Esa táctica puede ser más decisiva que un 4-3-3 o que un falso ‘9’.