MARIO FERNÁNDEZ @eltigredeDT
En el Perú se acentúa la teoría de que los jugadores que destacan en el fútbol infantil y juvenil, no logran llegar a estrellas en la edad adulta.
Aquel niño que el técnico Medardo Arce hizo debutar en el Aurich en el 2001, Fernando ‘Pizarrito’ García, con 13 años, hoy se debate entre la desaparición absoluta con el Willy Serrato de la Segunda División a los 27 años. Nunca llegó a destacar en nada.
Los casos de Reimond Manco, Alonso Bazalar, Jairo Hernández, Erick Coavoy, y casi el 90% de ese equipo mundialistas de ‘Jotitas’ es otro ejemplo claro. Todos ilusionaron con formar parte de la nueva generación de oro del balompié nacional y cada uno, por razones diversas, se diluyó con el tiempo.
Aguardo con esperanza que la generación de Luis Iberico se consolide con el tiempo. Depende de mucha gente de su entorno: la familia para encontrar al representante ideal y no a un ‘buitre’ que le arruine la carrera, al club que lo posee para que decida con inteligencia sobre sus derechos y al propio elemento de concentrarse en sus cualidades para trascender en el fútbol.
La resignación me lleva a pensar que las posibilidades son mínimas, pero Perú tendría que definir una política mucho más seria de promover el fútbol de menores, identificar y proteger a sus figuras. Los chicos se pueden pulir, los grandes; imposible.