No hay club peruano que se haya salvado de ser humillado en la Copa Libertadores. En 1976, Cruzeiro le hizo 7 a Alianza en Belo Horizonte, tres años después Guaraní le marcó 6 a Universitario en Campinas y en 1981, con Héctor Chumpitaz y ‘Cachito’ Ramírez en la cancha, Cobreloa vapuleó 6-1 a Sporting Cristal en la temible Calama.
Sin embargo, lo ocurrido anoche en el Nacional alcanza otro nivel. En dos partidos, River Plate ha marcado 14 veces en la valla de Binacional (ayer lo hizo en seis ocasiones). Lo trágico es que el llamado ‘Poderoso del Sur’ es el campeón vigente del fútbol peruano.
El argumento de que no pudo jugar en Juliaca es pueril. Más bien ahonda las flaquezas de un club cuyo manejo dirigencial, además, linda con lo patológico. Basta recordar cómo a inicios de la pandemia, sus mandamases quisieron imponer la suspensión perfecta al plantel y cuando este tuvo que trasladarse a Lima, lo dejaron a su suerte.
No es ocioso recordar que el evento que debió servir de palanca para el gran cambio que requiere el fútbol peruano -la clasificación al Mundial Rusia 2018- representó, una vez más, una oportunidad perdida. Aquel maravilloso momento debió servir para una reestructuración profunda de la organización futbolística, a fin de que esos éxitos efímeros que solemos calificar como hazañas, se conviertan en una constante producto del trabajo planificado.
Pero, como tantas otras veces, preferimos disfrutar el momento antes de remangarnos la camisa y ponernos a trabajar. El saldo no es solo una retahíla de fracasos, uno más bochornoso que otro, sino también un presidente de federación con arresto domiciliario y su sucesor implicado en un caso de reventa de entradas.
A la luz de todo esto, el trabajo de Ricardo Gareca parece obra de un extraterrestre. Algún día se estudiará cómo hizo para conseguir tanto en un país donde el fútbol parece ser manejado por sus más acérrimos enemigos.
¡Ah! Y si mañana, Binacional derrota a Ayacucho, será el único escolta de Universitario en la Liga 1. Así de paupérrimo es nuestro nivel.